martes, 7 de enero de 2014

Lecturas de verano

El verano es una época del año en la que por ciertos motivos la lectura se me da con mayor facilidad.

Fundamentalmente, porque la casa en donde paso mis veranos no tiene televisión, ya que si bien me gusta leer, soy fanática de la televisión y eso siempre me roba tiempo de lectura.

Pero además, en las vacaciones de verano sobran los momentos de ocio y tenemos la mente lo suficientemente despejada como para darle a un libro la atención que se merece.

Mi verano comenzó con la lectura de un libro de la ganadora del premio Nobel, Alice Munro, pero debo confesar que no me gustó nada su estilo, ni el contenido del libro. Estoy segura de que esta autora es brillante, pero a mí simplemente no me resultó, así es que llegando a la mitad de la novela, la abandoné.

Ahora estoy leyendo La dama de noche de una autora cordobesa que es abogada y dejó la carrera para dedicarse a escribir. Se llama Viviana Rivero.

El libro es de un estilo parecido a los de la genial Florencia Bonelli, novela romántica con contenido histórico.

Estoy bastante enganchada. Al igual que con las historias de Bonelli, el género me resulta interesante. Me encanta leer historias de amor que transcurren en un período histórico determinado.

Los personajes masculinos de estas novelas siempre terminan enamorándome (a mí y a la mayoría de las mujeres que las leemos).

Ése es, creo yo, el único problema que tienen estas novelas rosas. Sus autoras construyen unos personajes tan perfectos que después nosotras terminamos creyendo que en la vida real también existen.

Hombres inteligentes, caballeros, exitosos, nobles y super buenos mozos que se desviven por sus mujeres, son los protagonistas en la novela rosa.

Y nosotras soñamos despiertas y esperamos encontrarlos algún día.

Lo cierto es que el hombre perfecto no existe, por lo que es inútil esperar encontrarse con uno de estos personajes en la vida real. Todos tenemos defectos y si bien algunas mujeres tenemos la dicha de encontrar el amor, las historias de amor puras, inmaculadas y sin problemas sólo ocurren en los libros.

Es mejor dejar de esperar al hombre perfecto y aceptar al hombre perfecto para una.

Para príncipe gallardo, ya están las novelas. Por lo menos tenemos eso.








Leer más...

sábado, 4 de enero de 2014

5 señales de que estoy envejeciendo

En escasos 21 días es mi cumpleaños y esta vez me toca cambio de década.

Cuando durante 10 años tu edad comenzaba con un número y ese número de repente cambia, se produce una sacudida de ideas y prioridades.

Los años no vienen solos y me he descubierto a mí misma con una contundente alteración en mi estilo de vida.

Detecté que ciertos comportamientos que vengo teniendo en el último tiempo reflejan que, quiera o no, me estoy poniendo vieja.

Les cuento cuáles son algunos de estos comportamientos:

1. No al sol. Cuando era chica me exponía al sol a cualquier hora y con poca protección. Hoy mi protector Avene factor 50 me acompaña a todos lados y no asomo la nariz a la playa antes de las cuatro de la tarde. Única forma de retrasar el envejecimiento de la piel.

2. Poco alcohol. Estar embarazada y haber suspendido el consumo de bebidas alcohólicas me demuestra los beneficios que tiene el hecho de no tomar sobre la piel y el cuerpo en general. Me pone la piel de gallina recordar los tragos llenos de azúcar y bebidas blancas que consumía de más joven. Como amante del vino soy consciente de que no podré dejar de tomar del todo, pero sí me he propuesto reducir el consumo al mínimo para ayudar al organismo. Díganme si no es pensamiento de señora grande.

3. No a las relaciones livianas. Cuando era más chica salía a cuanta reunión social había y sociabilizaba con cualquiera. Ahora que me estoy poniendo vieja puedo distinguir un vínculo profundo de la gente que propone relaciones más livianas. Estoy grande para la pavada y el esnobismo. Prefiero quedarme sola leyendo un libro.

4. No a trasnochar. Acostarme tardísimo y levantarme después del mediodía es cosa del pasado. Prefiero aprovechar la mañana. Otro signo de que los años no vienen solos.

5. No a las multitudes. Llegar a un restaurant o a una playa y que esté rebalsando de gente, me arruina el programa. Por eso mismo, si bien hay muchos lugares nuevos que quiero conocer, prefiero esperar hasta el final de la temporada cuando la ciudad ya se vacía bastante.

Estos son sólo algunos de los cambios actitudinales que me indican que ya no soy una adolescente, sino una mujer que creció.

