Cuando somos niños, todo nos sorprende. Me encanta mirar las expresiones de los bebitos cuando analizan las cosas a su alrededor y tratan de absorber la mayor cantidad de información posible, tratan de comprender, de capturar el mundo.
A medida que nos vamos haciendo grandes, esta capacidad de asombro se va perdiendo.
Algunos pocos afortunados, logran conservar la capacidad de asombro, a pesar de las circunstancias y del paso de los años.
Hoy volvía en avión de un viaje de trabajo. Al lado mío había una pareja que nunca había viajado en avión. Hablaban entusiasmados entre ellos, sacaban fotos por la ventana y no podían ocultar sus expresiones de fascinación. Comentaban lo increíble que les parecía que un avión se mantenga en el aire.
Presenciando la felicidad que tenían mis compañeros de asiento, no pude evitar pensar que, tristemente, he perdido la capacidad de asombro.
Realmente es increíble que un avión vuele, así como también son increíbles tantas cosas maravillosas que nos rodean: la fuerza del mar, los vínculos entre la gente, el bienestar que transmiten los rayos del sol, no sé, puedo nombrar miles de cosas.
Haber perdido la capacidad de asombro no tiene que ver con las posibilidades económicas. Hay muchas personas que han visto de todo y aún siguen sorprendiéndose.
Asombrarse, sorprenderse es una actitud. Es estar abierto a lo que nos rodea.
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A medida que nos vamos haciendo grandes, esta capacidad de asombro se va perdiendo.
Algunos pocos afortunados, logran conservar la capacidad de asombro, a pesar de las circunstancias y del paso de los años.
Hoy volvía en avión de un viaje de trabajo. Al lado mío había una pareja que nunca había viajado en avión. Hablaban entusiasmados entre ellos, sacaban fotos por la ventana y no podían ocultar sus expresiones de fascinación. Comentaban lo increíble que les parecía que un avión se mantenga en el aire.
Presenciando la felicidad que tenían mis compañeros de asiento, no pude evitar pensar que, tristemente, he perdido la capacidad de asombro.
Realmente es increíble que un avión vuele, así como también son increíbles tantas cosas maravillosas que nos rodean: la fuerza del mar, los vínculos entre la gente, el bienestar que transmiten los rayos del sol, no sé, puedo nombrar miles de cosas.
Haber perdido la capacidad de asombro no tiene que ver con las posibilidades económicas. Hay muchas personas que han visto de todo y aún siguen sorprendiéndose.
Asombrarse, sorprenderse es una actitud. Es estar abierto a lo que nos rodea.