domingo, 23 de diciembre de 2012

Ser feliz


Cuando termina un año y comienza otro, la gente tiene la costumbre de hacer una lista de resoluciones, es decir, una lista de objetivos que se quieren alcanzar en el año nuevo.

Yo no soy la excepción y todos los diciembres/eneros redacto en la última hoja de mi agenda, la lista de cosas que me he propuesto para el año que comienza.

Pero este año no quiero hacer una lista detallada de actividades a cumplir. Este año tengo una sola “new year resolution”: ser más feliz.

Me di cuenta que de nada sirve tener todos los títulos universitarios del mundo, conseguir tal o cual trabajo, casarse, tener hijos, conocer el mundo, o lo que sea, si no se disfruta la vida y se la transita con felicidad.

Siempre he definido a la felicidad en términos muy puntuales y terrenales: “cuando me reciba voy a ser feliz”, “cuando me case voy a ser feliz”, “cuando me vaya de viaje voy a ser feliz”. Lo cierto es que todos esos momentos de mi vida llegan, pero la felicidad no es como me la imagino.

Vivimos pensando que tenemos que vencer nuestros obstáculos y falencias para ser felices. Creemos que la vida de los demás es más fácil que la nuestra.

No sé si les pasa, pero a veces voy caminando por la calle, miro a la gente e imagino que no tienen problemas y que son re felices. Pensamos que los demás son más felices que nosotros.

La realidad es que todos, pero todos, tenemos problemas. Por más que muchos aparenten vivir una vida libre de preocupaciones y responsabilidades, les aseguro que también tienen sus temas.

No hay que esperar a que se solucionen los problemas para ser felices. En eso consiste el desafío, en tratar de ser felices en el día a día, aunque las cosas no sean perfectas.

Es todo cuestión de energía. Hay personas que tienen buena actitud y están siembre de buen humor. Esas personas son, en general, las más queridas por la gente. Son optimistas, agradables, disfrutan de la vida y no tienen prejuicios. Mi personalidad, neurótica y controladora me va a hacer difícil alcanzar esa mentalidad, pero estoy dispuesta a intentarlo.

Este es mi único objetivo 2013: disfrutar más, maquinarme menos, en definitiva, ser más feliz. 

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martes, 18 de diciembre de 2012

Pensando en las vacaciones

La tarde del martes me sorprendió con una baja de presión que me obligó a meterme en la cama y suspender todo tipo de actividades. A las pocas horas ya estaba mejor, pero no subestimo el mensaje que mi organismo me estaba dando: "basta".

Mi batería está muy baja y estoy a punto de apagarme. La conclusión es fácilmente deducible, necesito vacaciones. Gracias a Dios, ya falta muy  poquito para partir.

A mi valija van a ingresar, prioritariamente, traje de baño, sombrero y protector solar. El teléfono no va a sonar a toda hora y, felizmente, voy a poder dormir sin interrupciones hasta el mediodía. Ya puedo verme tendida sobre una reposera, rodeada de pilas de revistas y libros.

Cuando estamos de vacaciones, nuestro humor mejora, la piel se ve más radiante y la energía sube. Cortar con la rutina y relajarse es más que un placer, es una necesidad.

Imagino los kilómetros de playa, los atardeceres, las caipiroskas de maracuyá, y siento que ya no puedo esperar más. Mi concentración ha disminuido notablemente y me encuentro a mí misma contando en el calendario los días que faltan para irme.

Vacaciones es un concepto muy poderoso, que se anticipa semanas antes de que ocurra, a través del añoro y la expectativa, y que permanece semanas después de que ocurrió, a través de la calidez y felicidad de los recuerdos y anécdotas.

Vacaciones es la palabra mágica que nos brinda las últimas fuerzas para terminar el año.
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sábado, 15 de diciembre de 2012

La locura de fin de año



Fin de año es una muy buena idea en abstracto. Qué mejor que la proximidad de las vacaciones y de las fiestas familiares y religiosas. Pero en la práctica, fin de año es una locura, una serie de días frenéticos muy difíciles de sobrellevar.

La gente se pone muy nerviosa a fin de año. El mal humor, por algún motivo, impera. Acabo de bajarme de un taxi unas cuadras antes del destino, ahuyentada por las groserías del chofer.

Otra característica de diciembre es la tendencia al consumo compulsivo. Los shoppings están llenos de personas con hambre de productos de todo tipo y las tarjetas de crédito con sus promociones, fogonean este impulso consumista.

Lo mejor es tratar de vivir el fin de año con la mayor paz posible. Hace poco escuché una nota que le hacían a un psiquiatra sobre el tema del mal humor. Él explicaba que ante un problema, hay que preguntarse: ¿esto me va a cambiar la vida de acá a 5 años? Si la respuesta es no, entonces hay que tomárselo con más soda.

El estrés es dañino para la salud física y emocional. Afecta la vida de relación y no permite disfrutar de las cosas lindas que tiene diciembre.

Que las fiestas sean un motivo de reencuentro y oración, no una excusa para comprar y correr contra el tiempo.
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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Lo que trae el verano


La mañana de hoy me encontró con algunas horas libres y un verde jardín a mi disposición. El sol brillaba luego de varios días de lluvias y cielo gris. Decidí entonces inaugurar mi pre veranito. Me puse el traje de baño y me acosté a tomar sol con la esperanza de adquirir un leve color.

No soy muy amante del sol. Me aburre estar tendida con el único objetivo de broncearme. Además me atemoriza bastante el daño que puede generarse en mi piel. Por eso, a riesgo de sonar como folleto de dermatólogo, nunca me expongo entre las 12 y las 16 y siempre uso protector solar.

Los días previos al verano traen aparejadas muchas sensaciones. Una no muy agradable es la de ponerse el traje de baño por primera vez en la temporada. Estás blanca, todavía arrastrás algunos kilillos de más del invierno y no estás acostumbrada a pasearte con tan poca ropa, más aún considerando que los últimos meses estuviste protegida por capas y capas de abrigo.

El verano también trae otras sorpresas desagradables como el uso indiscriminado y desmedido de las ojotas de goma. De repente cientos de mujeres circulan por las calles luciéndolas como si el verano legitimara su uso en cualquier ocasión. Las ojotas de goma sólo se ven bien en la playa, y a lo sumo, cuando tenés las uñas recién pintadas y no podés ponerte otra cosa por unas horas. Pero sólo por unas horas.

El comienzo de los días cálidos también deja en evidencia a las mujeres desprolijas. Porque una depilación descuidada o unos pies sin pedicuría pasan desapercibidos en invierno, pero en verano todo está a la vista.