Soy consciente de que hay mujeres mucho más grandes que yo que siguen un estilo de vida bastante más desprejuiciado. Pero bueno, a la larga, el cambio te llega, a los 30, a los 40, a los 50 o a los 60, pero llega.

A mí me llegó ahora. Y aunque algunos pueden pensar que todavía es temprano, hay que hacer lo que una siente.





Leer más...

martes, 31 de diciembre de 2013

2014, Año Nuevo

ChampagneEl calendario 2013 llega a su fin, se cierra un año más y todos hacemos  un balance de lo positivo y negativo que hemos vivido.

También solemos hacer nuestra lista de resoluciones para el nuevo año que comienza. 

Comparto con ustedes mi lista versión 2014. Esto es lo que quiero para este año que comienza:

1. Salud. He llegado a comprender que la salud es lo más importante de todo. Sin salud no se disfruta de nada. Quiero salud para mí y mis seres queridos.

2. Sabiduría, para tomar decisiones inteligentes, no sólo en el trabajo, sino en todos los ámbitos de la vida.

3. Carácter, para vivir conforme a mis convicciones sin que me importe lo que digan o piensen los demás.

4. Muchos momentos de pareja, para compartir con mi marido. Ya brindaremos juntos por el nacimiento de nuestro primer hijo con esa botella de vino tinto que estamos reservando. 

5. Paciencia, para aceptar los tragos amargos y llevarlos con amor.

6. Arte, en la cocina, en la música o en el lápiz, no importa la forma, quiero mucho arte en mi vida.

7. Paz, para disfrutar de los momentos simples de la vida.

8. Champagne, viajes y glitter. También son necesarios los toques de superficialidad y diversión.

9. Vida sana. Acostarme temprano, disfrutar de las mañanas, hacer ejercicio, comer bien y tener pensamientos positivos.

10. Ser amable. Dar todo el amor posible a los que me rodean, especialmente a mi pequeño bebé. 






Leer más...

sábado, 28 de diciembre de 2013

La odisea de estar embarazada en verano

Estar embarazada es sin lugar a dudas una bendición.

Pero esta linda idea de gestar y tener un bebito, viene acompañada de una serie de efectos colaterales muy poco elegantes.

Si bien hay mujeres que nunca padecen los síntomas del embarazo, otras los tenemos todos (con más intensidad los primeros meses, pero aún presentes cerca del final del segundo trimestre).

Además, soy una convencida de que el verano agudiza aún más los malestares. Sin mencionar que este es uno de los veranos más calientes de los últimos años.

Ponerse un traje de baño cuando una se siente una pelota, es todo un desafío. La cintura ha menguado y la retención de líquidos está a la orden del día.

No importa si te cuidás con la comida o si sos una mamá muy fitness, el cuerpo no es el mismo y la ropa ya no luce.

Podés pasarte horas rotando sobre un pareo o una reposera buscando la posición ideal para tomar sol, no la vas a encontrar. Todo es incómodo.

Te rodean miles de mujeres con sus panzas perfectamente trabajadas y una con su mega barriga tiene ganas de hacer un pozo en la arena y meterse adentro.

La próxima vez habrá que hacer como Kate Middleton que pasó gran parte de su embarazo en invierno, divina y cubriendo su baby bump con unos tapados paquetísimos.

El verano deja todo al descubierto y hay poco margen para conservar la elegancia.

Todos te dicen que estás "radiante" (palabra inventada por vaya a saber quién para designar una mujer embarazada e hinchada), ahora vos te sentís lo menos sexy que pisa la Tierra.

Y si, estar embarazada no es sexy, ni elegante, ni glamoroso. Pero cuando estás acostada en la cama y tu bebé da sus pataditas de alegría en la panza, todos los contratiempos valen la pena.




Leer más...

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Por esnobismo o por amor al arte

{table for two : manger by mimi thorisson, médoc, france} by {this is glamorous}, via FlickrEsta tarde me compré un nuevo libro que ha salido referido al parador restaurant La Huella, de José Ignacio Uruguay.

Como soy una ansiosa atolondrada que no sabe esperar (al menos eso me dice siempre mi marido), esta misma noche me he puesto a ojearlo.

Me encantó leer un breve resumen de la vida que llevaban los dueños del lugar antes de abrir las puertas del parador.

Uno imagina vidas llenas de glamour y esnobismo, considerando que La Huella es el parador de moda de unos de los balnearios más exclusivos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.

Los dueños e impulsores de La Huella son hombres rústicos, que se ganaban la vida lavando copas y que viajaban por el mundo con lo puesto y pocas monedas en los bolsillos.

Son hombres que sueñan, cocineros, artistas, bohemios.

