lunes, 23 de julio de 2012

Esperando los tomates


Creo que ya lo he dicho muchas veces: me encanta cocinar. Claro, también me gusta mucho comer, pero me gusta todavía más cocinar. Porque cocinar implica un proceso creativo, en el que si bien existen algunas reglas básicas, la libertad predomina.

El proceso creativo de la cocina comienza en el mercado, cuando se elije la materia prima, los ingredientes que van a conformar el plato.

A veces te vas al mercado pensando: “voy a comprar unos tomates y un pan casero para preparar unas bruschettas.” Pero cuando llegás a la verdulería los tomates no te tientan nada. Están verdes, duros y no tienen aroma. Y resulta que al lado hay unas berenjenas divinas, entonces decidís que mejor vas a preparar unas berenjenas a la parmesana.

En la vida, en general, ocurre lo mismo. Podés hacer todos los planes que quieras, pero cuando llega el momento las cosas pueden no salir como lo imaginaste.

Quizás pensás que vas a dedicarte a pintar cuadros y terminás trabajando en un banco. Pensás que no vas a tener hijos y terminás siendo madre de cinco, pensás que a los treinta ya vas a estar felizmente casada y el príncipe azul no llega.

Querías tomates, pero no estaban buenos, no estaban maduros, aún no era tiempo de tomates. Entonces te llevás las berenjenas. Eso no significa que te hayan dejado de gustar los tomates, algún otro día prepararás las burschettas, pero por ahora hay berenjenas.

El desafío es aceptar tu destino, amando lo que te toca, aunque no lo hayas elegido y nunca renunciar a lo que realmente querés. Ya vendrá la época de los tomates, mientras tanto prepararás las mejores berenjenas a la parmesana del mundo.


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