El verano comienza a anunciarse a mediados de la primavera con los primeros duraznos y cerezas, con el abarrotamiento de los gimnasios en donde mujeres desesperadas buscamos recuperar el tiempo perdido y con las sandalias que empiezan a asomarse tímidamente desplazando a los zapatos cerrados.

Unos reflejitos más en el pelo, una reserva de pasajes con destino a la playa, una blusa de un color estridente, cada mujer se prepara para recibir el verano de manera diferente. Pero todas con la misma convicción, que el calorcito y los días largos no pueden traer otra cosa más que lindos momentos por vivir.
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martes, 27 de noviembre de 2012

Mujeres inteligentes - Errores tontos


Todos los días, en diferentes partes del mundo, miles de mujeres inteligentes cometen errores básicos y tontos. Lo sé porque lo leo en los diarios y revistas, lo veo en la televisión y lo vivo con mis conocidas (además de haber cometido unos cuantos yo misma también).

Estoy hablando de mujeres inteligentes, pensantes, universitarias, con las que se puede mantener conversaciones profundas e interesantes. Sin embargo, algunas conductas se repiten patológicamente sin remedio.

He aquí una enumeración no taxativa de los errores tontos más comunes cometidos por mujeres inteligentes:
                
Pensar “conmigo él va a cambiar”. Los hombres no cambian sus defectos con el tiempo, a lo sumo empeoran. Creer que tenés la capacidad de reformar a un hombre es completamente iluso y hasta tonto. No te cases con un mujeriego pensando que cuando esté casado con vos va a ser diferente porque te vas a llevar una gran decepción. Casate con el hombre que te guste tal como es.

Teñir el vello facial. Jamás pero jamás. El vello se depila, no se tiñe. Teñirlo no lo oculta, sólo pasás de parecer un oso pardo a parecer un oso polar, nada más.

Hacer una dieta hipocalórica. Las dietas de 800 calorías o menos por día no sirven. Bajás 3 kilos en una semana, y a la semana siguiente subís 10. De peso se baja de a poco, día a día, prudentemente. Lo mismo se aplica al bronceado. El color se logra en 20 días. No menos, salvo que quieras arruinarte la piel.

Acosar a un hombre. Las mujeres desesperadas no son sexies. Llamar constantemente a un chico, ir a todos los lugares a los que él va y revisar exhaustivamente su perfil de Facebook no van a servirte de nada. Aunque te guste mucho alguien, no estés demasiado pendiente.

Los breteles de silicona. He escuchado a muchas mujeres decir: “me pongo el strapless con un corpiño con breteles transparentes”. Error. Los breteles de silicona no sólo se ven, sino que además quedan horribles.

Hacer preguntas cuya respuesta no querés oír. No le preguntes a tu novio: “¿quién te parece más linda Angelina Jolie o yo?”. ¿Qué pretendés que te responda la pobre víctima? La respuesta es obvia. Más vale no ponerlo en apuros y ahorrarse una posible respuesta desagradable.

Casarse disfrazada de otra. El día de tu casamiento tenés que estar lo más parecida a vos misma posible. Por eso si toda tu vida usaste el pelo suelto, no improvises un rodete tirante el día en que te casás. La fiesta de casamiento no es un día para experimentar un nuevo estilo, dejalo para cualquier otra ocasión.

Mentir con la edad. Quitarte años es lo más estúpido que podés hacer. La gente se da cuenta de que no tenés la edad que pretendés vender. O quizás te creen que tenés unos años menos, pero por dentro piensan “che, está bastante arruinada para ser tan joven”. Mejor es asumir los años con elegancia.

La lista no se detiene aquí. Los errores tontos de mujeres inteligentes son cada vez más comunes. Desde que el mundo es mundo se repiten a lo largo de las generaciones, y nada hace pensar que las cosas vayan a cambiar.
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viernes, 23 de noviembre de 2012

Cómo organizar tu guardarropa


Hoy es viernes, ya tengo la cabeza en modo “fin de semana”, así es que estoy con ganas de escribir sobre algún tema bien livianito (por no decir superficial), pero no por eso poco interesante para nosotras las mujeres.

El tema de hoy es cómo organizar bien el guardarropa. Aunque parezca algo sencillo, no todas las mujeres saben rebuscárselas en este ámbito. Confieso que tengo amigas que me han dicho textualmente: “che, a vos que te gusta ordenar, por qué no te venís un día a casa y me organizás el placar”.

Quiero hacer mi pequeña contribución al orden doméstico de las mujeres que conozco y de las que no conozco también. Acá van algunos tips útiles:

Primero y fundamental, un guardarropa sobrecargado nunca se va a ver bien. Si tenés cosas que sabés que no vas a usar más, regalalas inmediatamente. Como digo siempre, no acumulen toneladas de ropa al divino botón, hay gente que no tiene qué ponerse.

Intentá que todas las prendas estén a la vista. Generalmente lo que no ves, no te lo ponés. A mí me gusta colgar no sólo los vestidos, sino también las camisas y las remeras. De esa forma, está todo desplegado en un perchero y no apilado y enterrado en los cajones.

Separá la ropa de fiesta de la casual. No está bueno tener las lentejuelas junto con la ropa para ir al gimnasio. Dividí y guardá las prendas en cuatro categorías: fiesta, formal, casual y deportiva.

La ropa también se clasifica en vestidos, camisas, remeras, sacos, pantalones y polleras. Los accesorios van en sus respectivas cajitas y las pashminas prolijamente dobladas y apiladas.

El tema de los zapatos y carteras plantea distintas opciones. En cuanto a los primeros, algunas mujeres los tienen exhibidos sobre estantes especialmente hechos para zapatos. Yo no tengo estantes, pero destino una parte de mi placar especialmente para zapatos y los guardo en sus cajas con un cartelito que diga qué hay adentro. Por ejemplo: “tostados bajos”, “stilettos negros”, etc. El método del cartelito lo adopté un día, cansada de tener que abrir siete cajas antes de encontrar los zapatos que busco.

A las carteras las guardo sin excepción es sus fundas o cajas (o ambas). Una cartera siempre debe venir como mínimo con una funda para evitar que se rayen. Si el negocio no tiene fundas, directamente  no compres, todo lugar que se respete vende la cartera con una funda.

Sé que es una fiaca, pero tratá de que las perchas sean todas iguales, o por lo menos todas del mismo color. Hace que el placar parezca más armónico.

En fin, espero que estos breves consejos sirvan para hacer que sus respectivos guardarropas se vean más lindos. Las prendas ordenadas y bien guardadas se conservan mejor. Además esto ayuda  evitar el clásico “no tengo nada que ponerme”. A ordenar se ha dicho. Después me cuentan.
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martes, 20 de noviembre de 2012

5 cosas que no le quedan bien a nadie


Las mujeres somos todas distintas y está bueno que así sea. Cada una tiene su estilo. Dentro de ese estilo nos expresamos, en la ropa, en el pelo, en la forma de hablar, en todos y cada uno de los detalles que nos caracterizan.

