domingo, 28 de julio de 2013

Una forma original

yayoi kusamaMis días en Buenos Aires me dieron la oportunidad de ir al MALBA a ver la muestra de una reconocida artista japonesa llamada Yayoi Kusama.

El nombre de la muestra de arte es "Obsesión infinita". En la mayoría de sus obras pueden apreciarse muchos puntos o lunares que se presentan, justamente, de manera casi obsesiva.

La muestra es furor en Buenos Aires. En ocasiones se forman largas colas para acceder al museo. Aunque hay que aclarar que el éxito de las obras de Kusama es un fenómeno mundial.

Yo entiendo muy poco de arte, pero puedo llegar a comprender la fascinación que el arte de Kusama despierta en la gente.

Kusama es, fundamentalmente, original y la originalidad no es fácil de encontrar.

Ser original es ser diferente de todo lo que existe. Es presentar algo nuevo, distinto de lo que se viene presentando.

Puede sucederles que visitan un lugar y les encanta la decoración porque es novedosa y única. O ver a una persona vestida con un estilo muy determinado, o probar una combinación de sabores que nunca habían probado y que funciona muy bien.

Todos nos conmovemos ante la presencia de la originalidad y creo yo, a eso se debe en gran parte el éxito de Kusama.

Qué bueno es buscar la originalidad. Que a pesar de las influencias externas, podemos encontrar una identidad propia y explotarla para canalizar nuestra creatividad.

En nuestro día a día ser originales puede funcionar como vía de liberación. Y así es para Kusama.



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jueves, 25 de julio de 2013

Escapar de la rutina

Suena el despertador, salís de la cama, preparás el café. Abrís los mails, organizás tu día de trabajo y el día sigue non stop.

Las jornadas se vuelven rutinarias, aunque no tengas una rutina, siempre tienen un común denominador: siempre se repiten actividades, personas, problemas.

Quieras o no, las obligaciones te oprimen y la paciencia se agota.

En semanas como estas, me dan ganas de irme de viaje. No sé a dónde, a algún lado para escapar de la rutina.

Me imagino por algunos días libre, sin nada que hacer, sólo disfrutando y me dan muchas ganas de irme.

No importa si hace pocas semanas volviste de un viaje, las ganas de escaparte cada tanto aparecen.

Pero hay que ser responsables y posponer los caprichos. La escapada tendrá que esperar.


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martes, 23 de julio de 2013

La justa medida

Catherine, Duchess of CambridgeEn estos tiempos modernos que vivimos predomina la cultura del "a todo o nada".

Cada vez nos resulta más difícil obtener satisfacción de las cosas, entonces exageramos como si la cantidad nos fuera a reportar mayor sensación de plenitud.

Esta falta de moderación en las conductas, es un mal típicamente femenino.

¿Alguna vez fueron de compras con varias mujeres? Noten que a la mayoría le cuesta ejercer el autocontrol en lo que a shopping respecta.

Más de una va a salir del centro comercial con unas cuantas bolsas y muchas de ellas conteniendo artículos que no necesitan y que pronto se arrepentirán de haber comprado.

¿Y con la comida no pasa algo similar? Siempre comemos de más: esa última empanada, la segunda bochita de helado. El placer gastronómico se encuentra en la calidad de los alimentos y no en su cantidad. Pero por algún motivo, quizás por esa necesidad de tenerlo todo y rápido, terminamos comiendo de más.

Con la lengua también sufrimos de falta de moderación. Existen algunas mujeres discretas y medidas, pero seamos sinceras, la mayoría somos boconas y decimos más de lo que deberíamos decir.

Tal vez por eso cuando aparece en la escena pública alguna mujer moderada, llama tanto la atención y cosecha tantos elogios.

Saber encontrar la justa medida: en la ropa, en el make up, en el comportamiento, en las aspiraciones, en la vida en general, es sin duda una virtud.

Que levante la mano la que nunca padeció algún exceso. Todas tenemos nuestro historial. Lo importante es ir educando la voluntad, para ir alcanzando de a poco la moderación.

