Como mujer casada y en pareja
hace más de ocho años, estoy en condiciones de asegurar que esta creencia es
completamente falsa.
Estar en pareja (perdón por la
cursilería) endulza la vida, pero un novio o un marido no llenan todo tipo de
vacío afectivo.
La familia, por otra parte, si
bien es fundamental, tampoco satisface otras necesidades emocionales que
tenemos como personas.
Creo firmemente que tener amigas
y compartir mucho tiempo con ellas, es lo que hace que los días sean más
lindos, y termina de cerrar el círculo de las relaciones afectivas.
Cuando sos chica, las amigas son
todo. Pasás horas y horas compartiendo momentos y experiencias. Pero a medida que transcurre el
tiempo, la vida se encarga de ir separándote.
La distancia física es uno de los
obstáculos más importantes a la hora de pasar tiempo con las amigas. En mi caso
particular, muchas de ellas viven en otras ciudades de la Argentina y del
mundo.
El pequeño grupo de amigas que
formamos en Buenos Aires, ciudad en la que paso la mayor parte de mis días, se
ha ido disgregando por la partida periódica de varias de sus integrantes.
Incluso sucede a veces, que aunque
vivamos en la misma ciudad, el paso de tiempo y las circunstancias que vive
cada una, hace que tengamos intereses cada vez más diferentes. Esto vuelve aún
más difíciles los encuentros.
Soy una mujer muy activa y me
gusta disfrutar de mi tiempo libre, pero a veces desearía tener cerca a alguien
más que comparta mis gustos, además de mi marido.
Salir a comer, mirar películas,
ir a tomar algo, viajar, son todos programas divertidos, pero lo son aún más
cuando se hace de a muchos.
No podemos enojarnos con la vida
si nuestras amigas se van a vivir lejos, o si viven cerca pero no comparten
nuestros intereses. Hay que aprovechar los momentos de encuentro que se nos
presentan, y estar abiertas a conocer nuevas personas también. Porque nunca se
sabe las nuevas amigas que nos depara el tiempo.
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