Pero hay algunas cosas que, en mi humilde opinión, no le quedan bien a ninguna mujer. Si bien la lista es un poco más larga en realidad, la he reducido a 5 ítems básicos.

Por favor, entiéndase que la siguiente enumeración es completamente subjetiva y que no existe para nada ánimo de ofender a nadie:

1. El pelo corto tipo hombre: si ya sé lo que piensan, a Celeste Cid y Araceli González les quedaba divino. No, en realidad no. Les queda 10 veces mejor el pelo largo, pero son tan pero tan lindas de cara que el pelo super corto no las arruina. Sostengo que a una mujer siempre la va a favorecer tener el pelo por lo menos a la nuca. (Excepción: las señoras de más de 70 años a las que de hecho les queda mejor el pelo bien corto).

2. Los kilos de más: enfrentémoslo chicas, los kilos de más no son elegantes y avejentan. Cuando una mujer está excedida de peso, todo lo que se pone le queda mal, sin mencionar que pueden sumar hasta 10 años!!! (Aclaración: esto también se aplica a los hombres, así es que a bajar la panza). 

3. Los tatuajes: no hay vuelta que darle, no le quedan bien a ninguna. Por más prolija y radiante que estés vestida, si se asoma el tatuaje, la elegancia se escapa por la ventana. Puede parecer una buena idea cuando sos joven, pero acordate que después vas a ser una vieja tatuada.

4. El cigarrillo: contrariamente a lo que muchas piensan, fumar no es canchero ni glamoroso. Es un hábito desagradable y muy peligroso para la salud. 

5. La delgadez extrema: una mujer muy flaca pierde todo rastro de sensualidad. No nos olvidemos que a los hombres les gustan las curvas. Es bueno cuidar la figura, pero a no pasarse de la raya.

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domingo, 11 de noviembre de 2012

La nueva soledad



Existe una creencia muy común según la cual cuando una mujer se casa, ya nunca más estará sola.

Como mujer casada y en pareja hace más de ocho años, estoy en condiciones de asegurar que esta creencia es completamente falsa.

Estar en pareja (perdón por la cursilería) endulza la vida, pero un novio o un marido no llenan todo tipo de vacío afectivo.

La familia, por otra parte, si bien es fundamental, tampoco satisface otras necesidades emocionales que tenemos como personas.

Creo firmemente que tener amigas y compartir mucho tiempo con ellas, es lo que hace que los días sean más lindos, y termina de cerrar el círculo de las relaciones afectivas.

Cuando sos chica, las amigas son todo. Pasás horas y horas compartiendo momentos y experiencias. Pero a medida que transcurre el tiempo, la vida se encarga de ir separándote.

La distancia física es uno de los obstáculos más importantes a la hora de pasar tiempo con las amigas. En mi caso particular, muchas de ellas viven en otras ciudades de la Argentina y del mundo.

El pequeño grupo de amigas que formamos en Buenos Aires, ciudad en la que paso la mayor parte de mis días, se ha ido disgregando por la partida periódica de varias de sus integrantes.

Incluso sucede a veces, que aunque vivamos en la misma ciudad, el paso de tiempo y las circunstancias que vive cada una, hace que tengamos intereses cada vez más diferentes. Esto vuelve aún más difíciles los encuentros.

Soy una mujer muy activa y me gusta disfrutar de mi tiempo libre, pero a veces desearía tener cerca a alguien más que comparta mis gustos, además de mi marido.

Salir a comer, mirar películas, ir a tomar algo, viajar, son todos programas divertidos, pero lo son aún más cuando se hace de a muchos.

No podemos enojarnos con la vida si nuestras amigas se van a vivir lejos, o si viven cerca pero no comparten nuestros intereses. Hay que aprovechar los momentos de encuentro que se nos presentan, y estar abiertas a conocer nuevas personas también. Porque nunca se sabe las nuevas amigas que nos depara el tiempo.
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lunes, 5 de noviembre de 2012

Dale la espalda al mal gusto


Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino - Manuel Belgrano.


Se podría decir que mi vida es la de una mujer moderna promedio. Trabajo, voy al supermercado, cocino, estoy con mi familia, salgo con mis amigas, viajo. Nada fuera de lo común.

Intento, como todos, que mi vida se desenvuelva en el ambiente más propicio y agradable posible. Lejos de perturbaciones y en paz.

Pero en los tiempos que corren, es difícil tomar distancia del fenómeno de decadencia moral que ocurre en la Argentina y en el mundo.

A sólo días de la gran movilización y manifestación que organizan distintos grupos civiles para manifestar su descontento a un gobierno corrupto y autoritario, no puedo dejar de plantearme que la crisis moral no es sólo política.

Hoy me fui de una farmacia, enojada y sin comprar nada, por lo mal que me atendió el farmacéutico. Anoche me pasó lo mismo en una heladería y la semana pasada viví la misma situación en una tienda de productos gourmet. La gente no valora su trabajo. Los empleados están desganados y no respetan al cliente. Los modales brillan por su ausencia.

Cada vez que tengo que cruzar la calle, espero durante un largo tiempo que algún automovilista educado me deje pasar. Nadie frena, aún cuando la luz blanca del muñequito indique prioridad peatonal.

Los piropos que recibimos en la calle no son: “qué linda que está hoy señora” o “qué bien le sienta ese vestido”. En realidad, se reducen a un repertorio de guarangadas irreproducibles expresadas de diversas formas.

El tener y el aparentar han sustituido al saber y al ser. Somos todos caciques y ningún indio. Nos inflamos el ego hasta convertirnos en una caricatura ridícula de nosotros mismos.

Los señores mayores dejan a sus mujeres para salir con jovencitas inescrupulosas, y las mujeres se venden por un pancho y una coca.

Los valores de la familia y de la vida se someten a “debates” en las putrefactas cámaras de los representantes del pueblo.

Anoche, domingo, recorrí las dos cuadras que separan mi casa de la de mis padres para no encontrar en mi camino, otra cosa que evidencia de la escoria de nuestra sociedad: proxenetas, gente durmiendo en la calle víctima de la ineficiencia y la desidia de un gobierno, y decenas de locales comerciales cerrados. Es que en este país prosperan las actividades decadentes como la prostitución y el juego, y las actividades productivas son castigadas con impuestos asfixiantes y trabas aduaneras.

Vivimos preocupados por lo que hace el vecino. Sin ningún tipo de pudor, le gente te pregunta cuánto ganas, con quién te casaste o dónde vivís.

Criticar al otro es el deporte nacional, hablamos sin informarnos y generamos discordia con el que piensa diferente.