En el país del "deme todo y démelo ya", nos vendría bien un poco de discreción y desacelere.

Me gusta observar a las nuevas royals, Máxima de Holanda y Catalina de Inglaterra, porque en ellas encuentro mucho de esta teoría de la moderación: poco maquillaje, mucha personalidad y poco exceso.

Mujeres que se hacen notar por encontrar la justa medida en cada aspecto de la vida, y no por exagerar. "Menos es más".






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domingo, 21 de julio de 2013

Aprender algo nuevo

a daily something: scenes from our kitchen / 02Uno de los privilegios más grandes que tenemos como personas, es la posibilidad de aprender algo nuevo todos los días.

No me refiero al colegio, a la universidad, a cursos ni talleres. Digo aprender algo nuevo en la cotidianidad, en el día a día, en casa o en la calle.

No siempre nos damos la oportunidad de aprender, de incorporar nuevos conocimientos, por más triviales que sean.

Navegando en Internet, aprendí que existe en Buenos Aires una lindísima librería llamada "Eterna Cadencia" en el barrio de Palermo.

No camino mucho por Palermo, por lo que si no fuera por mi curiosidad online seguramente no la hubiese descubierto.

Recién llegada de viaje, con escasos elementos en la heladera, aprendí cómo hacer una frittata. Sólo contaba con huevos y algunos pocos ingredientes más. Pensé que algo tenía que poder preparar con eso.

Me puse a ojear mis libros de cocina y encontré la receta de frittata, una especie de tortilla rellena. Le puse lo que tenía: tomates secos, parmesano y arvejas. Quedó riquísima. Ése día, por un tema de fuerza mayor, aprendí una nueva receta.

Visitando algunos de mis blogs favoritos, aprendí que "Rayuela" la novela de Cortázar, cumple 50 años. Nunca leí a Cortázar y me di cuenta de que quiero leerlo.

En las costumbres cotidianas se aprenden muchas cosas, sólo que a veces no nos damos cuenta.

Todos los días incorporamos algo nuevo, ése es nuestro gran privilegio.






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viernes, 19 de julio de 2013

Un tiempo para todo

EscritorioHan pasado más de dos semanas desde la última vez que escribí. No sólo no escribí para este blog, tampoco escribí poesía, algo que me gusta mucho y que cada tanto intento.

Simplemente no tenía ganas de escribir, no tenía nada que decir.

Todos los que saben mucho sobre el mundo blogger, aconsejan escribir con frecuencia. Ésa es la mejor manera de conservar la atención de los lectores frecuentes y de atraer nuevo público.

Sin embargo, en mi cabeza no entran esas reglas. No me gusta escribir por escribir. Cuando no tengo nada para contar, cuando quiero guardarme para adentro, no hay nada que pueda hacer para revertirlo. No puedo escribir.

Escribir un blog no es sencillo. Como escuché en una película, una siente que está enviando palabras a un gran vacío que a nadie le interesa. Incluso he llegado a pensar: ¿a quién le hablo?, ¿quién me lee?

Cuando sobrevienen esos períodos en los que no tengo ganas de escribir me cuestiono si esto es algo que realmente quiero hacer.

¿Por qué tengo cada tanto momentos en los que no quiero comunicarme?

Entonces, por esas cosas de la vida, la respuesta me vino en el momento que más lo necesitaba.

Estaba volviendo de un viaje y me puse a leer una revista para matar el tiempo. En la nota de la editora, me encontré con una cita del Antiguo Testamento, particularmente del libro del Eclesiastés: "Hay un tiempo para todo".

Es muy cierto que hay un tiempo para todo: un tiempo para trabajar, para descansar, para amar, para reír, para aprender, para escribir y también hay un tiempo para callar.

En las últimas semanas yo necesitaba un tiempo para callar. Tenía que callar para poder escuchar al mundo que me rodea e incluso para escucharme a mí misma.

Muchas veces nuestra propia voz no nos permite escuchar. Entonces es mejor callar.

