Cuando somos niñas, muchas de nosotras nos fascinamos con las historias clásicas como las de Cenicienta, Blancanieves, La Bella y la Bestia, entre otras.
En estas historias, una mujer desvalida y muchas veces humillada, encuentra finalmente su redención con la llegada de un apuesto príncipe azul.
Estos cuentos se nos meten debajo de la piel en la infancia y muchas veces las ideas nos quedan flotando en la cabeza ya de grandes.
En el fondo, la mayoría de las mujeres esperamos al príncipe azul con el que viviremos felices por siempre.
Por mi parte, confieso mi entrañable amor por estas historias clásicas. Sin embargo, me conmueven aún más otro tipo de cuentos de hadas. Cuentos, yo diría, de nuestra época, en la que las mujeres ya no sólo esperan la llegada de su príncipe azul, sino que también anhelan cumplir sus sueños y realizarse personalmente.
Justamente esta semana enganché de casualidad por televisión la película que narra la vida de J K Rowling, la autora de Harry Potter, antes de convertirse en escritora mundialmente famosa.
Esta mujer decide separarse de su marido alcohólico y violento. Queda prácticamente sola con su pequeña hija. Atraviesa serias dificultades económicas y sobrevive, al principio, gracias a un subsidio estatal.
Pero su vida finalmente cambia cuando su obra literaria se transforma en un suceso mundial.
Se trata de un verdadero cuento de hadas, en donde la redención no llega de la mano de un príncipe, sino de la mano de una gran oportunidad que la transforma en una mujer realizada e independiente.
Así como Cenicienta nunca imaginó que el príncipe se fijaría en ella, probablemente J K Rowling nunca imaginó que su trabajo tendría un éxito tal que la convertiría en una celebridad.
Es lindo pensar que, no importa la edad, el lugar donde vivimos o cualquier otra circunstancia, la gran oportunidad de la vida puede llegar en cualquier momento. Ése es el cuento de hadas con el que elijo quedarme.