martes, 31 de diciembre de 2013

2014, Año Nuevo

ChampagneEl calendario 2013 llega a su fin, se cierra un año más y todos hacemos  un balance de lo positivo y negativo que hemos vivido.

También solemos hacer nuestra lista de resoluciones para el nuevo año que comienza. 

Comparto con ustedes mi lista versión 2014. Esto es lo que quiero para este año que comienza:

1. Salud. He llegado a comprender que la salud es lo más importante de todo. Sin salud no se disfruta de nada. Quiero salud para mí y mis seres queridos.

2. Sabiduría, para tomar decisiones inteligentes, no sólo en el trabajo, sino en todos los ámbitos de la vida.

3. Carácter, para vivir conforme a mis convicciones sin que me importe lo que digan o piensen los demás.

4. Muchos momentos de pareja, para compartir con mi marido. Ya brindaremos juntos por el nacimiento de nuestro primer hijo con esa botella de vino tinto que estamos reservando. 

5. Paciencia, para aceptar los tragos amargos y llevarlos con amor.

6. Arte, en la cocina, en la música o en el lápiz, no importa la forma, quiero mucho arte en mi vida.

7. Paz, para disfrutar de los momentos simples de la vida.

8. Champagne, viajes y glitter. También son necesarios los toques de superficialidad y diversión.

9. Vida sana. Acostarme temprano, disfrutar de las mañanas, hacer ejercicio, comer bien y tener pensamientos positivos.

10. Ser amable. Dar todo el amor posible a los que me rodean, especialmente a mi pequeño bebé. 






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sábado, 28 de diciembre de 2013

La odisea de estar embarazada en verano

Estar embarazada es sin lugar a dudas una bendición.

Pero esta linda idea de gestar y tener un bebito, viene acompañada de una serie de efectos colaterales muy poco elegantes.

Si bien hay mujeres que nunca padecen los síntomas del embarazo, otras los tenemos todos (con más intensidad los primeros meses, pero aún presentes cerca del final del segundo trimestre).

Además, soy una convencida de que el verano agudiza aún más los malestares. Sin mencionar que este es uno de los veranos más calientes de los últimos años.

Ponerse un traje de baño cuando una se siente una pelota, es todo un desafío. La cintura ha menguado y la retención de líquidos está a la orden del día.

No importa si te cuidás con la comida o si sos una mamá muy fitness, el cuerpo no es el mismo y la ropa ya no luce.

Podés pasarte horas rotando sobre un pareo o una reposera buscando la posición ideal para tomar sol, no la vas a encontrar. Todo es incómodo.

Te rodean miles de mujeres con sus panzas perfectamente trabajadas y una con su mega barriga tiene ganas de hacer un pozo en la arena y meterse adentro.

La próxima vez habrá que hacer como Kate Middleton que pasó gran parte de su embarazo en invierno, divina y cubriendo su baby bump con unos tapados paquetísimos.

El verano deja todo al descubierto y hay poco margen para conservar la elegancia.

Todos te dicen que estás "radiante" (palabra inventada por vaya a saber quién para designar una mujer embarazada e hinchada), ahora vos te sentís lo menos sexy que pisa la Tierra.

Y si, estar embarazada no es sexy, ni elegante, ni glamoroso. Pero cuando estás acostada en la cama y tu bebé da sus pataditas de alegría en la panza, todos los contratiempos valen la pena.




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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Por esnobismo o por amor al arte

{table for two : manger by mimi thorisson, médoc, france} by {this is glamorous}, via FlickrEsta tarde me compré un nuevo libro que ha salido referido al parador restaurant La Huella, de José Ignacio Uruguay.

Como soy una ansiosa atolondrada que no sabe esperar (al menos eso me dice siempre mi marido), esta misma noche me he puesto a ojearlo.

Me encantó leer un breve resumen de la vida que llevaban los dueños del lugar antes de abrir las puertas del parador.

Uno imagina vidas llenas de glamour y esnobismo, considerando que La Huella es el parador de moda de unos de los balnearios más exclusivos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.

Los dueños e impulsores de La Huella son hombres rústicos, que se ganaban la vida lavando copas y que viajaban por el mundo con lo puesto y pocas monedas en los bolsillos.

Son hombres que sueñan, cocineros, artistas, bohemios.

Manejan un negocio top, pero lo hacen por amor al arte (y como un negocio también, claro).

Esa idea me hizo reflexionar. En la vida muchas cosas pueden hacerse por amor al arte o meramente por esnobismo.

Ir a comer a un lugar como La Huella puede ser el medio ideal para ver y ser visto, o puede ser más que nada una experiencia gastronómica, casi artística.

El verdadero amante de la gastronomía se apersona en el restaurant no para ver gente, sino para degustar las croquetas de cangrejo.

Lo mismo ocurre con la literatura. Hay quienes leen a Chéjov porque les gusta, hay quienes lo leen porque queda bien decir que leen a Chéjov.

He recibido miradas de lástima cuando en alguna ocasión he dicho que no termino de comprender a Borges. Ahora bien, si realmente no me gusta, ¿porqué tengo que fingir admiración para quedar bien?

Alguna vez fui tildada de esnob por mi madre, cuando hace algunos años molía maní tostado para agregárselo al wok de pollo. No lo hacía por esnob. Realmente me gusta el pollo con maní. No es por hacerme la rara.

Elegir un restaurant, leer un libro, hasta comprar un traje de diseñador son acciones que pueden entrañar un simple acto de esnobismo o un verdadero tributo a algo que consideramos arte. Todo depende de si lo hacemos mirando a los demás o a nosotros mismos.

Que todas nuestras elecciones sean impulsadas por el amor al arte, que es, en definitiva, lo que enriquece el espíritu.

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