lunes, 5 de noviembre de 2012

Dale la espalda al mal gusto


Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino - Manuel Belgrano.


Se podría decir que mi vida es la de una mujer moderna promedio. Trabajo, voy al supermercado, cocino, estoy con mi familia, salgo con mis amigas, viajo. Nada fuera de lo común.

Intento, como todos, que mi vida se desenvuelva en el ambiente más propicio y agradable posible. Lejos de perturbaciones y en paz.

Pero en los tiempos que corren, es difícil tomar distancia del fenómeno de decadencia moral que ocurre en la Argentina y en el mundo.

A sólo días de la gran movilización y manifestación que organizan distintos grupos civiles para manifestar su descontento a un gobierno corrupto y autoritario, no puedo dejar de plantearme que la crisis moral no es sólo política.

Hoy me fui de una farmacia, enojada y sin comprar nada, por lo mal que me atendió el farmacéutico. Anoche me pasó lo mismo en una heladería y la semana pasada viví la misma situación en una tienda de productos gourmet. La gente no valora su trabajo. Los empleados están desganados y no respetan al cliente. Los modales brillan por su ausencia.

Cada vez que tengo que cruzar la calle, espero durante un largo tiempo que algún automovilista educado me deje pasar. Nadie frena, aún cuando la luz blanca del muñequito indique prioridad peatonal.

Los piropos que recibimos en la calle no son: “qué linda que está hoy señora” o “qué bien le sienta ese vestido”. En realidad, se reducen a un repertorio de guarangadas irreproducibles expresadas de diversas formas.

El tener y el aparentar han sustituido al saber y al ser. Somos todos caciques y ningún indio. Nos inflamos el ego hasta convertirnos en una caricatura ridícula de nosotros mismos.

Los señores mayores dejan a sus mujeres para salir con jovencitas inescrupulosas, y las mujeres se venden por un pancho y una coca.

Los valores de la familia y de la vida se someten a “debates” en las putrefactas cámaras de los representantes del pueblo.

Anoche, domingo, recorrí las dos cuadras que separan mi casa de la de mis padres para no encontrar en mi camino, otra cosa que evidencia de la escoria de nuestra sociedad: proxenetas, gente durmiendo en la calle víctima de la ineficiencia y la desidia de un gobierno, y decenas de locales comerciales cerrados. Es que en este país prosperan las actividades decadentes como la prostitución y el juego, y las actividades productivas son castigadas con impuestos asfixiantes y trabas aduaneras.

Vivimos preocupados por lo que hace el vecino. Sin ningún tipo de pudor, le gente te pregunta cuánto ganas, con quién te casaste o dónde vivís.

Criticar al otro es el deporte nacional, hablamos sin informarnos y generamos discordia con el que piensa diferente.

El mal gusto se ha instalado en la Argentina, en su clase política, empresaria, trabajadora y, en general, de la mentalidad de su gente.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con lo de los malos modales de mucha gente en sus trabajos, Ceci. Entiendo que lo que hacen por ahí no sea de su agrado, pero eso no es suficiente para maltratar al cliente... Con ser cortés alcanza.
    Creo que se trata también que cada uno de nosotros haga, desde su lugar, las cosas con la mayor alegría posible. Así empiezan los cambios...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo Cat. Cada uno tiene que hacer la diferencia desde su lugar, distanciándose de las malas costumbres y de los malos modales.

      Cariños!

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...