martes, 18 de diciembre de 2012

Pensando en las vacaciones

La tarde del martes me sorprendió con una baja de presión que me obligó a meterme en la cama y suspender todo tipo de actividades. A las pocas horas ya estaba mejor, pero no subestimo el mensaje que mi organismo me estaba dando: "basta".

Mi batería está muy baja y estoy a punto de apagarme. La conclusión es fácilmente deducible, necesito vacaciones. Gracias a Dios, ya falta muy  poquito para partir.

A mi valija van a ingresar, prioritariamente, traje de baño, sombrero y protector solar. El teléfono no va a sonar a toda hora y, felizmente, voy a poder dormir sin interrupciones hasta el mediodía. Ya puedo verme tendida sobre una reposera, rodeada de pilas de revistas y libros.

Cuando estamos de vacaciones, nuestro humor mejora, la piel se ve más radiante y la energía sube. Cortar con la rutina y relajarse es más que un placer, es una necesidad.

Imagino los kilómetros de playa, los atardeceres, las caipiroskas de maracuyá, y siento que ya no puedo esperar más. Mi concentración ha disminuido notablemente y me encuentro a mí misma contando en el calendario los días que faltan para irme.

Vacaciones es un concepto muy poderoso, que se anticipa semanas antes de que ocurra, a través del añoro y la expectativa, y que permanece semanas después de que ocurrió, a través de la calidez y felicidad de los recuerdos y anécdotas.

Vacaciones es la palabra mágica que nos brinda las últimas fuerzas para terminar el año.

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