martes, 27 de noviembre de 2012

Mujeres inteligentes - Errores tontos


Todos los días, en diferentes partes del mundo, miles de mujeres inteligentes cometen errores básicos y tontos. Lo sé porque lo leo en los diarios y revistas, lo veo en la televisión y lo vivo con mis conocidas (además de haber cometido unos cuantos yo misma también).

Estoy hablando de mujeres inteligentes, pensantes, universitarias, con las que se puede mantener conversaciones profundas e interesantes. Sin embargo, algunas conductas se repiten patológicamente sin remedio.

He aquí una enumeración no taxativa de los errores tontos más comunes cometidos por mujeres inteligentes:
                
Pensar “conmigo él va a cambiar”. Los hombres no cambian sus defectos con el tiempo, a lo sumo empeoran. Creer que tenés la capacidad de reformar a un hombre es completamente iluso y hasta tonto. No te cases con un mujeriego pensando que cuando esté casado con vos va a ser diferente porque te vas a llevar una gran decepción. Casate con el hombre que te guste tal como es.

Teñir el vello facial. Jamás pero jamás. El vello se depila, no se tiñe. Teñirlo no lo oculta, sólo pasás de parecer un oso pardo a parecer un oso polar, nada más.

Hacer una dieta hipocalórica. Las dietas de 800 calorías o menos por día no sirven. Bajás 3 kilos en una semana, y a la semana siguiente subís 10. De peso se baja de a poco, día a día, prudentemente. Lo mismo se aplica al bronceado. El color se logra en 20 días. No menos, salvo que quieras arruinarte la piel.

Acosar a un hombre. Las mujeres desesperadas no son sexies. Llamar constantemente a un chico, ir a todos los lugares a los que él va y revisar exhaustivamente su perfil de Facebook no van a servirte de nada. Aunque te guste mucho alguien, no estés demasiado pendiente.

Los breteles de silicona. He escuchado a muchas mujeres decir: “me pongo el strapless con un corpiño con breteles transparentes”. Error. Los breteles de silicona no sólo se ven, sino que además quedan horribles.

Hacer preguntas cuya respuesta no querés oír. No le preguntes a tu novio: “¿quién te parece más linda Angelina Jolie o yo?”. ¿Qué pretendés que te responda la pobre víctima? La respuesta es obvia. Más vale no ponerlo en apuros y ahorrarse una posible respuesta desagradable.

Casarse disfrazada de otra. El día de tu casamiento tenés que estar lo más parecida a vos misma posible. Por eso si toda tu vida usaste el pelo suelto, no improvises un rodete tirante el día en que te casás. La fiesta de casamiento no es un día para experimentar un nuevo estilo, dejalo para cualquier otra ocasión.

Mentir con la edad. Quitarte años es lo más estúpido que podés hacer. La gente se da cuenta de que no tenés la edad que pretendés vender. O quizás te creen que tenés unos años menos, pero por dentro piensan “che, está bastante arruinada para ser tan joven”. Mejor es asumir los años con elegancia.

La lista no se detiene aquí. Los errores tontos de mujeres inteligentes son cada vez más comunes. Desde que el mundo es mundo se repiten a lo largo de las generaciones, y nada hace pensar que las cosas vayan a cambiar.
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viernes, 23 de noviembre de 2012

Cómo organizar tu guardarropa


Hoy es viernes, ya tengo la cabeza en modo “fin de semana”, así es que estoy con ganas de escribir sobre algún tema bien livianito (por no decir superficial), pero no por eso poco interesante para nosotras las mujeres.

El tema de hoy es cómo organizar bien el guardarropa. Aunque parezca algo sencillo, no todas las mujeres saben rebuscárselas en este ámbito. Confieso que tengo amigas que me han dicho textualmente: “che, a vos que te gusta ordenar, por qué no te venís un día a casa y me organizás el placar”.

Quiero hacer mi pequeña contribución al orden doméstico de las mujeres que conozco y de las que no conozco también. Acá van algunos tips útiles:

Primero y fundamental, un guardarropa sobrecargado nunca se va a ver bien. Si tenés cosas que sabés que no vas a usar más, regalalas inmediatamente. Como digo siempre, no acumulen toneladas de ropa al divino botón, hay gente que no tiene qué ponerse.

Intentá que todas las prendas estén a la vista. Generalmente lo que no ves, no te lo ponés. A mí me gusta colgar no sólo los vestidos, sino también las camisas y las remeras. De esa forma, está todo desplegado en un perchero y no apilado y enterrado en los cajones.