Manejan un negocio top, pero lo hacen por amor al arte (y como un negocio también, claro).

Esa idea me hizo reflexionar. En la vida muchas cosas pueden hacerse por amor al arte o meramente por esnobismo.

Ir a comer a un lugar como La Huella puede ser el medio ideal para ver y ser visto, o puede ser más que nada una experiencia gastronómica, casi artística.

El verdadero amante de la gastronomía se apersona en el restaurant no para ver gente, sino para degustar las croquetas de cangrejo.

Lo mismo ocurre con la literatura. Hay quienes leen a Chéjov porque les gusta, hay quienes lo leen porque queda bien decir que leen a Chéjov.

He recibido miradas de lástima cuando en alguna ocasión he dicho que no termino de comprender a Borges. Ahora bien, si realmente no me gusta, ¿porqué tengo que fingir admiración para quedar bien?

Alguna vez fui tildada de esnob por mi madre, cuando hace algunos años molía maní tostado para agregárselo al wok de pollo. No lo hacía por esnob. Realmente me gusta el pollo con maní. No es por hacerme la rara.

Elegir un restaurant, leer un libro, hasta comprar un traje de diseñador son acciones que pueden entrañar un simple acto de esnobismo o un verdadero tributo a algo que consideramos arte. Todo depende de si lo hacemos mirando a los demás o a nosotros mismos.

Que todas nuestras elecciones sean impulsadas por el amor al arte, que es, en definitiva, lo que enriquece el espíritu.

Leer más...

sábado, 30 de noviembre de 2013

Sé amable

Mi madre suele decir mucho una frase: "cada uno cosecha lo que siembra". Es algo que me repite constantemente desde la infancia.

Si bien he comprobado que no siempre es así, en gran medida esa frase encierra una gran cuota de verdad.

Es por eso mismo (y no sólo por eso) que siempre hay que ser amable y educada con la gente que nos rodea.

En la vida todo vuelve, y si sos una arpía o una mal educada, a la larga te va a jugar en contra.

Siempre hay que decir por favor y gracias. Hay que ceder el asiento a los mayores, no elevar el tono de voz en una conversación y tratar de igual a todas las personas sin excepción. Porque en verdad somos todos iguales. Hemos venido sin nada a este mundo y nos iremos sin nada.

Claro que no estoy sugiriendo que nos hagamos amigas hasta de las piedras. Obviamente las relaciones de amistad requieren ciertas semejanzas o afinidades entre las personas, pero siempre se puede ser cordial y amable. Hasta con un total extraño.

Hoy fuimos a comer con mi marido a un hotel de la ciudad al que vamos muy seguido. Sorpresivamente, la moza que nos atendía cada vez que íbamos, estaba ocupando el lugar de encargada del lugar. La habían ascendido.

Nos reconoció de inmediato. Yo siempre la saludaba con cariño y le daba conversación, por lo que me tenía bien identificada.

Nos sentó en la mejor mesa del restaurant. Al irnos, nos regaló una bolsa llena de trufas y chocolates.

No es que trate bien a la gente para recibir algo bueno a cambio, pero este es un claro ejemplo de que cuando uno siembra buena onda, cosecha buena onda y cuando no se siembra nada, no se cosecha nada.

Qué lindo que es ir sembrando buenos sentimientos por la vida. Y quién te dice, quizás un día hasta cosechás una bolsa llena de chocolates.





Leer más...

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Mi momento preferido del día (según pasan los años)

A morning in bed.Recuerdo que cuando yo era chica, mi momento preferido del día era la tarde.

La razón es comprensible. A la tarde volvía del colegio y tenía la posibilidad de pasar horas y horas jugando en mi casa.

La noche no me representaba el más mínimo entusiasmo, ya que venía acompañada de una serie de actividades que por entonces no soportaba, como bañarme y irme a la cama.

Sin embargo, ya entrando en la adolescencia y temprana juventud, la noche se transformó en mi momento favorito del día. Esto la verdad es que no es de extrañar. Cuando sos joven, salir de noche significa diversión.

Transcurridos algunos años más, la tardecita se convirtió en mi momento del día predilecto. Como buena mendocina, me gustaba tomarme una rica copa de vino al caer el sol (confieso que en ocasiones con el sol aún presente) para desenchufarme del trabajo y las obligaciones diarias.

Hoy en día, sin embargo, mi momento preferido del día es la mañana. Puede que mucho tengan que ver mis cambios de hábitos y horarios generados por mi embarazo de casi cinco meses.

Lo cierto es que en la actualidad, no hay nada que disfrute más que la mañana.

