martes, 30 de octubre de 2012

Uruguay I love you


Todas tenemos una lista de lugares en el mundo que morimos por conocer, o que ya conocemos y nos gusta tanto, que cada vez que podemos, nos hacemos una escapadita.

La verdad es que, en este sentido, yo no soy original: muero por París y me encanta Nueva York, como al 99% de las mujeres que conozco.

Pero hay lugares en el mundo que se nos meten debajo de la piel. Uruguay, para mí, es uno de ellos. Particularmente, sus playas me pueden. No son de aguas turquesas, ni de arena blanca, pero tienen un je ne sais quoi que me transmite paz y tranquilidad.

Uruguay no me gusta sólo por su movida esteña durante el verano. Me gusta por su simpleza, por la amabilidad de su gente, por sus kilómetros y kilómetros de playas desiertas, por sus brótolas al roquefort y su invitación al relax.

Curiosamente, uno de mis programas de cocina favoritos, Trocca a la Fontán, se trasladó a José Ignacio. Podría pasarme horas mirando a los dos chefs preparando todo tipo de platos frente al mar. Fantaseo con estar ahí con ellos, cocinando copa de vino en mano. Cada capítulo no hace más que alimentar mis ganas de volver.

Uruguay me recuerda a mi infancia, ensalza mi presente y me susurra el futuro. Me regala atardeceres reflexivos y noches frescas. Sueño con una vejez frente al mar, caminando descalza por la playa, compartiendo anécdotas con familia y amigos.

Uruguay me hace feliz. Hace nueve meses que no lo visito y ya se me está empezando a colar la nostalgia.
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viernes, 26 de octubre de 2012

Detox plan


Octubre ya tiene sabor a fin de año, época de balances, sobrecarga de actividades e inquietudes.

Sucede que, en general, arrancamos el año con bastante energía y, a medida que transcurren los meses, vamos acumulando estrés, por lo que habitualmente octubre nos encuentra bastante saturadas.

Una mujer saturada no puede hacer nada bien. No es sano sobrellevar altas concentraciones de estrés por la vida. Ahora bien, es cierto que hay factores de estrés que no pueden evitarse, como el trabajo o los problemas de salud, pero también es verdad que hay ciertas medidas que podemos tomar para desintoxicar un poco cuerpo y mente.

Por mi parte, octubre me encontró con ganas de hacer algunos cambios en mi vida. Entonce se me ocurrió encarar un detox plan que quisiera compartir con ustedes.

Para desintoxicar hay que eliminar todo lo que sobra, lo que no queremos.

El primer paso, y el más obvio, sería la alimentación. No consumir comidas que, si bien pueden parecernos ricas, no le aportan nada al organismo. Como amante de los copetines que soy, me está costando mucho eliminar de mi vida los cocteles con papitas fritas, pero de a poco me voy a acostumbrando a comer más sano.

El ejercicio también ayuda, claro. Visto y considerando mi poca inclinación hacia la actividad física, he recurrido a una profesora particular (o personal trainer, así quedo más cool) para que me guíe en esta difícil tarea de la constancia y la dedicación en el gimnasio.

Pero los cambios más importantes, tienen que ver no tanto con lo físico, sino más con la vida de relación. De nada sirve un cuerpo sano si no hay una mente sana. Mucho se ha dicho acerca de las personas tóxicas. Esas personas que hacen comentarios negativos todo el tiempo, que critican, que envidian. Doy fe de que realmente existen personas así. Es fundamental en el detox plan, alejarse lo máximo que se pueda de este tipo de personas. Así como eliminamos lo que le hace mal al cuerpo, también hay que eliminar lo que le hace mal al alma.

Perdonar, por otra parte, es clave. No existe verdadera desintoxicación si no dejamos ir los rencores. Perdonar aliviana el espíritu.

Otra pata fundamental es saber desprenderse. Hay que ser generosas con lo que tenemos. Si hay una prenda que tenemos colgada en el placar y no la usamos, hay que regalarla. Hay gente que no tiene nada que ponerse y es hasta inmoral acumular toneladas de ropa que jamás vamos a volver a usar. La felicidad que brinda ayudar a alguien que lo necesita es indescriptible, y por si esto fuera poco, el guardarropa queda más prolijo y fácil de manejar.

