lunes, 22 de febrero de 2010

Conformarse o apostar al cambio


El trabajo es salud. Cuando trabajamos nos sentimos útiles y productivas. Además es muy gratificante ganar nuestra propia plata y no tener que depender de nadie.

Pero hay veces que el trabajo se vuelve una rutina casi intolerable. Si no nos gusta lo que hacemos, es muy difícil salir de la cama cuando suena el despertador a la mañana. Nos cuesta esforzarnos o destacarnos porque no tenemos incentivos. Los días se hacen eternos y nos descubrimos mirando el reloj cada cinco minutos para ver cuánto falta para irnos a casa. Es entonces cuando nos damos cuenta de que necesitamos un cambio.

El problema radica en que no es fácil cambiar de trabajo. Primero está el tema económico. Puede pasar mucho tiempo hasta que consigamos otra ocupación rentable ¿De qué vivimos mientras tanto?

Además, empezar de cero otra carrera es realmente intimidante. Ni hablar si se trata de una profesión poco tradicional como aquellas vinculadas con el arte.

¿Debemos conformarnos con trabajos tediosos que paguen nuestras cuentas? ¿Tenemos que jugarnos por lo que queremos de verdad a riesgo de socavar nuestra estabilidad emocional y financiera?

En muchas oportunidades he escuchado a la gente decir frases como… “cuando renuncie voy a escribir un libro”, “cuando renuncie voy a diseñar mi propia línea de ropa…”, pero conozco pocos casos en que se hayan hecho realidad.

Dicen que el que no arriesga no gana.
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viernes, 19 de febrero de 2010

Las cosas por su nombre


Siempre me molestaron las situaciones de incertidumbre. Admito que me gusta la estabilidad en todos los ámbitos de mi vida: profesión, pareja, etc.

Pero en la vida las cosas no siempre son blancas o negras. También existen los grises. Pareciera que, en general, las mujeres tenemos dificultades para aceptar esto último. La indefinición nos molesta y tenemos la necesidad de etiquetar todo.

En estos días he tenido conversaciones con amigas que terminaron con sus novios. Ellas ahora están pasando por ese período posterior a una ruptura en el que las cosas no están claras. El noviazgo ya no existe, pero no se cortó el contacto. Ellas se quejan de que no se sabe qué clase de relación tienen con sus ex parejas. Necesitan ponerle un nombre: noviazgo, salidas formales y constantes, o corte definitivo.

Yo creo que esta necesidad tiene que ver con la búsqueda de la seguridad. Cuando tenemos todo etiquetado y controlado nos sentimos más tranquilas.

Hablando con hombres y mujeres, les he preguntado qué es lo principal que buscan en una relación amorosa. Muchos hombres me respondieron: química y compañerismo. Hubo mujeres que me contestaron lo mismo, pero muchas más dijeron que lo que priorizan es la seguridad (esto engloba fidelidad y contención psicológica y económica).

Entonces no me sorprende cuando compruebo que mis amigas se empeñan en ponerle un nombre a todo. El problema es que muchas veces nos va a tocar atravesar por períodos de transición y, en esas oportunidades, nada es seguro.

El mayor desafío consiste, justamente, en sortear con astucia y paciencia estos momentos. Esperar que sea lo mejor y entender que no podemos controlar todo.
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sábado, 6 de febrero de 2010

El precio de la libertad


Hombres y mujeres, a lo largo de la historia, han luchado por conseguir ese derecho natural fundamental que llamamos libertad. Sin ella no puede construirse una existencia digna. Para comprobar esto, basta con recordar la vida de aquellas personas que pasaron sus días bajo el yugo de los regímenes de esclavitud.

Hoy somos muchos los que gozamos de los beneficios de la libertad, aunque tristemente, algunos siguen soportando injusticias.

Sin embargo, la libertad no viene gratis. Ser libre significa ser responsables por las consecuencias de las decisiones que tomamos. Es que cada vez que elegimos una cosa en lugar de otra, marcamos nuestras vidas para siempre.

La realidad nos enfrenta todos los días con situaciones que debemos resolver. Qué carrera seguir, casarse o no, hijos o no, someterse a un tratamiento médico o no. Cada una de estas decisiones nos define. Desde las cosas pequeñas, a los grandes momentos de nuestra vida, lo único que marca nuestro destino es la libertad humana.

Dicen que todo tiene dos caras: la buena y la mala. La libertad es un bien supremo, pero puede convertirse en una carga cuando nos damos cuenta de que sólo nosotros somos plenamente responsables de lo que pueda suceder con nuestros actos. Es un peso tan grande que, por momentos abruma. Es el precio de la libertad.
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