El mal gusto se ha instalado en la Argentina, en su clase política, empresaria, trabajadora y, en general, de la mentalidad de su gente.
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martes, 30 de octubre de 2012

Uruguay I love you


Todas tenemos una lista de lugares en el mundo que morimos por conocer, o que ya conocemos y nos gusta tanto, que cada vez que podemos, nos hacemos una escapadita.

La verdad es que, en este sentido, yo no soy original: muero por París y me encanta Nueva York, como al 99% de las mujeres que conozco.

Pero hay lugares en el mundo que se nos meten debajo de la piel. Uruguay, para mí, es uno de ellos. Particularmente, sus playas me pueden. No son de aguas turquesas, ni de arena blanca, pero tienen un je ne sais quoi que me transmite paz y tranquilidad.

Uruguay no me gusta sólo por su movida esteña durante el verano. Me gusta por su simpleza, por la amabilidad de su gente, por sus kilómetros y kilómetros de playas desiertas, por sus brótolas al roquefort y su invitación al relax.

Curiosamente, uno de mis programas de cocina favoritos, Trocca a la Fontán, se trasladó a José Ignacio. Podría pasarme horas mirando a los dos chefs preparando todo tipo de platos frente al mar. Fantaseo con estar ahí con ellos, cocinando copa de vino en mano. Cada capítulo no hace más que alimentar mis ganas de volver.

Uruguay me recuerda a mi infancia, ensalza mi presente y me susurra el futuro. Me regala atardeceres reflexivos y noches frescas. Sueño con una vejez frente al mar, caminando descalza por la playa, compartiendo anécdotas con familia y amigos.

Uruguay me hace feliz. Hace nueve meses que no lo visito y ya se me está empezando a colar la nostalgia.
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viernes, 26 de octubre de 2012

Detox plan


Octubre ya tiene sabor a fin de año, época de balances, sobrecarga de actividades e inquietudes.

Sucede que, en general, arrancamos el año con bastante energía y, a medida que transcurren los meses, vamos acumulando estrés, por lo que habitualmente octubre nos encuentra bastante saturadas.

Una mujer saturada no puede hacer nada bien. No es sano sobrellevar altas concentraciones de estrés por la vida. Ahora bien, es cierto que hay factores de estrés que no pueden evitarse, como el trabajo o los problemas de salud, pero también es verdad que hay ciertas medidas que podemos tomar para desintoxicar un poco cuerpo y mente.

Por mi parte, octubre me encontró con ganas de hacer algunos cambios en mi vida. Entonce se me ocurrió encarar un detox plan que quisiera compartir con ustedes.

Para desintoxicar hay que eliminar todo lo que sobra, lo que no queremos.

El primer paso, y el más obvio, sería la alimentación. No consumir comidas que, si bien pueden parecernos ricas, no le aportan nada al organismo. Como amante de los copetines que soy, me está costando mucho eliminar de mi vida los cocteles con papitas fritas, pero de a poco me voy a acostumbrando a comer más sano.

El ejercicio también ayuda, claro. Visto y considerando mi poca inclinación hacia la actividad física, he recurrido a una profesora particular (o personal trainer, así quedo más cool) para que me guíe en esta difícil tarea de la constancia y la dedicación en el gimnasio.

Pero los cambios más importantes, tienen que ver no tanto con lo físico, sino más con la vida de relación. De nada sirve un cuerpo sano si no hay una mente sana. Mucho se ha dicho acerca de las personas tóxicas. Esas personas que hacen comentarios negativos todo el tiempo, que critican, que envidian. Doy fe de que realmente existen personas así. Es fundamental en el detox plan, alejarse lo máximo que se pueda de este tipo de personas. Así como eliminamos lo que le hace mal al cuerpo, también hay que eliminar lo que le hace mal al alma.

Perdonar, por otra parte, es clave. No existe verdadera desintoxicación si no dejamos ir los rencores. Perdonar aliviana el espíritu.

Otra pata fundamental es saber desprenderse. Hay que ser generosas con lo que tenemos. Si hay una prenda que tenemos colgada en el placar y no la usamos, hay que regalarla. Hay gente que no tiene nada que ponerse y es hasta inmoral acumular toneladas de ropa que jamás vamos a volver a usar. La felicidad que brinda ayudar a alguien que lo necesita es indescriptible, y por si esto fuera poco, el guardarropa queda más prolijo y fácil de manejar.

Como verán, no es necesario viajar a la clínica de La Prairie en Suiza para alcanzar una desintoxicación de cuerpo y mente. Basta con proponerse algunos pequeños objetivos y hacer lo posible por cumplirlos.


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miércoles, 24 de octubre de 2012

No snobearás


Ayer por la noche fui a una degustación de vinos con la mamá de mi marido. Ella me invitó porque sabe lo mucho que me gustan los vinos y le pareció una linda oportunidad para hacer un programa juntas.

La verdad es que la pasamos muy bien. La gente, en general, tenia cincuenta años o más, yo estaba bastante por debajo, pero a mí no me importaba, ya que estaba demasiado entretenida maridando vinos con quesos.

Charlamos con mucha gente (tanto, que uno de los organizadores me sugirió “conversar un poco menos y degustar un poco más”).

Una de las personas con la que conversamos era una mujer americana que recientemente se había mudado a Buenos Aires. Le pregunté por qué se había venido a vivir a la Argentina y me contó que luego de muchos años de trabajar en Wall Street, había optado por llevar un estilo de vida más tranquilo y “open mind” que el que llevaba en Manhattan.

Hablamos un rato largo acerca de vinos y restaurants. Yo, como me gusta tanto la gastronomía, me sentí lo suficientemente cómoda como para recomendarle bodegas para visitar en Mendoza y restaurants para ir a comer en Buenos Aires. Pero cada lugar que yo mencionaba, mi interlocutora neoyorkina lo rechazaba con una mueca de menosprecio. “Ah, si lo conozco, pero no vale mucho la pena”, “Si, si, I know it, mmm, not so good…

Claramente no había nada que yo pudiera decir en esa conversación que a ella le acomodara. Me hablaba con aires de superioridad gastronómica, sin el más mínimo interés en lo que yo pudiera aportar.

Yo tampoco pretendía recibir una respuesta muy entusiasta que digamos, pero si estoy compartiendo mis opiniones con alguien, lo mínimo que espero es que no me snobeen.

Verán, no importa si sos un erudito en algún tema, siempre hay que escuchar a los demás con una cuota de humildad.

Muchas veces me he topado en la vida con personas que, al igual que la señora americana, creen sabérselas todas en algún ámbito, ya sea gastronomía, moda, política, derecho, economía, o lo que sea.