Como verán, no es necesario viajar a la clínica de La Prairie en Suiza para alcanzar una desintoxicación de cuerpo y mente. Basta con proponerse algunos pequeños objetivos y hacer lo posible por cumplirlos.


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miércoles, 24 de octubre de 2012

No snobearás


Ayer por la noche fui a una degustación de vinos con la mamá de mi marido. Ella me invitó porque sabe lo mucho que me gustan los vinos y le pareció una linda oportunidad para hacer un programa juntas.

La verdad es que la pasamos muy bien. La gente, en general, tenia cincuenta años o más, yo estaba bastante por debajo, pero a mí no me importaba, ya que estaba demasiado entretenida maridando vinos con quesos.

Charlamos con mucha gente (tanto, que uno de los organizadores me sugirió “conversar un poco menos y degustar un poco más”).

Una de las personas con la que conversamos era una mujer americana que recientemente se había mudado a Buenos Aires. Le pregunté por qué se había venido a vivir a la Argentina y me contó que luego de muchos años de trabajar en Wall Street, había optado por llevar un estilo de vida más tranquilo y “open mind” que el que llevaba en Manhattan.

Hablamos un rato largo acerca de vinos y restaurants. Yo, como me gusta tanto la gastronomía, me sentí lo suficientemente cómoda como para recomendarle bodegas para visitar en Mendoza y restaurants para ir a comer en Buenos Aires. Pero cada lugar que yo mencionaba, mi interlocutora neoyorkina lo rechazaba con una mueca de menosprecio. “Ah, si lo conozco, pero no vale mucho la pena”, “Si, si, I know it, mmm, not so good…

Claramente no había nada que yo pudiera decir en esa conversación que a ella le acomodara. Me hablaba con aires de superioridad gastronómica, sin el más mínimo interés en lo que yo pudiera aportar.

Yo tampoco pretendía recibir una respuesta muy entusiasta que digamos, pero si estoy compartiendo mis opiniones con alguien, lo mínimo que espero es que no me snobeen.

Verán, no importa si sos un erudito en algún tema, siempre hay que escuchar a los demás con una cuota de humildad.

Muchas veces me he topado en la vida con personas que, al igual que la señora americana, creen sabérselas todas en algún ámbito, ya sea gastronomía, moda, política, derecho, economía, o lo que sea.

Pero la realidad es que uno nunca sabe cuándo puede encontrarse con un aporte interesante, por mucho que se sepa de algún tema. Saber escuchar es una virtud, es la virtud de los grandes. Porque quien cree saberlo todo, no aprende nada más, y eso es muy triste.

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sábado, 13 de octubre de 2012

Mimate


Las mujeres llevamos ínsita en nuestra naturaleza, esa necesidad de dedicarnos a los demás y de postergarnos.

Piensen por un momento cuántas horas de sus semanas dedican a los otros, a cuidar a alguien, a acompañar a alguien, al trabajo, etc.

En general ocurre que no nos ocupamos mucho de nosotras mismas, y luego nos preguntamos por qué estaremos tan estresadas.

Algunas tenemos la suerte de contar con personas que nos mimen, pero muchas veces sucede que la dedicación y el esmero que ponemos en todo, no nos es retribuido proporcionalmente.

Mi teoría es que no tenemos que esperar a que los mimos vengan de afuera. Tenemos que aprender a mimarnos nosotras mismas. Si somos capaces de desarrollar una increíble capacidad de mimar a los demás, ¿cómo no vamos a ser capaces de auto aplicarlo?

Las formas en las que podemos mimarnos son muchas:

Sentate en un lindo restaurant, con mantel blanco impecable, a disfrutar de una sopa de calabazas asadas con una copita de vino tinto.

Comprate un ramito de tus flores preferidas. Ayer me regalaron uno de margaritas chinas y son tan lindas que no me canso de mirarlas.

Regálate un spa day para disfrutar de un masaje con aceites perfumados.

