miércoles, 30 de diciembre de 2009

Las vacaciones del alma


Por primera vez en mucho tiempo logré desconectarme de mis preocupaciones. No me malinterpreten, siguen existiendo y por momentos se cuelan en mis pensamientos. Pero se puede decir que estoy relajada. Lo cual, para mí, ya es muchísimo.

La clave está en irte a otro lado. A cualquier lugar que no sea aquel en el que se desenvuelven tus actividades cotidianas. Me pasa que si estoy en mi casa, por más que tenga tiempo libre, estoy pensando en todo lo que tengo que hacer.

Bueno, ahora no estoy en casa. No estoy muy lejos tampoco, pero lo suficiente como para sentir que hubo un cambio en mis días. Los paisajes son distintos, los olores son distintos, los ruidos son distintos, el ritmo es más lento.

No tengo apuro en llegar a ningún lado. Mi agenda está en blanco. Hago lo que quiero. Disfruto el momento.

El mar, el sol, libros, un buen vino, la cocina, caricias al alma.

En unos días se va a terminar, pero mis pilas estarán recargadas para enfrentar lo que venga. El año nuevo será mejor. Supongo, o al menos eso espero.
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miércoles, 23 de diciembre de 2009

La mujer elegante


Ya llega fin de año. Para variar, estoy cansada. Cuento los días que faltan para que empiecen mis anheladas vacaciones. No puedo más. Como seguramente les pasa a muchas de ustedes, el año nuevo me encuentra estresada.

Queda claro que las fuentes de estrés de nosotras las mujeres no se reducen al ámbito laboral.

Pensemos un minuto. No sólo no nos hemos librado de nuestros antiguos quehaceres, sino que se han sumado unos cuantos más a la lista.

Hoy trabajamos, también estudiamos para mantenernos actualizadas, nos ocupamos de asuntos domésticos, cuidamos de nuestras parejas y las más valientes hasta se animan a asumir la responsabilidad de tener hijos…

Ni hablar de los cuidados estéticos…depilación, gimnasio, dietas, planear el guardarropa (sujeto a presupuesto)…Parece una tarea inacabablemente cansadora.

Sin embargo, existe un tipo de mujeres que parecen tenerlo todo bajo control. Las que están siempre impecables, las que mantienen la casa divina, son trabajadoras, tienen muertos de amor a sus novios/maridos, en fin…las que yo llamo “mujeres elegantes”.

Entiéndase que utilizo la palabra “elegante” en un sentido más amplio del que comúnmente se le atribuye.

Elegante es la mujer que se siente bien dans sa peau. En francés quiere decir algo así como sentirse bien con una misma. Ser segura, pero no pedante. Valorarse una por lo que es. Aceptarse, potenciarse.

La mujer elegante conoce sus atractivos y sus defectos físicos. Sabe cómo vestirse. Qué puede ponerse y qué no.

La mujer elegante sabe qué espera de una profesión, cómo encararla, cómo optimizar sus talentos y cómo evitar frustraciones.

La mujer elegante es auténtica en sus relaciones afectivas y no traiciona. Se maneja con altura, con clase.

La mujer elegante no es aquella a la que todo le sale bien. Todos tenemos nuestras miserias. Se trata de trabajar con el material que tenemos. Hacer lo máximo de lo que somos. Con naturalidad y confianza en nosotras mismas.

Claro que todo esto no es más que una mera hipótesis personal. Todas las mujeres elegantes que conozco encuadran en mayor o menor medida en esta descripción. Son mujeres imperfectas, pero que desprenden una especie de magnetismo cuando entran a un lugar. Mujeres con luz propia, diría yo.
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martes, 15 de diciembre de 2009

Navidad


Una vez más, nos disponemos a festejar la Navidad. Una de las celebraciones Cristianas más importantes.

Nuestras casas se llenan de colores verdes, colorados, plateados y dorados. Empezamos a pensar en el menú navideño del veinticuatro a la noche, compramos regalos, etc. Un ritual anual que, en muchos casos, sucede casi por inercia.

Nos olvidamos que la Navidad se refiere a un hecho fundamental para la historia de la humanidad: el nacimiento del niño Jesús, nuestro Dios.

Ahora bien, con este acontecimiento tan importante en mente, cada uno de nosotros se planteará qué significa en su vida la venida de Cristo. Yo quiero compartir con ustedes qué significa para mí.

Desde hace muchos años, desde chiquita, desde que mi madre me enseñó a conocer a Jesús, tengo una asociación fija en mi cabeza. Para mí Cristo = amor.

Si, Él representa la venida al mundo para salvarnos, dar la vida por los demás. En una palabra, amor. Porque qué otra cosa es el amor sino dar la vida por los demás, poner al ser amado en primer lugar, antes que uno mismo.

¿Alguna vez se preguntaron de dónde viene esa fuerza tan poderosa que es el amor? Yo elijo creer que de Dios.

Por eso, en esta Navidad, quiero agradecer por todo el amor que hay en mi vida y quiero pedir por aquellos a los que amo. Gracias por mis padres, hermano, abuela, tíos y primos. Gracias por el amor de mi vida y futuro marido. Gracias por los amigos tan maravillosos.

