Luego de un día lleno de contratiempos e incertidumbre, una copa de vino es un mimo al espíritu cansado.
No hace falta más compañía que la de una manta de lana y una buena película en el cable.
Pero una copa de vino también es la excusa perfecta para una charla de amigas. Acompaña la complicidad y la conversación, sostenida entre los dedos como un testigo discreto.
Una copa de vino es el sine qua non de todo plato de comida que se respete. Los sabores se exacerban y los sentidos agradecen.
Con una copa se alivia el cuerpo y se calma el alma. Hace muy bien, como todo lo que se toma en su justa medida.
En parte mis orígenes son mendocinos y por eso llevo en la piel ese amor por el vino y toda su generosidad.
En este día lunes, día aburrido y gris, elegí dedicar unas pocas palabras a la bebida de los dioses. Que nunca falte una copa de vino.
No quiero sonar borrachina pero me sumo a este post. La copa de vino relaja como nada y no sólo por el alcohol de esta exquisita bebida sino por la atmósfera que se crea a su alrededor. Puede ser la manta y la peli en cable; quizás amigas y risas; también una picada y música suave; o una amena charla con la persona amada.
ResponderEliminarHace tiempo me dijeron que el vino es un gusto adquirido y ahora lo entiendo porque va más allá de tomar una bebida.
Besos!!
Querida Aninka.
ResponderEliminarEste post es un poco borrachino.
El vino ocupa un lugar importante en el día a día de muchas de nosotras: En su justa medida, claro.
Además de ser riquísimo, es super diverso y tiene mucho que ofrecer.
Cariños!
Esta noche saldrá brindis por este post con copa de Malbec ;)
EliminarQue bueno!! Yo también abrí una botellita!
EliminarSalud!
ResponderEliminarSanté!
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