martes, 24 de agosto de 2010

El boliche


Cuando tenía algunos años menos me encantaba salir a bailar, o como se dice habitualmente, salir al boliche. Nos juntábamos con mis amigas, nos producíamos para matar y salíamos a la noche.

Pero en este último tiempo, he comprobado que ya no me lo banco más. Ojo, no me malinterpreten, me encanta estar con amigas, arreglarme y salir. Lo que no soporto más, es el boliche en sí mismo.

Analizando los motivos de este cambio, he arribado a una conclusión: el programa de salir a bailar no cambió, la que cambió fui yo.

Para empezar, antes no me molestaba morirme de frío esperando para entrar. Admito que me he fumado colas eternas a altas horas de la madrugada para ingresar al boliche de moda.

En ocasiones el sistema nos beneficiaba y, como estábamos bien lookeadas, el patovica nos hacía pasar sin hacer cola. Hoy en día ya no me someto a ninguna de estas cosas. Ni a congelarme con mi vestidito en la puerta, ni a mostrar piel para que el señor de seguridad te haga entrar.

Tampoco tolero más los empujones y los pisotones. Supongo que antes no me molestaban porque llegaba al boliche con unas copas arriba, pero ahora que tomar por tomar ya no es un programa, se me hace bastante difícil. Encima sufro por mis zapatitos, y me da pánico que me quemen el blazer con un cigarrillo.

Siendo más joven, iba al boliche con la esperanza de encontrarme al chico que me gustaba en aquel momento. Actualmente, a punto de casarme, ese incentivo ha desaparecido.

Además, hay que decirlo, los hombres en las discotecas se comportan como primates en celo. Desesperados por capturar alguna presa para satisfacer sus deseos más bajos, te agarran de la cintura, te acarician el pelo y te susurran piropos trillados al oído. Fiaca!!!

Los tragos, en general, son cuestionables, servidos en vasos de plástico en los que el barman deposita el hielo con la mano. Usan las marcas de bebidas blancas más baratas del mercado y además son carísimos.

Al día siguiente me despierto cansada y con resaca, porque, enfrentémoslo, el cuerpo ya no aguanta como antes.

Y bueno, ¿qué le vamos a hacer? Nos vamos poniendo viejos y los gustos van cambiando.

Hoy prefiero ir a comer algo rico, o tomar un buen trago a algún lugar donde me atiendan bien y donde la música no está tan fuerte!!!

¿Amarga yo? Y no sé. Los años no vienen solos…

4 comentarios:

  1. Jaja...cexi es muy cierto! creo que de a poco nos va pasando a todas/os! Igual te confieso que despues de 5 meses aca, con CERO vida social, me mueroooo por pisar un boliche!!!

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  2. CECI ES ASI!!!!!!!!
    YO NO TE VOY A UNO NI LOCA!!!
    SALIDAS? SI A CENAR A UN BRUNCH A UN CAFE A UN MUSEO ,PRESENTACIONES DE LIBROS ETC!!!!!!!
    QUEIRO IR A UN LUGAR DONDE ME RELAJE ,CHARLE Y DISFRUTE DE LA COMPANIA QUE TENGO....
    besote

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  3. Parece que a todas nos pasa lo mismo chicas.

    Viste Fiona que una se pone más cómoda??

    Tili! Obvio que cuando uno no lo tiene lo extraña, pero ahora una exige muchos más requisitos para salir que antes...no??

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  4. Me encanta el boliche por la múscia, las luces, poder bailar horas al compás de buenos temitas, pero cada vez me pesa más el tema de la entrada. si el boliche es medio de pendex, es como si fueramos ganado siendo arreado por la manga. Todos te empujan. Si el boliche es trendy y para gente un poco más grande, te puede pasar que te frenen en la puerta y no pasas ni aunque pagues (más si sos hombre). Por eso me copan los casamientos de gente de mi grupo, porque van mis seres mas queridos, familiares, mujer, amigos, etc. todos bailando, divirtiéndose, bebiendo y comiendo en un mismo lugar copado!

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