Separá la ropa de fiesta de la casual. No está bueno tener las lentejuelas junto con la ropa para ir al gimnasio. Dividí y guardá las prendas en cuatro categorías: fiesta, formal, casual y deportiva.

La ropa también se clasifica en vestidos, camisas, remeras, sacos, pantalones y polleras. Los accesorios van en sus respectivas cajitas y las pashminas prolijamente dobladas y apiladas.

El tema de los zapatos y carteras plantea distintas opciones. En cuanto a los primeros, algunas mujeres los tienen exhibidos sobre estantes especialmente hechos para zapatos. Yo no tengo estantes, pero destino una parte de mi placar especialmente para zapatos y los guardo en sus cajas con un cartelito que diga qué hay adentro. Por ejemplo: “tostados bajos”, “stilettos negros”, etc. El método del cartelito lo adopté un día, cansada de tener que abrir siete cajas antes de encontrar los zapatos que busco.

A las carteras las guardo sin excepción es sus fundas o cajas (o ambas). Una cartera siempre debe venir como mínimo con una funda para evitar que se rayen. Si el negocio no tiene fundas, directamente  no compres, todo lugar que se respete vende la cartera con una funda.

Sé que es una fiaca, pero tratá de que las perchas sean todas iguales, o por lo menos todas del mismo color. Hace que el placar parezca más armónico.

En fin, espero que estos breves consejos sirvan para hacer que sus respectivos guardarropas se vean más lindos. Las prendas ordenadas y bien guardadas se conservan mejor. Además esto ayuda  evitar el clásico “no tengo nada que ponerme”. A ordenar se ha dicho. Después me cuentan.
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martes, 20 de noviembre de 2012

5 cosas que no le quedan bien a nadie


Las mujeres somos todas distintas y está bueno que así sea. Cada una tiene su estilo. Dentro de ese estilo nos expresamos, en la ropa, en el pelo, en la forma de hablar, en todos y cada uno de los detalles que nos caracterizan.

Pero hay algunas cosas que, en mi humilde opinión, no le quedan bien a ninguna mujer. Si bien la lista es un poco más larga en realidad, la he reducido a 5 ítems básicos.

Por favor, entiéndase que la siguiente enumeración es completamente subjetiva y que no existe para nada ánimo de ofender a nadie:

1. El pelo corto tipo hombre: si ya sé lo que piensan, a Celeste Cid y Araceli González les quedaba divino. No, en realidad no. Les queda 10 veces mejor el pelo largo, pero son tan pero tan lindas de cara que el pelo super corto no las arruina. Sostengo que a una mujer siempre la va a favorecer tener el pelo por lo menos a la nuca. (Excepción: las señoras de más de 70 años a las que de hecho les queda mejor el pelo bien corto).

2. Los kilos de más: enfrentémoslo chicas, los kilos de más no son elegantes y avejentan. Cuando una mujer está excedida de peso, todo lo que se pone le queda mal, sin mencionar que pueden sumar hasta 10 años!!! (Aclaración: esto también se aplica a los hombres, así es que a bajar la panza). 

3. Los tatuajes: no hay vuelta que darle, no le quedan bien a ninguna. Por más prolija y radiante que estés vestida, si se asoma el tatuaje, la elegancia se escapa por la ventana. Puede parecer una buena idea cuando sos joven, pero acordate que después vas a ser una vieja tatuada.

4. El cigarrillo: contrariamente a lo que muchas piensan, fumar no es canchero ni glamoroso. Es un hábito desagradable y muy peligroso para la salud. 

5. La delgadez extrema: una mujer muy flaca pierde todo rastro de sensualidad. No nos olvidemos que a los hombres les gustan las curvas. Es bueno cuidar la figura, pero a no pasarse de la raya.

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domingo, 11 de noviembre de 2012

La nueva soledad



Existe una creencia muy común según la cual cuando una mujer se casa, ya nunca más estará sola.

Como mujer casada y en pareja hace más de ocho años, estoy en condiciones de asegurar que esta creencia es completamente falsa.

Estar en pareja (perdón por la cursilería) endulza la vida, pero un novio o un marido no llenan todo tipo de vacío afectivo.

La familia, por otra parte, si bien es fundamental, tampoco satisface otras necesidades emocionales que tenemos como personas.

