domingo, 17 de febrero de 2013

El trabajo y el glamour


Después de una relajante (y bastante larga) estadía en Punta del Este, mi regreso a la Argentina me encontró con una considerable cantidad de temas acumulados en el trabajo y un persistente cargo de conciencia por estirar mis vacaciones.

Por eso, cuando comenzó febrero, decidí viajar al interior del país para dedicarme a los tan postergados temas laborales.

Ya estamos a 18 del mes y no me he movido de este lugar. Ya usé varias veces la ropa que traje en la valija y todavía me queda una semana de estadía. En general soy bastante hábil para preparar valijas (debe ser porque me la paso viajando desde que tengo uso de razón), pero tampoco puedo llevar todo mi guardarropa de Buenos Aires a cada lugar al que voy.

Cuando una viaja frecuentemente, la ropa nunca está disponible. Porque te quedó en otra ciudad, porque se está lavando, por lo que sea. Me pasa muy seguido querer ponerme, por ejemplo, una pulsera y: “Ay no. La dejé en Mendoza”.

A veces llevo los stilettos a pasear en la valija y no los uso. Cuando por fin decido no llevarlos, los necesito porque tengo un programa de último momento. Típico.

Si bien paso tiempo en distintas ciudades, hay ciertos rituales de belleza que sólo cumplo en determinado lugar. El color, las cejas, las manos, los pies. Y ese lugar queda en Buenos Aires. Por lo tanto, esta prolongada estadía en el interior me tiene de lo más desalineada.

Las raíces marrones ya me llegan hasta la oreja y mis manos parecen las de una profesora de artes plásticas.

Necesito desesperadamente volver a mi ciudad de residencia (no sólo porque extraño a mi marido, claro), sino también porque tengo que dedicarme a mi estética personal antes de que pierda por completo el sentido de feminidad.

Pero estimo que esto de dejarse estar, no sólo me sucede a mí porque viajo. En cualquier circunstancia, nómada o sedentaria, cuando el trabajo se pone demandante, la coquetería pasa a segundo plano.

Lo veo en mis amigas, cuando están muy a full con sus carreras empiezan a descuidarse el pelo, la ropa y hasta la figura.

Aprender a balancear el cuidado personal y la vida profesional es otro de los pequeños, pero no por eso menos importantes, desafíos de las mujeres modernas.

2 comentarios:

  1. Siiii!!! No hay nada mas molesto que estar incomoda con una misma, ya sea por no tener la ropa adecuada, o por cuidados personales pendientes o por algun kilito de mas...
    Acabo de llegar de Punta,y desde el fin del ciclo escolar (tengo hijos chiquitos) tengo mis rutinas a mitad de camino.. Son tan necesarias !!
    Que interesante que viajes tanto por trabajo!.
    Saludos
    Sil

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  2. Gracias Sil!

    La rutina personal es sumamente necesaria! Extraño hasta el gimnasio! Imaginate!

    Cariños!

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