martes, 18 de septiembre de 2012

Privacidad, por favor


Todas las mujeres tenemos mañas. Yo, particularmente, tengo muchas. Una de ellas es que necesito, quizás más de lo normal, mis momentos en privado.

Estoy convencida de que hay actividades que, por su misma naturaleza, deberían ser realizadas en privado, aunque socialmente no ocurra.

Dormir, por ejemplo, es algo privado. Soy la única hija mujer y nunca compartí mi cuarto con nadie. Hoy estoy casada y tampoco comparto mi cuarto con mi marido. Es que dormir, como dice alguien que conozco, es un acto muy íntimo.

Cuando me toca viajar de noche, sufro terriblemente la falta de privacidad. Rara vez logro conciliar el sueño, no importa qué tanto se recline el asiento o que me tome alguna pastillita que me ayude. Simplemente no puedo dormir fuera de mi cama, fuera de mi casa, rodeada de gente extraña.

Hacer ejercicio, es otra de las actividades que considero debería ser realizada en privado. DETESTO los gimnasios, lugares llenos de gente transpirando y jadeando. Muchas veces me anoto y me propongo asistir con frecuencia, pero no lo logro. Intento ir en los horarios menos frecuentados (al mediodía o a la siesta) y me siento en la última bicicleta pegada a la ventada, pero siempre alguien aparece y se sienta al lado, o el profesor me habla, y no me gusta. Simplemente no me gusta.

Entonces el ejercicio que más privacidad me proporciona es salir a caminar al aire libre, sola, y escondida detrás de unos grandes anteojos de sol. No me gusta que me vean desalineada.
                
Otra cosa para la que necesito sí o sí privacidad, es para producirme. No me gustan las peluquerías llenas de señoras conversadoras, por eso trato de ir lo menos posible, sólo cuando me toca el corte, color o las manos. Todo lo demás, lo hago yo misma.
                
Jamás se me ocurriría ir a peinarme o pintarme a otro lugar que no sea la privacidad de mi baño. No entiendo a esas mujeres que se peinan en la peluquería cuando tienen una fiesta.
                
Si alguien me interrumpe cuando estoy repasando uno a uno los mechones de mi pelo, o cuando estoy delineándome los ojos, lo más probable es que reciba una respuesta poco amable de mi parte. Producirme es mi momento privado, es casi un ritual, no me gusta compartirlo.
                
En fin, acepto completamente que en este sentido soy una neurótica total, y desde mi humilde lugar reafirmo el mito de que las mujeres somos bastante complicadas. Cada una tendrá sus mañas, las hay de tantos tipos como mujeres en el mundo. 

4 comentarios:

  1. Muy bueno tu blog, y especialmente este post. Todos esos momento que describís son para hacerlos en la intimidad. Y dormir sola es una necesidad! De todas maneras contanos como convenciste a tu marido, ya que 'socialmente' es algo atípico, y nos han inculcado lo de 'en la misma cama', cuando son los 'otros sueños' los que es mas importante compartir. Cariños. Marcela

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  2. Querida Marcela.

    Por suerte no tuve que convencer a mi marido de la idea de cuartos separados. En ese sentido, los dos pensamos igual desde el principio de la relación.

    Creo que es importante estar de acuerdo en los temas de la vida cotidiana cuando uno se pone en pareja. Por ahora a nosotros nos ha ayudado mucho. Ya llevamos más de 8 años juntos.

    Gracias por tu comentario!

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  3. Lo de los cuartos separados no lo comparto (valga la redundancia) pero comprendo los motivos. Y la privacidad es, de hecho, importante, y a veces no tan simple de lograr. Si me estoy arreglando en el baño no quiero que nadie me hable durante el proceso, asi que te entiendo perfectamente.

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    Respuestas
    1. Si! El proceso de producción es sagrado para una mujer!

      Saludos!

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