Creo firmemente que tener amigas y compartir mucho tiempo con ellas, es lo que hace que los días sean más lindos, y termina de cerrar el círculo de las relaciones afectivas.

Cuando sos chica, las amigas son todo. Pasás horas y horas compartiendo momentos y experiencias. Pero a medida que transcurre el tiempo, la vida se encarga de ir separándote.

La distancia física es uno de los obstáculos más importantes a la hora de pasar tiempo con las amigas. En mi caso particular, muchas de ellas viven en otras ciudades de la Argentina y del mundo.

El pequeño grupo de amigas que formamos en Buenos Aires, ciudad en la que paso la mayor parte de mis días, se ha ido disgregando por la partida periódica de varias de sus integrantes.

Incluso sucede a veces, que aunque vivamos en la misma ciudad, el paso de tiempo y las circunstancias que vive cada una, hace que tengamos intereses cada vez más diferentes. Esto vuelve aún más difíciles los encuentros.

Soy una mujer muy activa y me gusta disfrutar de mi tiempo libre, pero a veces desearía tener cerca a alguien más que comparta mis gustos, además de mi marido.

Salir a comer, mirar películas, ir a tomar algo, viajar, son todos programas divertidos, pero lo son aún más cuando se hace de a muchos.

No podemos enojarnos con la vida si nuestras amigas se van a vivir lejos, o si viven cerca pero no comparten nuestros intereses. Hay que aprovechar los momentos de encuentro que se nos presentan, y estar abiertas a conocer nuevas personas también. Porque nunca se sabe las nuevas amigas que nos depara el tiempo.
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lunes, 5 de noviembre de 2012

Dale la espalda al mal gusto


Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino - Manuel Belgrano.


Se podría decir que mi vida es la de una mujer moderna promedio. Trabajo, voy al supermercado, cocino, estoy con mi familia, salgo con mis amigas, viajo. Nada fuera de lo común.

Intento, como todos, que mi vida se desenvuelva en el ambiente más propicio y agradable posible. Lejos de perturbaciones y en paz.

Pero en los tiempos que corren, es difícil tomar distancia del fenómeno de decadencia moral que ocurre en la Argentina y en el mundo.

A sólo días de la gran movilización y manifestación que organizan distintos grupos civiles para manifestar su descontento a un gobierno corrupto y autoritario, no puedo dejar de plantearme que la crisis moral no es sólo política.

Hoy me fui de una farmacia, enojada y sin comprar nada, por lo mal que me atendió el farmacéutico. Anoche me pasó lo mismo en una heladería y la semana pasada viví la misma situación en una tienda de productos gourmet. La gente no valora su trabajo. Los empleados están desganados y no respetan al cliente. Los modales brillan por su ausencia.

Cada vez que tengo que cruzar la calle, espero durante un largo tiempo que algún automovilista educado me deje pasar. Nadie frena, aún cuando la luz blanca del muñequito indique prioridad peatonal.

Los piropos que recibimos en la calle no son: “qué linda que está hoy señora” o “qué bien le sienta ese vestido”. En realidad, se reducen a un repertorio de guarangadas irreproducibles expresadas de diversas formas.

El tener y el aparentar han sustituido al saber y al ser. Somos todos caciques y ningún indio. Nos inflamos el ego hasta convertirnos en una caricatura ridícula de nosotros mismos.

Los señores mayores dejan a sus mujeres para salir con jovencitas inescrupulosas, y las mujeres se venden por un pancho y una coca.

Los valores de la familia y de la vida se someten a “debates” en las putrefactas cámaras de los representantes del pueblo.

Anoche, domingo, recorrí las dos cuadras que separan mi casa de la de mis padres para no encontrar en mi camino, otra cosa que evidencia de la escoria de nuestra sociedad: proxenetas, gente durmiendo en la calle víctima de la ineficiencia y la desidia de un gobierno, y decenas de locales comerciales cerrados. Es que en este país prosperan las actividades decadentes como la prostitución y el juego, y las actividades productivas son castigadas con impuestos asfixiantes y trabas aduaneras.

Vivimos preocupados por lo que hace el vecino. Sin ningún tipo de pudor, le gente te pregunta cuánto ganas, con quién te casaste o dónde vivís.

Criticar al otro es el deporte nacional, hablamos sin informarnos y generamos discordia con el que piensa diferente.

El mal gusto se ha instalado en la Argentina, en su clase política, empresaria, trabajadora y, en general, de la mentalidad de su gente.
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