Pero la realidad es que uno nunca sabe cuándo puede encontrarse con un aporte interesante, por mucho que se sepa de algún tema. Saber escuchar es una virtud, es la virtud de los grandes. Porque quien cree saberlo todo, no aprende nada más, y eso es muy triste.

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sábado, 13 de octubre de 2012

Mimate


Las mujeres llevamos ínsita en nuestra naturaleza, esa necesidad de dedicarnos a los demás y de postergarnos.

Piensen por un momento cuántas horas de sus semanas dedican a los otros, a cuidar a alguien, a acompañar a alguien, al trabajo, etc.

En general ocurre que no nos ocupamos mucho de nosotras mismas, y luego nos preguntamos por qué estaremos tan estresadas.

Algunas tenemos la suerte de contar con personas que nos mimen, pero muchas veces sucede que la dedicación y el esmero que ponemos en todo, no nos es retribuido proporcionalmente.

Mi teoría es que no tenemos que esperar a que los mimos vengan de afuera. Tenemos que aprender a mimarnos nosotras mismas. Si somos capaces de desarrollar una increíble capacidad de mimar a los demás, ¿cómo no vamos a ser capaces de auto aplicarlo?

Las formas en las que podemos mimarnos son muchas:

Sentate en un lindo restaurant, con mantel blanco impecable, a disfrutar de una sopa de calabazas asadas con una copita de vino tinto.

Comprate un ramito de tus flores preferidas. Ayer me regalaron uno de margaritas chinas y son tan lindas que no me canso de mirarlas.

Regálate un spa day para disfrutar de un masaje con aceites perfumados.

Andate sola al cine a disfrutar de esa película que a vos te encanta, pero nadie te quiere acompañar a ver.

Apagá el teléfono.

Sumergite en un libro con una tetera llena de tu té favorito.

Visitá a la manicura.

No importa la forma en que lo hagas, lo importante es dedicarte a vos misma. Mimate, querete. Si no lo hacés vos, no esperes que otros lo hagan.

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domingo, 7 de octubre de 2012

Un casamiento no es un boliche



Anoche se casó una de mis más queridas amigas. Salió todo divino. En cada detalle se reflejaban meses y meses de trabajo y dedicación.

Yo, por mi parte, desde mi pequeño papel, decidí trabajar en lo único que tenía a cargo, mi look. Elegí con mucho esmero mi vestido y mis accesorios.

En la fiesta habían muchos vestidos muy lindos, de diversos colores, desde un atrevido rosa fuerte, hasta unos lindísimos y sobrios modelos negros.

Para mi estupor, también me encontré con algunos atuendos altamente cuestionables. Vestidos apretujados, hipercortos de lurex, lycra y otros horrores.

Ustedes pensarán, ¿quién no ha ido alguna vez a un casamiento con un vestidete sexy? Estamos de acuerdo, yo también tengo un par de muertos en el placar, pero los años me han dado un mínimo de lucidez para darme cuenta de que hay un momento y un lugar para todo.

Cuando una tiene 18 o 20 años, puede get away con algún modelo más atrevido rozando lo slutty, pero les puedo asegurar que las señoritas que vi anoche ya habían pasado los 18 hace tiempo.

Los bares, los boliches, son ambientes propicios para ponerse los trajes de lobas, pero un casamiento es un acontecimiento formal y elegante en donde no hay que abusar de la desnudez.

Es por eso que pienso que por respeto a los anfitriones, las mujeres deberíamos abstenernos de disfrazarnos de vedettes en los casamientos, comidas formales, etc.

Apelo a que mi reducido número de lectoras, me va a secundar en esta moción. Será nuestro pequeño aporte en honor al buen gusto.
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martes, 2 de octubre de 2012

Uno de esos días


Todas las mujeres tenemos, cada tanto, uno de esos días en los que preferiríamos no habernos levantado de la cama.

Efectivamente, hay días en los que todo sale mal y  hasta llegamos a pensar “dónde está la cámara, porque esto tiene que ser una joda”.

No sé si a ustedes les pasa, pero a veces me da la sensación de que la gente ya no tiene ganas de trabajar, entonces todo se hace mal. Terminamos lidiando con nuestros problemas, y también con la incompetencia o la negligencia de los demás.

Lamentablemente, no podemos hacer mucho para cambiar a las otras personas. El contador te entrega el informe dos días tarde, la modista corta mal el vestido, el vecino tira una tostada quemada al jardín interno de de tu departamento, y hay que bancársela.

Todos estos episodios hacen que vayamos acumulando bronca adentro. Entonces es normal que en algún momento explotemos.

En mi experiencia, lo mejor que se puede hacer en días como éstos, es salir a dar un paseo. Salir de la casa, la oficina o donde sea que se encuentre la fuente de mal humor, y caminar aunque sea unos minutos, sin rumbo. Caminar ayuda a oxigenar la cabeza y a descontracturar los músculos.

En lo personal, me gusta recorrer algún mercado de alimentos frescos, visitar la Iglesia más cercana o chusmear las vidrieras de las casas de ropa.

Cuando no podemos más de problemas, es sorprendente el poder regenerador que tiene comprar un ramo de flores, unas sales de baño o una bolsa de pancitos de queso recién salidos del horno (generalmente me los como en el camino de vuelta, llego a casa con la bolsa vacía).

Quedarnos encerradas masticando bronca es lo peor que podemos hacer. Cuando salimos a caminar evitamos el contacto con los que nos rodean, y de esa forma no decimos o gritamos cosas de las que después nos arrepentimos.

Un paseo corto es la solución más práctica, fácil y económica para combatir el mal humor. 
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sábado, 29 de septiembre de 2012

Ser libre


Coco Chanel fue, sin duda, una mujer extraordinaria. Su personalidad rebelde y desafiante abrió camino a sus diseños, que cambiaron la forma de vestir de la mujer para siempre.

Chanel liberó al género femenino de los corsés, las plumas y los excesos. Ella consideraba que la ropa debía permitir a la mujer moverse con facilidad.

La forma que tenía la diseñadora de concebir la moda, se condice con la manera en que ella veía a la mujer. Nunca quiso adaptarse a las normas sociales de su época. No se casó, y luchó incansablemente por forjar una carrera para ser independiente, para ser libre.

De todos los objetivos que una puede plantearse en la vida, el de ser libre es el más difícil de alcanzar.

Las mujeres somos esclavas de muchas cosas: de nuestros miedos, de nuestro cuerpo, de la mirada de los demás, de nuestras pasiones, de nuestras miserias.

El miedo es el mayor obstáculo de la libertad, porque paraliza. Es común sentir miedo a avanzar, miedo al futuro. “Quiero hacer este trabajo, ¿pero qué pasa si no soy lo suficientemente inteligente?”, “Quiero tener un hijo, ¿pero qué pasa si no es feliz?”. El miedo no permite crecer.