Hoy es tiempo de escribir, y por eso lo estoy haciendo, ¿para quién?, ¿por qué? No tengo las respuestas. Pero sí estoy segura de que sólo cuando es tiempo, tiene sentido escribir.




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miércoles, 3 de julio de 2013

Amor a primera vista

Indudablemente, hay una época en la vida de cada mujer, en la que todos los fines de semana tenés un casamiento.

Se casan tus amigas, tus hermanas, tus primas, tus compañeras de trabajo. La fiebre del casamiento es contagiosa.

A mí me gustan mucho las fiestas de casamiento. Disfruto de los bocaditos, del champagne y de bailar los éxitos de los 60.

El único problema de los casamientos son los gastos que generan. Entre el regalo y el vestido se van unos buenos pesos.

Esta temporada 2013 decidí adquirir uno o dos modelos muy clásicos, para poder usarlos y repetirlos en los tantos casamientos y otras fiestas que ya tengo programadas.

Me había hecho la idea de un vestido negro, largo, lánguido y con un poco de encaje. Un estilo Anne Hathaway en The Devil wears Prada.

Ya estaba decidida, era la compra perfecta: un clásico atemporal y fácilmente repetible. Pero en la relación de una mujer con la moda, raramente triunfa la planificación y la racionalidad.

Cuando aparece un vestido que te impacta, que te enamora a primera vista, ya no hay nada que hacer: hay que comprarlo.

Así terminé invirtiendo en un vestido exactamente opuesto a lo que me había imaginado: de seda, formal, muy definido y para nada clásico.

Lo vi y me enamoré. Supe que ya no me gustaría ningún otro vestido. Entonces, contra todos mis planes, lo compré.

Con los vestidos nos pasa algo muy similar que con los hombres. Cuando lo vemos, ya sabemos que es para nosotras. Es amor a primera vista.






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martes, 2 de julio de 2013

En una isla del Pacífico

Luego de varios días de no escribir, retomo mi actividad en el blog.

Tengo que admitir que cuando viajo me resulta difícil publicar. Rara vez viajo con mi computadora y no tengo paciencia para usar las computadoras de los hoteles.

Ayer llegué de las islas Galápagos en Ecuador. Fui a acompañar a mi marido a una convención. La verdad es que el destino mucho no me gustó. Me limitaré a decir que no es mi estilo.

Todo era muy rústico y precario. Además me había ilusionado con las visitas a la playa, pero el mar era tan frío que apenas pude meter un pie en el agua.

Fui con mi marido a casi todas las conferencias. No me tentaba la idea de irme a recorrer la isla sola, aunque tuvimos algo de tiempo para hacer varias excursiones.

Las conferencias se me hacían un tanto largas y poco interesantes. Allí estaba yo, perdida en una isla del Pacífico, escuchando a intelectuales hablar sobre las tortugas, Darwin y la evolución.

Ante el exceso de tiempo libre y la falta de cosas divertidas para hacer, mi mente se puso a deambular y a analizar cada detalle de lo que me rodeaba.

De los oradores de las conferencias, muchos era personas muy preparadas y cultas. La mayoría hablaba con un tono de voz seguro y hasta arrogante.

Entonces no pude evitar preguntarme si la falta de humildad es una consecuencia necesaria de ser un intelectual. Yo creo que no.

Existen personas que son muy capaces y conocedoras, pero que no tienen esa cuota de soberbia al hablar.

Es lindo estudiar, observar, leer y ampliar nuestros horizontes. Sin duda agranda la cabeza, pero hay que tener cuidado de no agrandar el ego proporcionalmente.

Tan importante como cultivar el intelecto es cultivar la humildad. Pienso que es un verdadero desafío.

Usar un tono de voz suave, no emplear frases categóricas, saber escuchar, son todas actitudes que tendríamos que ir incorporando de a poco.

Me llevo de Galápagos las vistas al Pacífico, el sabor de sus plátanos y langostinos gigantes y la enseñanza de que no importa qué tan intelectuales seamos, siempre hay que conservar la humildad.

Grilled Lobster with Garlic-Parsley Butter







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