viernes, 19 de febrero de 2010
Las cosas por su nombre
Siempre me molestaron las situaciones de incertidumbre. Admito que me gusta la estabilidad en todos los ámbitos de mi vida: profesión, pareja, etc.
Pero en la vida las cosas no siempre son blancas o negras. También existen los grises. Pareciera que, en general, las mujeres tenemos dificultades para aceptar esto último. La indefinición nos molesta y tenemos la necesidad de etiquetar todo.
En estos días he tenido conversaciones con amigas que terminaron con sus novios. Ellas ahora están pasando por ese período posterior a una ruptura en el que las cosas no están claras. El noviazgo ya no existe, pero no se cortó el contacto. Ellas se quejan de que no se sabe qué clase de relación tienen con sus ex parejas. Necesitan ponerle un nombre: noviazgo, salidas formales y constantes, o corte definitivo.
Yo creo que esta necesidad tiene que ver con la búsqueda de la seguridad. Cuando tenemos todo etiquetado y controlado nos sentimos más tranquilas.
Hablando con hombres y mujeres, les he preguntado qué es lo principal que buscan en una relación amorosa. Muchos hombres me respondieron: química y compañerismo. Hubo mujeres que me contestaron lo mismo, pero muchas más dijeron que lo que priorizan es la seguridad (esto engloba fidelidad y contención psicológica y económica).
Entonces no me sorprende cuando compruebo que mis amigas se empeñan en ponerle un nombre a todo. El problema es que muchas veces nos va a tocar atravesar por períodos de transición y, en esas oportunidades, nada es seguro.
El mayor desafío consiste, justamente, en sortear con astucia y paciencia estos momentos. Esperar que sea lo mejor y entender que no podemos controlar todo.
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