La esclavitud del cuerpo también es frecuente. Horas y horas dedicadas a la estética para alcanzar un ideal de belleza impuesto. En nuestro país, las mujeres son cada vez más flacas. Quizás nuestro incesante mal humor se deba a que estamos muertas de hambre.

La mirada de los demás, también nos limita. Muchas veces dejamos de hacer lo que sentimos porque tememos algún tipo de condena social. Cientos de factores internos o externos nos separan de lo que realmente queremos ser o hacer.

Sólo unas pocas extraordinarias mujeres en la historia, se han atrevido a romper las cadenas y ha logrado ser libres.
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martes, 18 de septiembre de 2012

Privacidad, por favor


Todas las mujeres tenemos mañas. Yo, particularmente, tengo muchas. Una de ellas es que necesito, quizás más de lo normal, mis momentos en privado.

Estoy convencida de que hay actividades que, por su misma naturaleza, deberían ser realizadas en privado, aunque socialmente no ocurra.

Dormir, por ejemplo, es algo privado. Soy la única hija mujer y nunca compartí mi cuarto con nadie. Hoy estoy casada y tampoco comparto mi cuarto con mi marido. Es que dormir, como dice alguien que conozco, es un acto muy íntimo.

Cuando me toca viajar de noche, sufro terriblemente la falta de privacidad. Rara vez logro conciliar el sueño, no importa qué tanto se recline el asiento o que me tome alguna pastillita que me ayude. Simplemente no puedo dormir fuera de mi cama, fuera de mi casa, rodeada de gente extraña.

Hacer ejercicio, es otra de las actividades que considero debería ser realizada en privado. DETESTO los gimnasios, lugares llenos de gente transpirando y jadeando. Muchas veces me anoto y me propongo asistir con frecuencia, pero no lo logro. Intento ir en los horarios menos frecuentados (al mediodía o a la siesta) y me siento en la última bicicleta pegada a la ventada, pero siempre alguien aparece y se sienta al lado, o el profesor me habla, y no me gusta. Simplemente no me gusta.

Entonces el ejercicio que más privacidad me proporciona es salir a caminar al aire libre, sola, y escondida detrás de unos grandes anteojos de sol. No me gusta que me vean desalineada.
                
Otra cosa para la que necesito sí o sí privacidad, es para producirme. No me gustan las peluquerías llenas de señoras conversadoras, por eso trato de ir lo menos posible, sólo cuando me toca el corte, color o las manos. Todo lo demás, lo hago yo misma.
                
Jamás se me ocurriría ir a peinarme o pintarme a otro lugar que no sea la privacidad de mi baño. No entiendo a esas mujeres que se peinan en la peluquería cuando tienen una fiesta.
                
Si alguien me interrumpe cuando estoy repasando uno a uno los mechones de mi pelo, o cuando estoy delineándome los ojos, lo más probable es que reciba una respuesta poco amable de mi parte. Producirme es mi momento privado, es casi un ritual, no me gusta compartirlo.
                
En fin, acepto completamente que en este sentido soy una neurótica total, y desde mi humilde lugar reafirmo el mito de que las mujeres somos bastante complicadas. Cada una tendrá sus mañas, las hay de tantos tipos como mujeres en el mundo. 
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lunes, 3 de septiembre de 2012

New York, New York


Verdaderamente, como dice la canción, esta ciudad nunca duerme. Sus calles están agolpadas de gente, sus negocios rebalsan de consumidores frenéticos y sus luces no se apagan jamás.

La oferta gastronómica es casi tan amplia como la de indumentaria. Se puede comer en México, España, Austria, China, Grecia y Japón, todo sin necesidad de salir de Manhattan.

Las neoyorkinas que desfilan por la Quinta Avenida, parecen haberse escapado de la última edición de Vogue USA. Están perfectamente peinadas, pintadas y vestidas y se asemejan a un muestrario de diseñadores top. Estas mujeres realmente mueren por las etiquetas y no lo disimulan.

De un barrio a otro, el ambiente cambia de modo radical. El trendy Meatpacking District ofrece paisajes modernos y alternativos, mientras que el Upper East Side no resigna su elegancia.

Nueva York es una ciudad sin prejuicios, en donde se toman martinis a las 11 de la mañana y las señoritas de 80 kilos usan strapless.

La ciudad es verdaderamente fascinante. Cada esquina, cada rincón sorprende.

Mis pies están cansados de tanto recorrer esta isla. El sentido común indicaría que debo bajarme de los tacos y ponerme unas zapatillas para poder seguir recorriendo, pero en esta ciudad en la que las mujeres compiten por ver quién se arregla más, no puedo darme ese lujo.

Ponerme la ropa de verano estando blanca como un papel gracias al invierno argentino, ha sido un desafío interesante. No voy a mentirles, no me queda bien. Sin embargo, los 30 grados centígrados que llegó a marcar el termómetro, no me dejaron alternativa.

Poco a poco mis ojeras se van suavizando y mi mente se va relajando. Y si bien cada tanto llega una llamada desubicada por trabajo de alguien que no  entiende que ESTOY DE VACACIONES, estoy empezando a abstraerme de la realidad cotidiana.

Ni mis inexorables incertidumbres de persona controladora, ni las medidas que el gobierno se empecina en dictar para los turistas, van a evitar que me entregue en cuerpo y alma a esta ciudad mágica, que cada vez que vengo, muestra una cara diferente.
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lunes, 27 de agosto de 2012

Viajar por placer


Viajar es una actividad habitual para mí. Mi trabajo me exige estar en dos (a veces tres) ciudades al mismo tiempo. Mi vida trascurre en una valija.

Vivo yendo al supermercado ya que no paso más de 10 días en la misma casa, y cuando llego, la heladera siempre está vacía.

Tengo tres secadores de pelo, tres pijamas, tres cargadores de teléfono, tres de todo, porque me cansé de llegar a una ciudad y decir: “uy nooo, me olvidé tal cosa…”

En definitiva, me he vuelto una experta en viajar por trabajo. En lo que no soy una experta para nada es en viajar por placer. Sin embargo, cada tanto intento hacer algún viaje para desenchufarme, para pasear, para conocer.

Pero el viaje de placer puede ser engañoso, porque entre todos los preparativos y las expectativas que una le pone al tema, la palabra “placer” se pierde en el camino.

En esta oportunidad, el destino elegido para "descansar" un poco, es la ciudad de Nueva York. Si bien ya he ido algunas veces, siento que tiene mucho más para ofrecer.

La organización del viaje no fue sencilla. Elegir la fecha ya representa un desafío, más aún cuando viajan cinco personas, todas con distintas opiniones. Ni hablar de las horas frente a la computadora explorando las mil y un opciones de hotel.

