sábado, 28 de mayo de 2011

No abandonarás a tus amigas


La amistad entre mujeres es un fenómeno complejo.

He tenido la dicha de cosechar muchas buenas amigas durante mi vida. También he tenido la oportunidad de comprobar que las relaciones entre mujeres presentan varios matices que ameritan ser analizados, y en algunos casos, modificados.

En primer lugar, quisiera desmitificar que los hombres sean más sencillos que las mujeres. Antes yo creía que era así. Hoy veo las cosas diferentes. Descubrí que entre amigos también hay envidia, competencia y deslealtad.

Pero volvamos a las mujeres. Sin duda la competencia entre amigas, el chismerío cuando alguna no está presente y los prejuicios son obstáculos que se presentan con frecuencia, obstaculizando que se genere un verdadero vínculo de amistad.

Aún así, creo que existe un error más patológico que cometemos las mujeres: y es hacer que toda nuestra vida de relación gire alrededor de nuestra situación de pareja.

¿Por qué será que cuando estamos solteras vivimos pegadas a nuestras amigas, y en cuanto conseguimos un hombre nos borramos de la faz de la tierra?

Mi teoría es que cuando estamos en la dulce búsqueda necesitamos compañeras de salidas, y cuando nos deprimimos recurrimos a alguna amiga para llorarle en el hombro o compartir una botella de vino o un paquete de galletitas para ahogar las penas.

En cambio, cuando estamos en pareja nuestro centro automáticamente gira en torno a ese hombre que tanto nos gusta, y nos olvidamos de aquellas fieles amigas que tanto nos sostuvieron durante las épocas difíciles.

Hace siete felices años que estoy junto a quien es hoy mi marido. Sin embargo, no consigo mantener un contacto fluido con mis amigas.

Lograr reunir al grupo entero es más torturante que probarse un traje de baño en invierno.

Así es que, aquí viene mi llamado a la solidaridad femenina: chicas hablemos, organicemos programas y alimentemos la relación. Porque no importa qué tan felizmente casadas estén, no se puede vivir sin las amigas!!!
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jueves, 19 de mayo de 2011

La edad de soñar


Cuando somos chicos y nos preguntan qué queremos ser cuando seamos grandes, tendemos a dar respuestas peculiares. Los varones generalmente contestan: bombero, policía o jugador de futbol. Las niñas, a veces sueñan con ser estrellas de cine, o fantasías similares.

A medida que crecemos vamos madurando y descartamos algunas opciones que abrazamos de chicos, pero creo yo que nunca dejamos de soñar.

Todos tenemos anhelos, deseos que, en parte, se convierten en motor de la vida.

La desilusión sobreviene cuando alcanzamos la edad a la que pensábamos que nuestros sueños ya iban a estar concretados, o siquiera, en marcha.

Pienso que aquí radica el problema. Nos han entrenado para creer que hay una edad en que la ya debemos estar establecidos, y que a partir de esa edad nuestra vida ya no va a cambiar mucho.

Muchas mujeres entran en pánico porque se acercan a los 30, a los 40 o a los 50, y todavía no se les da lo que tanto desean.

Diganmé ¿a quién se le ocurre que a los 30 ya tenemos que tener la vida resuelta? ¿Quién es lo suficientemente soberbio como para afirmar que hay una edad para cumplir los sueños?

Con los años he descubierto que la frase “sólo sé que no sé nada” tiene mucho de cierto. La vida te sorprende todo el tiempo. Y así como suceden cosas malas, también pueden ocurrirte cosas buenas. NO DEJES QUE NADIE TE HAGA CREER LO CONTRARIO.

Estoy llena de sueños, algunos los he cumplido y otros aún no. Sin embargo, estoy orgullosa de por lo menos, seguir creyendo en mí. A pesar de los juicios de valor u opiniones que emitan los demás, siempre he actuado conforme a mis convicciones y a mis deseos. Y eso ya es un triunfo en sí mismo.
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viernes, 13 de mayo de 2011

Accessorize


Cuando tenía dieciséis años, me fui de viaje de estudios con mis amigas y amigos a Oxford, Inglaterra.

El objetivo del viaje era perfeccionar mi inglés, pero obviamente nos dedicamos más a la diversión que al estudio.

Me acuerdo que esperábamos que terminara la clase de la tarde para ir al centro de la ciudad. Solíamos ir con frecuencia a un negocio que se llamaba Accessorize. Nos pasábamos horas eligiendo pulseras, anillos y gomitas para el pelo.

Anoche, no sé por qué, me acordé de estas visitas al centro de Oxford.

Supongo que en los últimos años, las responsabilidades en mi vida tomaron una dimensión completamente diferente.

Tengo un trabajo importante, estoy casada y llevo adelante mi casa.

Además, a medida que pasan los años, los roles entre padres e hijos empiezan a confundirse, y uno se termina preocupando por sus padres, tanto como los padres se preocuparon por uno.

Hay muchas cosas que me hacen feliz actualmente, y estoy conforme con mis elecciones, pero no puedo evitar preguntarme, ¿en qué momento dejé de ser una chica, y me convertí en un adulto?

Las tardes en las que lo único que me importaba era salir con mis amigas e ir a Accessorize, quedaron muy atrás en el tiempo.

Crecer es parte de la vida, y las circunstancias que uno vive tienen mucho que ver con la rapidez de ese crecimiento.

Agradezco a Dios por todas esas personas que, a pesar de mis responsabilidades, me ayudan a que cada tanto pueda volver a sentirme libre como una adolescente.
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