Mi madre suele decir mucho una frase: "cada uno cosecha lo que siembra". Es algo que me repite constantemente desde la infancia.
Si bien he comprobado que no siempre es así, en gran medida esa frase encierra una gran cuota de verdad.
Es por eso mismo (y no sólo por eso) que siempre hay que ser amable y educada con la gente que nos rodea.
En la vida todo vuelve, y si sos una arpía o una mal educada, a la larga te va a jugar en contra.
Siempre hay que decir por favor y gracias. Hay que ceder el asiento a los mayores, no elevar el tono de voz en una conversación y tratar de igual a todas las personas sin excepción. Porque en verdad somos todos iguales. Hemos venido sin nada a este mundo y nos iremos sin nada.
Claro que no estoy sugiriendo que nos hagamos amigas hasta de las piedras. Obviamente las relaciones de amistad requieren ciertas semejanzas o afinidades entre las personas, pero siempre se puede ser cordial y amable. Hasta con un total extraño.
Hoy fuimos a comer con mi marido a un hotel de la ciudad al que vamos muy seguido. Sorpresivamente, la moza que nos atendía cada vez que íbamos, estaba ocupando el lugar de encargada del lugar. La habían ascendido.
Nos reconoció de inmediato. Yo siempre la saludaba con cariño y le daba conversación, por lo que me tenía bien identificada.
Nos sentó en la mejor mesa del restaurant. Al irnos, nos regaló una bolsa llena de trufas y chocolates.
No es que trate bien a la gente para recibir algo bueno a cambio, pero este es un claro ejemplo de que cuando uno siembra buena onda, cosecha buena onda y cuando no se siembra nada, no se cosecha nada.
Qué lindo que es ir sembrando buenos sentimientos por la vida. Y quién te dice, quizás un día hasta cosechás una bolsa llena de chocolates.
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Si bien he comprobado que no siempre es así, en gran medida esa frase encierra una gran cuota de verdad.
Es por eso mismo (y no sólo por eso) que siempre hay que ser amable y educada con la gente que nos rodea.
En la vida todo vuelve, y si sos una arpía o una mal educada, a la larga te va a jugar en contra.
Siempre hay que decir por favor y gracias. Hay que ceder el asiento a los mayores, no elevar el tono de voz en una conversación y tratar de igual a todas las personas sin excepción. Porque en verdad somos todos iguales. Hemos venido sin nada a este mundo y nos iremos sin nada.
Claro que no estoy sugiriendo que nos hagamos amigas hasta de las piedras. Obviamente las relaciones de amistad requieren ciertas semejanzas o afinidades entre las personas, pero siempre se puede ser cordial y amable. Hasta con un total extraño.
Hoy fuimos a comer con mi marido a un hotel de la ciudad al que vamos muy seguido. Sorpresivamente, la moza que nos atendía cada vez que íbamos, estaba ocupando el lugar de encargada del lugar. La habían ascendido.
Nos reconoció de inmediato. Yo siempre la saludaba con cariño y le daba conversación, por lo que me tenía bien identificada.
Nos sentó en la mejor mesa del restaurant. Al irnos, nos regaló una bolsa llena de trufas y chocolates.
No es que trate bien a la gente para recibir algo bueno a cambio, pero este es un claro ejemplo de que cuando uno siembra buena onda, cosecha buena onda y cuando no se siembra nada, no se cosecha nada.
Qué lindo que es ir sembrando buenos sentimientos por la vida. Y quién te dice, quizás un día hasta cosechás una bolsa llena de chocolates.