Desconectarse del trabajo tampoco es sencillo. Aunque una piense que se está atravesando por una época relativamente tranquila, basta con fijar la fecha de viaje para que decenas de temas pendientes empiecen a asomar.

Armar la valija para el viaje de placer, tampoco no representa un desafío menor. Cuando se viaja por trabajo, dos trajecitos negros y algunas camisas blancas son suficientes. Ahora bien, viajar por diversión plantea una serie de interrogantes en materia de equipaje que casi nunca acertamos: ¿me llevo los tacos altos?, ¿cuántos libros llevo?, ¿algún vestidito de noche?

“El viaje de placer” pasa tan rápido que la verdad es que no tenemos tiempo ni de leer, ni de relajar, ni de nada. Menos aún de salir de noche a alguna fiesta. ¿Qué mujer normal que arranca a recorrer desde las 8 de la mañana tiene las pilas para volver al hotel a la noche, calzarse los tacos y salir de bares?

Cuando se está en una ciudad en el extranjero con tanto que ofrecer, una no descansa realmente. Más bien, no para un minuto. Pero la experiencia sí sirve para desestructurar la cabeza, para salir de la rutina y olvidar los problemas de todos los días.

Esta vez, en mi valija voy a guardar todos mis miedos, preocupaciones y frustraciones. Los voy a soltar allá, en tierras lejanas, y voy a traer de vuelta energías, esperanza y altas dosis de positivismo. Seguramente voy a ser más feliz, no voy a preocuparme por el tipo de cambio del dólar y no voy a pagar exceso de equipaje.
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miércoles, 22 de agosto de 2012

Se busca hombre soltero



Voy a cambiar los nombres de las protagonistas de este post para preservar su privacidad:

Florencia es abogada, linda, inteligente, trabajadora y muy divertida. Se recibió en una de las mejores universidades del país y trabaja para una de las firmas de abogados más prestigiosas de Argentina.
                
María es editora de una revista de moda de prestigio internacional, es creativa, buena persona y sencillamente brillante.
                
Valeria es contadora, trabaja para una compañía que vende insumos agrícolas, es sexy, independiente y segura de sí misma.
                
¿Qué tienen en común todas estas mujeres fabulosas? Están todas solteras. Conozco decenas de mujeres bárbaras que aún no consiguen dar con un hombre soltero como la gente.
                
Conseguir pareja, a determinada edad, se torna una tarea complicada. Los hombres más elegibles ya están en su mayoría casados, y sólo queda disponible un repertorio de especímenes altamente cuestionables: mujeriegos que son incapaces de sobrellevar una relación monógama, egocéntricos que más que una mujer buscan un accesorio, conformistas que todavía no terminan el secundario, o psicóticos que te revisan el teléfono, te controlan las salidas y te tiran la puerta abajo cuando no les abrís (si, eso pasó).
                
En definitiva, hombres solteros regios hay muy pocos, mientras que mujeres solteras regias hay muchas. Entonces los solteros regios se vuelven bienes super codiciados por el hecho de ser escasos, como las carteras Birkin.
                
Y como no hay hombres en quienes invertir el tiempo, las mujeres solteras bárbaras invierten cada segundo en sus carreras profesionales y se vuelven aún más exitosas y fabulosas. Van al gimnasio, pagan tratamientos estéticos carísimos, compran los zapatos más top del mercado, sólo para descubrir que no hay para quien producirse.
              
Las mujeres hemos luchado durante años por ser libres e independientes. Hoy muchas han alcanzado lugares increíbles, transformándose en verdaderos buenos partidos. Con tanta acumulación de cualidades por parte de las mujeres de nuestra generación, era sólo cuestión de tiempo para que los hombres nos resultaran obsoletos.
               
Aún así, y desentendiéndome de toda estadística, creo que a cada mujer fabulosa, le llega tarde o temprano, su hombre fabuloso. Las cosas buenas siempre se hacen desear.
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lunes, 13 de agosto de 2012

Crímenes de moda


Están en todas partes. No tienen momento ni lugar, simplemente aparecen. Sin aviso, de golpe, para helarte la sangre.

Un par de botas blancas, una mini de leopardo, un delineado de labios color uva. Fatales e irremontables crímenes ambulantes de la moda. No están tipificados en el código penal, pero deberían estarlo. No son excarcelables y no prescriben.

Los crímenes de la moda se dan en todos los ámbitos, y los hay de muchas clases.

Está la que abusa de la sensualidad hasta llevarlo a lo chabancano. El escote y la mini no se combinan, y menos aún con botas caña alta de charol.

Tenemos también a la que abusa de los colores. No hay retina que aguante un turquesa, naranja y amarillo. Menos es más, el negro nunca va a defraudarte.

No menos frecuente es la criminal que abusa de los accesorios: un anillo en cada dedo, pulseras y collares. El look over-accesorized no es admisible, o al menos no lo es desde que terminó la década del noventa.

Y no creamos que el repertorio de trajecitos de mal gusto es patrimonio de las clases populares, claro que no. Tuve la poco grata oportunidad de cruzarme a plena luz del día, en la mismísima Sociedad Rural Argentina, con tapados de conejo, tacos aguja, ojos smoky y hasta lentejuelas. Completamente ridículas las pobres señoras vestidas de lujo rodeadas de vacas y toros.

Cómo olvidar también a la clásica “bomba de crema”, sentada en la mesa de al lado en un restaurant el domingo al mediodía. Camisa con puntillas, chalina con puntillas, perlas, labios rosa chicle y bucles en la punta. OMG.

Las calles de Buenos Aires están plagadas, y no sé si es mi impresión, pero creo que cada vez son más. Como si el sentido del ridículo fuera un bien escaso, que al igual que los dólares, se nos escurre entre los dedos.
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jueves, 9 de agosto de 2012

Keep walking


Si bien siempre he tratado de que en este blog se traten temas relacionados a la mujer desde una perspectiva divertida y descontracturada, cada tanto me tomo una licencia. Y en esta oportunidad, mi desgastada paciencia me ha llevado a decidir que quiero tocar un tema serio.

A ustedes, mis queridas lectoras, no se los tengo que explicar. Ustedes saben lo difícil que es la vida laboral. Conocen los sacrificios que hay que hacer, el tiempo y la energía que hay que invertir. Trabajamos para poder mantener un estilo de vida, para nuestro bien y el de nuestros seres queridos.

A veces las cosas no salen como esperamos, pero son los gajes del oficio. Ahora bien, ¿qué sucede cuando es el mismo Gobierno el que nos hace la vida imposible?

Nos dicen a qué precio vender, a qué precio comprar, nos prohíben importar, exportar, comprar moneda extranjera, adquieren grandes grupos de medios de comunicación, invierten millones en propaganda oficial, dibujan los índices de inflación, manipulan el consumo, expropian empresas sin los requisitos constitucionales, se apoderan de los fondos de los jubilados, ¿qué más?

