Llegué a Edimburgo, la capital de Escocia, una tarde gris y lluviosa. Tengo que admitir que el paisaje urbano que se presentaba bajo la lluvia me dejó sin palabras.
Edimburgo es un viaje en el tiempo. Parece sacado de un cuento, es lindísimo.
La ciudad se divide en la parte antigua y la parte nueva (old town y new town). La parte antigua es encantadora.
Si se recorre su calle principal, Royal Mile, sobre una gran loma al final de la calle se encuentra el castillo de Edimburgo. El castillo es imponente y es una parada obligada para los amantes de la historia.
A mí siempre me ha fascinado la historia de Gran Bretaña, así es que visitar el castillo de Edimburgo me resultaba un programón. Me sumergí en la vida de María Estuardo, reina de los escoceses, un personaje increíble.
Mi recorrida por Escocia se completó con varios días de paseo por los Highlands y los Lowlands, visitando pequeños pueblos del interior y conociendo hoteles estupendos.
Tal como lo hice con Londres, les dejo mi lista de destacados:
Los lagos. Indudablemente los lagos que recorren el corazón de Escocia fueron lo que más me impresionó de la tierra del Whisky.
Inverlochy Castle. Un castillo/hotel escondido en los Highlands escoceses. Increíble, como de otra época. Mozos vestidos impecables sirven el té con scons frente a la chimenea. Una experiencia única.
Las galletitas escocesas Walkers. Riquísimas, pero super engordantes. Son pura manteca!! Para disfrutar con moderación.
Cashmere, cashmere, cashmere. El mejor del mundo y a excelentes precios. Es "el" lugar para comprar sacos, mantas, bufandas y guantes suavecitos y abrigados para el invierno.
El Balmoral Bar. Elegido como el mejor bar de Escocia, un clima ideal para disfrutar de un buen Whisky, o como lo llaman ellos, de un buen Scotch.
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