lunes, 5 de agosto de 2013
Somos lo que amamos
Estoy releyendo el libro de Patricio Lóizaga sobre Victoria Ocampo.
Creo que les mencioné en alguna oportunidad que admiro mucho a Victoria. Ante mis ojos, fue una mujer que dedicó su vida a la literatura y que ha hecho un aporte enorme a la cultura argentina.
Victoria Ocampo para mí, fue una mujer realizada, que logró cumplir sus metas en la vida y que siempre puso sus propias reglas.
Con estos preconceptos en la cabeza, en verdad me sorprendí mucho cuando leí una cita de la propia Victoria en la que se lamenta por no haber desarrollado sus dones para el teatro y la literatura.
"Me he desperdigado, dispersado en vanos esfuerzos (la rutina), he malgastado mis dones."
Es irónico: Victoria Ocampo la mujer que elegí como referente de la realización personal, no se sentía realizada.
Victoria se arrepiente de no haber escrito un libro significativo, que la consolide como escritora y la haga trascender.
Probablemente murió pensado que no había hecho todo lo que tenía que hacer.
Me pregunto qué llevó a Victoria Ocampo a pensar que no se había realizado como escritora. Quizás porque sus escritos eran más bien autobiográficos. Quizás porque no escribía grandes ficciones como Borges.
Aún hoy sigo deleitándome con los "Testimonios" escritos por Victoria en los que relata su vida, sus pensamientos, su todo. Escribe con estilo, con convicción y fundamentalmente con corazón. Si esto no es ser escritora entonces no sé qué es.
Lo que amamos hacer, lo que somos como personas, se traduce en nuestras obras. Victoria Ocampo fue una escritora, una gran escritora.
Como cita Lóizaga en su libro: su vida fue su obra.
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