martes, 29 de enero de 2013

Las mujeres y los detalles


Todos tenemos, en mayor o menor medida, capacidad de disfrutar de las cosas o momentos buenos. 

Apreciamos una casa linda, una buena comida, una conversación entretenida, como experiencias globales.

Las mujeres, en general, además de disfrutar de las cosas de la vida, somos capaces de aprehender detalles y de valorarlos casi más que a la experiencia entera en sí.

Es que creo que son estos detalles los que hacen que las cosas sean especiales. Pueden parecer pequeñeces, pero en definitiva generan la diferencia entre algo bueno y algo genial.

Hace poco fui a un restaurant al que califico como muy satisfactorio. La comida fue excelente, el servicio impecable y el lugar encantador. Sin embargo, lo que más se me grabó en la memoria fue la ramita de lavanda que había sobre la servilleta blanca recién planchada.

Me gusta estar en los detalles. A mí me conmueven, y siento que a través de ellos yo también puedo conmover a los demás.

Me divierte servir petit fours junto al café, colocar jaboncitos de hotel en el baño, encender velas en una comida romántica, picar hierbas frescas para presentar un plato y ponerle perfume a las sábanas.

Como muchas mujeres, no sólo soy detallista, valoro los pequeños gestos en los demás. En todos, desde la gente con la que trabajo, hasta el verdulero que te elige los mejores tomates.

Y, por supuesto, me encantan los detalles en un hombre. Que levante la mano la mujer que no se derrite cuando su pareja le compra sus flores preferidas, recuerda cuál es su película favorita o le trae el desayuno a la cama.

Nada más atractivo en un hombre que estar atento a esas pequeñas cosas que nos dan felicidad.

Un detalle dice “me importa”, “me ocupo”. Un detalle refleja la personalidad de su autor y hace del mundo un lugar más lindo.

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martes, 22 de enero de 2013

Más grandes ¿y más sabias?


A escasos días de mi cumpleaños, me puse a pensar si es que existe un costado positivo del paso del tiempo.

Conozco a muy pocas mujeres que les guste cumplir años. Es que en general, te tira para atrás la idea de que te estás poniendo “más vieja” y que la vida va pasando.

Claro que también hay mujeres que se toman el paso de los años con una filosofía más zen, y celebran cada año trascurrido como una nueva tanda de experiencia y sabiduría.

Sin embargo, no puedo evitar poner ligeramente en duda esta postura optimista.

Los años van pasando y la experiencia de vida se acumula, pero muchas veces me encuentro a mí misma repitiendo por enésima vez los errores del pasado.

¿A quién no le ha pasado decir “es la última vez que…” y después lo volvemos a hacer?

Llamar a un ex novio que sabés que no te hace bien, comer como bestia, hablar de más, apurar un proyecto o una relación, agarrar un trabajo que no te convence. Típicos errores que cometemos y seguimos cometiendo, no importa cuántas veces lo hemos vivido.

A medida que pasa el tiempo, los defectos se profundizan. Aparecen las arrugas, salen las canas, pero las mañas no se van ¿Nos ponemos más sabias o más necias?

En mi caso, las arrugas y las canas aún no se asoman (¡Gracias Dios!). Sólo espero que cuando esto ocurra, aparezcan acompañadas de un poco de discernimiento, templanza, paz y mucha, pero mucha sabiduría.
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domingo, 20 de enero de 2013

Una mujer sensible


Este blog se llama “Una Mujer Moderna”. Desde aquí intento propiciar la libertad, la iniciativa y el empuje femenino desde todo punto de vista.

Me gustan las mujeres que abren su propio camino, que no dependen de un hombre, que vencen sus miedos, que van por más.

Pareciera, entonces, que abogo por un prototipo de mujer avasallante y que en esa dirección invito a caminar a todas mis compañeras de género.

Sin embargo, la experiencia diaria nos demuestra que las mujeres tenemos nuestros días en los que no nos identificamos con una amazona valiente sino que, muy por el contrario, nos sentimos como un pequeño pollito mojado.

No sé bien cómo definir estos días. Son días sensibles, particulares, en los que la piel está más alerta. En realidad, todos los sentidos están exacerbados.

Un comentario que en otro momento puede no importarnos, en esos días nos llega mucho más.

Todo nos hace llorar, TODO. Un cumplido, un insulto, una caricia, una oración, un recuerdo. TODO.

En esos días, tenemos la necesidad y buscamos que nos protejan, ya sea una mamá, un papá, un novio, o simplemente los pliegues de una frazada. Buscamos refugio en quien sea o en donde sea, como un gatito asustado.

No son días para emprender grandes empresas, sino más bien para quedarse en casa, entre almohadones con una reconfortante taza de té, o sumergida en una bañera con sales de lavanda.

