Hace muy pocas horas llegué de la
ciudad de Nueva York. Pisé el suelo argentino con una felicidad inmensa, con
muchas ganas de ver a mi familia y con ansias de volver a mi casa.
No estoy diseñada para largas
estadías en el exterior. Extraño mucho y me dan ganas de volver. Pero si hay
una ciudad que hace valer la pena el desarraigo temporario, ésa es la ciudad
que nunca duerme: New York, New York.
En esta oportunidad, la estadía no
fue prolongada: cinco días de playa y cinco días en NYC. Confieso que los cinco
días de playa, en gran parte, fueron para ceder a los pedidos de mi marido. No
me malinterpreten, me encanta la playa, pero si hubiese sido por mí, hubiese
pasado todos los días en Nueva York.
No me canso de esta ciudad. La
primera vez que fui volví decepcionada. Probablemente porque me la pasé
haciendo los recorridos turísticos y mucho no me divertí. Sin embargo, los
sucesivos viajes me fueron descubriendo una cara distinta de Nueva York: la
ciudad multicultural, diversa y fascinante que es.
Me encanta probar restaurants
nuevos. Hay realmente una variedad asombrosa, pero también me gusta volver a
los ya conocidos, como Pastis, mi favorito para el mediodía, donde puedo
pasarme horas observando a la gente, acompañada de una soupe á l ´onion y una
copa de vino.
También me gusta observar minuciosamente
las colecciones de los diseñadores más importantes. Aunque no compre nada, me
gusta entrar a las tiendas, mirar, tocar, probarme las prendas, sin perjuicio
de la mirada impaciente de los vendedores que trabajan a comisión.
Me gusta caminar sin rumbo por las calles
neoyorkinas, a la espera de algún lugar desconocido que aparece a la
vuelta de la esquina.
También me di el lujo de recorrer
todos los pisos del Museo de Arte Moderno, donde no sólo es un programa mirar
las obras, sino también analizar a la gente que frecuenta el museo.
El frío y las ocasionales lluvias
no lograron opacar una estadía en Nueva York que sólo puedo definir como simplemente maravillosa.
Y aquí estoy, recargada de energía
para encarar el día a día cotidiano que retomo esta semana.
Los viajes abren la cabeza, te
muestran realidades y culturas distintas. Te sacan, aunque sea por unos días,
del micromundo en el que estamos inmersas y que, muchas veces, nos impide ver
el big picture.
Me encantaría volver pronto a la
gran manzana. Aunque por ahora estoy sumamente contenta de estar de nuevo en
casa.
Fascinante New York.. tantas veces soñe ir y en agosto del año pasado ahi estuve.. Incomparable ciudad y mas cuando soñas y lo cumplis!!!
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ResponderEliminarCuánto me alegra por vos!! Qué lindo que es poder cumplir los sueños.
Cariños!
Ceci... NYC conmueve al más pintado, es una ciudad fLugares lindos? miles, lo mejor es entregarse a las caminatas y dejarse sorprender.
ResponderEliminarFotos para compartir???
BEsos:>
ResponderEliminarSaqué muchas fotos!!
Me encantaría compartirlas en el blog, pero cuando lo empecé me propuse que las imágenes sean descriptas con palabras, no con fotos.
A veces subo algunas cosas a Twitter, pero me inclino por escribir.
Pero una nunca sabe: A lo mejor un día se me da por poner fotos.
Te mando un beso!