domingo, 23 de diciembre de 2012

Ser feliz


Cuando termina un año y comienza otro, la gente tiene la costumbre de hacer una lista de resoluciones, es decir, una lista de objetivos que se quieren alcanzar en el año nuevo.

Yo no soy la excepción y todos los diciembres/eneros redacto en la última hoja de mi agenda, la lista de cosas que me he propuesto para el año que comienza.

Pero este año no quiero hacer una lista detallada de actividades a cumplir. Este año tengo una sola “new year resolution”: ser más feliz.

Me di cuenta que de nada sirve tener todos los títulos universitarios del mundo, conseguir tal o cual trabajo, casarse, tener hijos, conocer el mundo, o lo que sea, si no se disfruta la vida y se la transita con felicidad.

Siempre he definido a la felicidad en términos muy puntuales y terrenales: “cuando me reciba voy a ser feliz”, “cuando me case voy a ser feliz”, “cuando me vaya de viaje voy a ser feliz”. Lo cierto es que todos esos momentos de mi vida llegan, pero la felicidad no es como me la imagino.

Vivimos pensando que tenemos que vencer nuestros obstáculos y falencias para ser felices. Creemos que la vida de los demás es más fácil que la nuestra.

No sé si les pasa, pero a veces voy caminando por la calle, miro a la gente e imagino que no tienen problemas y que son re felices. Pensamos que los demás son más felices que nosotros.

La realidad es que todos, pero todos, tenemos problemas. Por más que muchos aparenten vivir una vida libre de preocupaciones y responsabilidades, les aseguro que también tienen sus temas.

No hay que esperar a que se solucionen los problemas para ser felices. En eso consiste el desafío, en tratar de ser felices en el día a día, aunque las cosas no sean perfectas.

Es todo cuestión de energía. Hay personas que tienen buena actitud y están siembre de buen humor. Esas personas son, en general, las más queridas por la gente. Son optimistas, agradables, disfrutan de la vida y no tienen prejuicios. Mi personalidad, neurótica y controladora me va a hacer difícil alcanzar esa mentalidad, pero estoy dispuesta a intentarlo.

Este es mi único objetivo 2013: disfrutar más, maquinarme menos, en definitiva, ser más feliz. 

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martes, 18 de diciembre de 2012

Pensando en las vacaciones

La tarde del martes me sorprendió con una baja de presión que me obligó a meterme en la cama y suspender todo tipo de actividades. A las pocas horas ya estaba mejor, pero no subestimo el mensaje que mi organismo me estaba dando: "basta".

Mi batería está muy baja y estoy a punto de apagarme. La conclusión es fácilmente deducible, necesito vacaciones. Gracias a Dios, ya falta muy  poquito para partir.

A mi valija van a ingresar, prioritariamente, traje de baño, sombrero y protector solar. El teléfono no va a sonar a toda hora y, felizmente, voy a poder dormir sin interrupciones hasta el mediodía. Ya puedo verme tendida sobre una reposera, rodeada de pilas de revistas y libros.

Cuando estamos de vacaciones, nuestro humor mejora, la piel se ve más radiante y la energía sube. Cortar con la rutina y relajarse es más que un placer, es una necesidad.

Imagino los kilómetros de playa, los atardeceres, las caipiroskas de maracuyá, y siento que ya no puedo esperar más. Mi concentración ha disminuido notablemente y me encuentro a mí misma contando en el calendario los días que faltan para irme.

Vacaciones es un concepto muy poderoso, que se anticipa semanas antes de que ocurra, a través del añoro y la expectativa, y que permanece semanas después de que ocurrió, a través de la calidez y felicidad de los recuerdos y anécdotas.

Vacaciones es la palabra mágica que nos brinda las últimas fuerzas para terminar el año.
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sábado, 15 de diciembre de 2012

La locura de fin de año



Fin de año es una muy buena idea en abstracto. Qué mejor que la proximidad de las vacaciones y de las fiestas familiares y religiosas. Pero en la práctica, fin de año es una locura, una serie de días frenéticos muy difíciles de sobrellevar.

La gente se pone muy nerviosa a fin de año. El mal humor, por algún motivo, impera. Acabo de bajarme de un taxi unas cuadras antes del destino, ahuyentada por las groserías del chofer.

Otra característica de diciembre es la tendencia al consumo compulsivo. Los shoppings están llenos de personas con hambre de productos de todo tipo y las tarjetas de crédito con sus promociones, fogonean este impulso consumista.

Lo mejor es tratar de vivir el fin de año con la mayor paz posible. Hace poco escuché una nota que le hacían a un psiquiatra sobre el tema del mal humor. Él explicaba que ante un problema, hay que preguntarse: ¿esto me va a cambiar la vida de acá a 5 años? Si la respuesta es no, entonces hay que tomárselo con más soda.

El estrés es dañino para la salud física y emocional. Afecta la vida de relación y no permite disfrutar de las cosas lindas que tiene diciembre.

Que las fiestas sean un motivo de reencuentro y oración, no una excusa para comprar y correr contra el tiempo.
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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Lo que trae el verano


La mañana de hoy me encontró con algunas horas libres y un verde jardín a mi disposición. El sol brillaba luego de varios días de lluvias y cielo gris. Decidí entonces inaugurar mi pre veranito. Me puse el traje de baño y me acosté a tomar sol con la esperanza de adquirir un leve color.

No soy muy amante del sol. Me aburre estar tendida con el único objetivo de broncearme. Además me atemoriza bastante el daño que puede generarse en mi piel. Por eso, a riesgo de sonar como folleto de dermatólogo, nunca me expongo entre las 12 y las 16 y siempre uso protector solar.

Los días previos al verano traen aparejadas muchas sensaciones. Una no muy agradable es la de ponerse el traje de baño por primera vez en la temporada. Estás blanca, todavía arrastrás algunos kilillos de más del invierno y no estás acostumbrada a pasearte con tan poca ropa, más aún considerando que los últimos meses estuviste protegida por capas y capas de abrigo.

El verano también trae otras sorpresas desagradables como el uso indiscriminado y desmedido de las ojotas de goma. De repente cientos de mujeres circulan por las calles luciéndolas como si el verano legitimara su uso en cualquier ocasión. Las ojotas de goma sólo se ven bien en la playa, y a lo sumo, cuando tenés las uñas recién pintadas y no podés ponerte otra cosa por unas horas. Pero sólo por unas horas.

El comienzo de los días cálidos también deja en evidencia a las mujeres desprolijas. Porque una depilación descuidada o unos pies sin pedicuría pasan desapercibidos en invierno, pero en verano todo está a la vista.

El verano comienza a anunciarse a mediados de la primavera con los primeros duraznos y cerezas, con el abarrotamiento de los gimnasios en donde mujeres desesperadas buscamos recuperar el tiempo perdido y con las sandalias que empiezan a asomarse tímidamente desplazando a los zapatos cerrados.

Unos reflejitos más en el pelo, una reserva de pasajes con destino a la playa, una blusa de un color estridente, cada mujer se prepara para recibir el verano de manera diferente. Pero todas con la misma convicción, que el calorcito y los días largos no pueden traer otra cosa más que lindos momentos por vivir.
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