Andate sola al cine a disfrutar de esa película que a vos te encanta, pero nadie te quiere acompañar a ver.

Apagá el teléfono.

Sumergite en un libro con una tetera llena de tu té favorito.

Visitá a la manicura.

No importa la forma en que lo hagas, lo importante es dedicarte a vos misma. Mimate, querete. Si no lo hacés vos, no esperes que otros lo hagan.

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domingo, 7 de octubre de 2012

Un casamiento no es un boliche



Anoche se casó una de mis más queridas amigas. Salió todo divino. En cada detalle se reflejaban meses y meses de trabajo y dedicación.

Yo, por mi parte, desde mi pequeño papel, decidí trabajar en lo único que tenía a cargo, mi look. Elegí con mucho esmero mi vestido y mis accesorios.

En la fiesta habían muchos vestidos muy lindos, de diversos colores, desde un atrevido rosa fuerte, hasta unos lindísimos y sobrios modelos negros.

Para mi estupor, también me encontré con algunos atuendos altamente cuestionables. Vestidos apretujados, hipercortos de lurex, lycra y otros horrores.

Ustedes pensarán, ¿quién no ha ido alguna vez a un casamiento con un vestidete sexy? Estamos de acuerdo, yo también tengo un par de muertos en el placar, pero los años me han dado un mínimo de lucidez para darme cuenta de que hay un momento y un lugar para todo.

Cuando una tiene 18 o 20 años, puede get away con algún modelo más atrevido rozando lo slutty, pero les puedo asegurar que las señoritas que vi anoche ya habían pasado los 18 hace tiempo.

Los bares, los boliches, son ambientes propicios para ponerse los trajes de lobas, pero un casamiento es un acontecimiento formal y elegante en donde no hay que abusar de la desnudez.

Es por eso que pienso que por respeto a los anfitriones, las mujeres deberíamos abstenernos de disfrazarnos de vedettes en los casamientos, comidas formales, etc.

Apelo a que mi reducido número de lectoras, me va a secundar en esta moción. Será nuestro pequeño aporte en honor al buen gusto.
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martes, 2 de octubre de 2012

Uno de esos días


Todas las mujeres tenemos, cada tanto, uno de esos días en los que preferiríamos no habernos levantado de la cama.

Efectivamente, hay días en los que todo sale mal y  hasta llegamos a pensar “dónde está la cámara, porque esto tiene que ser una joda”.

No sé si a ustedes les pasa, pero a veces me da la sensación de que la gente ya no tiene ganas de trabajar, entonces todo se hace mal. Terminamos lidiando con nuestros problemas, y también con la incompetencia o la negligencia de los demás.

Lamentablemente, no podemos hacer mucho para cambiar a las otras personas. El contador te entrega el informe dos días tarde, la modista corta mal el vestido, el vecino tira una tostada quemada al jardín interno de de tu departamento, y hay que bancársela.

Todos estos episodios hacen que vayamos acumulando bronca adentro. Entonces es normal que en algún momento explotemos.

En mi experiencia, lo mejor que se puede hacer en días como éstos, es salir a dar un paseo. Salir de la casa, la oficina o donde sea que se encuentre la fuente de mal humor, y caminar aunque sea unos minutos, sin rumbo. Caminar ayuda a oxigenar la cabeza y a descontracturar los músculos.

En lo personal, me gusta recorrer algún mercado de alimentos frescos, visitar la Iglesia más cercana o chusmear las vidrieras de las casas de ropa.

Cuando no podemos más de problemas, es sorprendente el poder regenerador que tiene comprar un ramo de flores, unas sales de baño o una bolsa de pancitos de queso recién salidos del horno (generalmente me los como en el camino de vuelta, llego a casa con la bolsa vacía).

Quedarnos encerradas masticando bronca es lo peor que podemos hacer. Cuando salimos a caminar evitamos el contacto con los que nos rodean, y de esa forma no decimos o gritamos cosas de las que después nos arrepentimos.

Un paseo corto es la solución más práctica, fácil y económica para combatir el mal humor. 
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