Hay sectores de la vida económica argentina que, gracias a las medidas distorsivas de este gobierno, tienen un margen de rentabilidad bajo, pero parece que se han propuesto hacerlo desaparecer totalmente.

Es sencillo: si compro un caramelo a 5 pesos, tengo que pagar 3 pesos de sueldos e impuestos y no me dejan vender el caramelo a 8 pesos o más, pierdo plata, y NADIE TRABAJA PARA PERDER PLATA.

A veces siento que ya no me dan las energías. No debería ser tan difícil. Estoy casada, decepcionada y hasta indignada. 

La racionalidad brilla por su ausencia en las decisiones de los siniestros personajes que integran esta administración. Y mientras ellos engrosan sus bolsillos ilegítimamente detrás de un escritorio burocrático, quienes movemos esta economía, seguimos resisitiendo.

Los que creemos en la dignidad de la actividad privada, los que no cobramos un sueldo de un Estado corrupto e ineficiente, seguimos caminando, a pesar de todo.

Oíd mortales el grito sagrado: libertad, libertad, libertad”. Eso clamamos las provincias unidas del sur: que nos dejen ser libres, que nos dejen trabajar en paz.
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martes, 7 de agosto de 2012

Del otro lado de la pantalla



Hace unos días, navegando en las herramientas de mi blog, encontré una pestaña que se llama “estadísticas”. Si, ya lo sé, tendría que haberla descubierto antes, pero qué le vamos a hacer, la tecnología no es lo mío. Este blog sobrevive a pesar de lo mal que me llevo con la computadora.

En fin, la cuestión es que en esta pestaña de estadísticas se puede ver cuántas visitas recibe el blog y de qué países son las lectoras. Para mi sorpresa, me encontré con que si bien la nacionalidad argentina es mayoritaria, no es la única.

Me visitan desde Chile, Colombia, Perú y sobre todo desde España, México y Estados Unidos. Imagínense mi felicidad.

También recibo visitas de países que me han extrañado mucho como el Reino Unido, Canadá, Alemania y hasta Rusia.

Realmente no lo podía creer. Con todas las diferencias culturales que hay entre los países, qué genial es que mujeres de lugares lejanos se identifiquen con mis historias.

Aunque pensándolo bien, nacionalidad de acá o de allá, las mujeres somos todas bastante parecidas. Somos luchadoras, peleamos por un lugar en un mundo de hombres. Combatimos los prejuicios que nos tildan de sexo débil. Buscamos incansablemente el amor, somos generosas, damos vida. Nos gustan que nos mimen y que nos hagan sentir especiales.

Somos fuertes y soportamos estoicamente todo tipo de situaciones, y somos delicadas al mismo tiempo. Morimos por un par de zapatos, nos cuesta decir lo que realmente queremos y nuestras cabezas NO PARAN UN MINUTO.

Somos eso, simplemente mujeres, desde Rusia a la Argentina. Me hace muy feliz que converjan en este humilde espacio. Gracias.

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sábado, 4 de agosto de 2012

10 cosas que tenés que evitar para sentirte bien


Entiendo que este post no va a resultar muy novedoso que digamos. Las páginas de las revistas femeninas están llenas de consejos acerca de cómo llevar una vida sana, cómo vestirse, etcétera, etcétera. Pero yo quería hacer mi propio decálogo y eso es lo bueno de tener un blog propio: una escribe lo que quiere.

Estas son las conductas que creo que hay que evitar para sentirse en armonía. No quiere decir que yo siempre lo cumpla, pero definitivamente lo recomiendo:

1. Nunca tirarse abajo: la vida está llena de obstáculos y desilusiones, lo importante es no perder la esperanza y la confianza en una misma. Querete y trabajá en tu autoestima. Para tirarte abajo ya están los demás.

2. No dormir menos de 8 horas por día: sino dormís bien, no funcionás bien. Es tan simple como eso.

3. No a la vida sedentaria: moverse es fundamental. Yo no soy una persona deportista, pero trato de hacer caminatas enérgicas, evito el ascensor y voy a todos lados que puedo a pie.

4. No te obsesiones con el peso: nada más deprimente que una mujer que vive a dieta. Hace poco escuché a una modelo decir que sólo come pollo. Con la variedad de comidas espectaculares que hay, ceñirse a un alimento me parece muy triste. Si somos los que comemos, ¿quién quiere ser sólo un pollo?

5. No al poliéster: no te guíes por las etiquetas, guíate por los géneros y materiales. Un saco puede costar 2000 dólares y ser super ordinario igual. No hace falta gastar mucho para comprar bien. Elegí calidad: la ropa es tu segunda piel.

6. No a la Coca Cola: el agua es lo más natural.

7. No a los excesos: todos tenemos nuestros excesos, el cigarrillo, el sol, el alcohol, la comida, el gimnasio. Los míos son el champagne y la televisión. Hay que evitarlos.

8. No te conformes: casate con un hombre que te ame con locura. Sólo así es posible la vida de a dos. Hay mujeres que se casan con el primero que se les cruza sólo para no estar solas. Mejor sola que mal acompañada.

9. No al escepticismo: rezá mucho, la vida espiritual es fundamental.

10. No a la pereza: trabajá duro, nada importante se consigue sin esfuerzo.
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viernes, 27 de julio de 2012

To party or not to party


Noche de julio en la ciudad de Buenos Aires. Afuera, ocho grados de temperatura. En mi departamento, la calefacción ha logrado generar un ambiente cálido y envolvente.

Mi cama, llena de almohadones, tiene las sábanas frescas, blancas y crocantes. Todavía conservan algo de ese perfume de menta y jazmín que les puse esta mañana.

En el baño me esperan velas y aceite de lavanda.

La pila de dvds y de libros sobre mi mesa de luz me están llamando desesperadamente.

La tentación es casi irresistible. A medida que pasan los años, cada vez se hace más difícil salir de casa. Más aún en invierno.

Invertimos tiempo y plata en hacer de nuestra casa un lugar lindo, y después ése esfuerzo se vuelve en nuestra contra cuando la casa se transforma en una especie de imán atrapante que no nos invita a salir.

Siete y media de tarde. Nada mejor que desmaquillarse, darse un buen baño y ponerse el pijama. Abstraerse del mundo, relajarla por completo, chez moi.

Pero no lo voy a hacer porque, así como mi casa es un lugar agradable, está lleno de otros lugares agradables por descubrir en esta ciudad.

Así que a desempolvar las lentejuelas. No hay que permitir que la comodidad le gane al espíritu joven. La primera caipiroska va a hacer que todo valga la pena. Después les cuento.

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