Lo único que pido en esta fecha, es la felicidad y el bienestar de todos aquellos que amo. Principalmente por los que más sufren.

Amar es desear el bien al prójimo, y que tu propia felicidad dependa de la de ellos.
¡Bienvenido sea el amor en la vida! ¡Bienvenido niño Jesús! ¡Feliz Navidad!
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viernes, 11 de diciembre de 2009

Cuando el dolor ahoga


En el mundo existe el bien y existe el mal. Esto no es ninguna novedad. Todos sabemos disfrutar de lo bueno. Es muy fácil. Lo complicado es cuando nos suceden cosas malas. Es entonces cuando nuestro equilibrio interior comienza a tambalearse.

Hay cosas malas que son más graves que otras. Algunas son ocasionadas por terceros, otras por nosotros mismos, y algunas no son imputables a nada ni nadie en particular. Simplemente pasan. No sabemos bien por qué.

Pero todas las cosas malas tienen algo en común: nos provocan dolor. Esa palabra que hasta escribirla o leerla duele. Esa palabra que designa un sentimiento tan profundo y humano como incomprensible.

El dolor está en todos los rincones del mundo. El hambre, la injusticia, las enfermedades, el desamor: grandes generadores de dolor.

El dolor puede ser suscitado por algo que nos pasa a nosotros o por algo que les pasa a aquellos que amamos.

En mi corta vida, he visto la cara del dolor. La he visto en los ojos de una amiga sufriendo porque el hombre que amó durante tres años, ya no la quiere. Lo único que ella podía ver en aquel momento era el resto de su vida sin él. Días vacíos, sin amor.

He visto la sombra del dolor en la cara de una persona que perdió a uno de sus padres, o a uno de sus hermanos.

Veo el dolor en mis propios ojos cuando pienso en que mi familia ya no es una familia, o cuando convivo con la enfermedad de uno de los pilares de mi vida.

Cuando se sufre tanto, cuando el dolor llena cada espacio de tu cuerpo, nunca se vuelve a ser la misma persona. Sos otra. Para siempre.

Nunca creí en esas ideas que relacionan al dolor como algo positivo porque permite crecer. ¿Acaso no sería mejor madurar de alguna forma más linda? ¿No sería mucho más llevadero un mundo sin dolor? Seguramente. Pero la realidad es otra y no hay nada más inútil que enojarse con la realidad.

Ante el dolor, la lucha, siempre la lucha, pero conscientes de que somos humanos y, por lo tanto, no omnipotentes.

Cuando me pasa algo malo no me enojo con Dios. Pienso que Él hace lo que hace. Punto. Muchas veces yo no lo entiendo, y eso me parece lógico. ¿Qué clase de dios cabe perfectamente en la cabeza de un ser humano? Sería un dios muy limitado ¿no les parece? Dios no se ajusta a la razón humana. Justamente porque es Dios.

Desde el fondo de mi alma, y de mi dolor profundo, les recomiendo que luchen por lo que quieren, recen por lo que no puedan humanamente, y no se enojen si las cosas no salen como esperaban.
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viernes, 4 de diciembre de 2009

Proyectar es iluminar el presente y el futuro


En esta oportunidad tengo ganas de escribir sobre los sueños. Esta palabra se utiliza para designar esas historias que nuestra mente nos cuenta mientras dormimos. Pero también se le atribuye otro significado. Los sueños son los proyectos que nos encantaría realizar.

Las mujeres tenemos sueños, anhelos, proyectos de vida. En el ámbito sentimental, familiar y profesional. Ahora quiero detenerme sobre estos últimos.

De chica soñaba con ser cantante, actriz, escritora y hasta política. Si, los sueños van mutando a medida que corren los años, pero lo que nunca cambia es ese grito interno. Esa necesidad de realización personal. Independientemente de qué soñemos, lo que no cambia es el hecho de soñar.

Charlando con algunas amigas me di cuenta de que no todas las mujeres tienen proyectos en el ámbito profesional. Y esto es bueno aclararlo. Algunas de ellas tienen otra idea de lo que implica la auto realización, y no involucra para nada una carrera. Sin embargo, tienen una noción de lo que quieren y apuntan a full para ese lado.

Yo creo que en eso radica la felicidad: en la búsqueda de esa realidad subjetiva que es la realización personal. Esto, evidentemente, no es nada fácil.

El primer obstáculo consiste en determinar qué es lo que queremos. En otras palabras, tener sueños. Una vez que sabemos hacia dónde tenemos que ir, hace falta la fuerza interna y la convicción de que podemos hacerlo. Finalmente, es necesario el talento, y, por si fuera poco, un toque de suerte. Parece muy difícil, casi imposible ¿no?

No importa, a pesar de lo difícil que es perseguir los sueños, no voy a resignarme a una vida sin ilusión. Es cierto que no hay peor lucha que la que no se hace. Nada peor que un alma vacía de contenido.

En el fondo, sigo siendo esa misma chiquita que estaba llena de proyectos. Pero hay una etapa para todo. La infancia es para soñar, la madurez es para poner las manos a la obra.
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