Uno de los privilegios más grandes que tenemos como personas, es la posibilidad de aprender algo nuevo todos los días.
No me refiero al colegio, a la universidad, a cursos ni talleres. Digo aprender algo nuevo en la cotidianidad, en el día a día, en casa o en la calle.
No siempre nos damos la oportunidad de aprender, de incorporar nuevos conocimientos, por más triviales que sean.
Navegando en Internet, aprendí que existe en Buenos Aires una lindísima librería llamada "Eterna Cadencia" en el barrio de Palermo.
No camino mucho por Palermo, por lo que si no fuera por mi curiosidad online seguramente no la hubiese descubierto.
Recién llegada de viaje, con escasos elementos en la heladera, aprendí cómo hacer una frittata. Sólo contaba con huevos y algunos pocos ingredientes más. Pensé que algo tenía que poder preparar con eso.
Me puse a ojear mis libros de cocina y encontré la receta de frittata, una especie de tortilla rellena. Le puse lo que tenía: tomates secos, parmesano y arvejas. Quedó riquísima. Ése día, por un tema de fuerza mayor, aprendí una nueva receta.
Visitando algunos de mis blogs favoritos, aprendí que "Rayuela" la novela de Cortázar, cumple 50 años. Nunca leí a Cortázar y me di cuenta de que quiero leerlo.
En las costumbres cotidianas se aprenden muchas cosas, sólo que a veces no nos damos cuenta.
Todos los días incorporamos algo nuevo, ése es nuestro gran privilegio.
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