Las mujeres tenemos nuestros días sensibles, y está bien que así sea. Porque allí radica lo exquisito de nuestra naturaleza, en que somos increíblemente fuertes y frágiles a la vez. Somos protectoras por excelencia, pero de vez en cuando, muy cada tanto, necesitamos que nos protejan. 
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miércoles, 16 de enero de 2013

Cómo disfrutar el verano



Para muchas de nosotras, el verano es sinónimo de vacaciones. Existen tantas versiones de vacaciones como mujeres hay en el mundo.

No hace falta viajar a lugares exóticos y lejanos para pasarla bien. Es cuestión de actitud. Cada una disfruta a su manera. Aquí les dejo una lista de tips y actividades para saborear el veranito. Espero que les gusten.

Mirar el mar. Por tiempo indefinido, simplemente fijar la mirada en esa masa de agua verde intensa y dejarse llevar. Soltar los pensamientos negativos para que se los lleve la marea.

Comer un ceviche de algún pescado local, con mango y cebollita morada, acompañado de un sauvignon blanc bien frío.

Comprar un ramito de flores o unas frutas bien perfumadas de estación, para aportar aromas, sabores y colores a nuestra casa.

Poner música mientras cocinamos para nuestros seres queridos. Hay que aprovechar las vacaciones para preparar nuestro propio alimento. Hasta el pan podemos hornear. Ya no hay excusas como la falta de tiempo.

Devorar un libro, una serie de televisión o una película, acompañada de una caja de bombones.

Enfrascarse en una conversación con amigas mientras disfrutamos de un champagne rosé.

Vestirse totalmente de blanco. Si, de pies a cabeza, incluso con algunos adornos de perlas o nácar. Seamos sinceras, sólo en verano, cuando estamos tostaditas, el blanco realmente nos luce.

Aclararse el pelo un par de tonos. Hay que animarse a hacerse unas mechitas más claras para dar un shock veraniego a nuestras melenas. Llevarlas un poco despeinadas, medio sauvage, es un look estival total.

Curar las heridas del alma. Tener horas y horas de ocio, facilitan la reflexión, la introspección y el acercamiento a Dios. Que las vacaciones nos ayuden a perdonar a los que nos ofenden, a abandonar los miedos que nos limitan y a manifestar afecto a nuestros seres queridos. 
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lunes, 14 de enero de 2013

Punta del Este: entre el glamour y el relax


Queridas lectoras, no me he muerto, mi ausencia en este blog se ha debido a que estoy tomando unas lindas vacaciones en un lugar en el que, hasta hace poco, no contaba con una conexión decente a Internet.

No es que me haga los rulos pensando que miles de mujeres estaban desoladas preguntándose por qué no escribí en tanto tiempo, pero espero que alguna que otra me haya extrañado.

Aquí estoy, en la fascinante ciudad de Punta del Este, que cada año que pasa me gusta más.

Aproveché estas últimas semanas para vivir sin teléfono, sin Internet y sin televisión. Totalmente desconectada, me dediqué a la lectura, a cocinar y a algunas salidas esporádicas a comer.

Estando acá, frente a un mar que ruge y sin ninguna ocupación en particular, me veo tentada a hacer vida casera y tranquila. Pero es realmente un desperdicio estar en un lugar como Punta del Este y no salir a disfrutar de los lugares que tiene para ofrecer.

Los primeros minutos del 2013 me encontraron en la magnífica fiesta del hotel Conrad rodeada de familia y amigos de toda la vida. La fiesta estaba ambientada en la cultura maya (como una forma de rendirles tributo y decirles que los perdonamos por equivocarse con lo del fin del mundo).

Esta temporada he conocido nuevos restaurants con muy buen nivel gastronómico como el peruano “Nuna” y la panadería/bistró “La Linda”. También he visitado varias veces mis restaurants favoritos, “La Huella” siempre fashion y vigente y “Lo de Charlie” (en mi humilde opinión, la mejor cocina de Punta del Este).

En lo que a lectura respecta, compré dos libros. Uno de ellos resultó ser un fiasco total, y el otro todo un hallazgo. Sucumbí a los dictados de las masas y compre “Las 50 sombras de Grey”. Ya me habían advertido que se trataba de una novela erótica, pero nada me preparó para lo que me encontré: literatura chatarra, básicamente porno y de mal gusto, y además aburrida. Le di una oportunidad hasta el capítulo 18 y la dejé.

Por otra parte, me sorprendió gratamente un pequeño libro titulado “Reinas de Francia” de Jean Cocteau, una obra que dedica unas pocas páginas a recordar algunas de las figuras femeninas más importantes del país Galo.

Así que ya ven, la estoy pasando de mil maravillas, disfrutando mucho y tratando de cumplir mi única resolución de año nuevo: ser feliz.
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