Antes de irme a dormir, dejo preparada la bandeja del desayuno. Apenas suena el despertador, me incentiva sentir lo antes posible el aroma del café y el pan recién tostado. Mi desayuno tiene la calidad y la presentación de un hotel. Me lo llevo a la cama. Es mi pequeño gran lujo.

A la mañana también hago ejercicio y miro los noticieros. Es cuando más energías tengo. Me gusta avanzar con gran parte de mis actividades antes del almuerzo.

La mañana es mi nuevo momento favorito del día. Quizás con los años esto vuelva a cambiar. La experiencia así lo demuestra.

Leer más...

martes, 26 de noviembre de 2013

Ganarle a la tristeza

Cuando estamos pasando por un mal momento, la vida aprieta el botón de pausa. Es como si todo aquello que antes formaba parte de nuestra rutina, perdiera significado o peso.

Es lógico, en realidad. Quién puede pensar en otra cosa cuando tiene un problema grave.

Todo parece trivial y secundario. La mente se ocupa sólo en el conflicto en cuestión.

Está bien reservarnos momentos para llorar y lamentarnos, pero hay una fina línea que divide la sana costumbre de llorar, de la total y absoluta apatía hacia la vida.

No es bueno perder el entusiasmo y eso es justamente lo que me pasó.

Solía disfrutar mucho de la literatura y la cocina, pero de repente dejaron de interesarme. Estaba preocupada y ya no tenía ganas ni de leer, ni de escribir, ni de cocinar.

También dejaron de entusiasmarme las reuniones sociales. La idea de interactuar con alguien más me superaba ampliamente.

No debemos permitirnos abandonar nuestras pasiones. Son lo que hace que la vida sea un poco más linda.

Conservar nuestras actividades placenteras ayuda a pasar por el proceso de tristeza.

Conservar la elegancia en nuestra vida también contribuye a ganarle al desánimo. Sin duda se superará mejor el dolor con una linda camisa, el pelo bien peinado o con la casa perfumada por pequeños ramos de jazmines.

Parecen trivialidades, y con más razón las veremos así cuando estemos pasando por una situación límite, pero no hay que dejar de lado esas pequeñas cosas.

Ganarle a la tristeza requiere mucha actitud y fortaleza. Por sobre todo, no hay que abandonar esas costumbres que siempre nos hicieron bien.


Leer más...

miércoles, 9 de octubre de 2013

Una tarde de lluvia

Style At Home: Hanna Seabrook Of Gadabout | theglitterguide.comSiempre he tenido la sensación de que las tardes de lluvia lavan todo: las dudas, la incertidumbre, el cansancio, las penas.

Para muchos, la lluvia no es más que una aguafiestas, pero para los que somos de campo, la lluvia es una bendición.

La lluvia me encuentra hoy en la ciudad, en mi casa, junto a la música de Igor Stravinsky y una ventana abierta. Se complementan perfectamente.

La tarde es oscura, se ve en blanco y negro, pero me gusta. Siempre me gustó el blanco y negro.

La lluvia acompaña al silencio. Y el silencio es bueno y necesario.

Hay mucho ruido en nuestras vidas, cada tanto hace falta silencio para poder escuchar algo tan básico como la lluvia caer.

Aún no me termino de adaptar a este cambio de vivir más despacio, viajar menos y preocuparme menos. Pero ya estoy encaminada.

Los problemas no cesan, la vida no frena. Nosotros, sin embargo, sí podemos frenar. En una tarde de lluvia, por ejemplo.

Leer más...

sábado, 28 de septiembre de 2013

Adaptarse al cambio

Sweet strawberries from the saturday market...yum!Cuando estás acostumbrada a estar a mil todo el día, a trabajar, a viajar y a salir, hacer reposo se vuelve una tarea difícil.

Cuando solés pasar tus noches en algún restaurant de moda, comiendo sushi sobre stilettos de 12 centímetros, quedarte en casa te resulta aburridísimo.

Pero como dice aquella sabia frase: hay un tiempo para todo.

Hay que adaptarse a las circunstancias que nos tocan. Porque en la vida en parte se elije, y en parte te toca lo que te toca.

Muchas mujeres pasan su primer trimestre de embarazo sin ningún síntoma y siguen su vida como si nada. A mí, por otro lado, me tocó otra cosa.

Así que me he propuesto disfrutar en lo posible de esta nueva vida tranquila y hogareña. Ya habrá tiempo para volver al circuito.

Mientras tanto no queda más que disfrutar de un rico bowl de frutillas perfumadas y mirar Titanic.

Ser moderna significa también saber adaptarse a las nuevas circunstancias.



Leer más...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...