sábado, 5 de mayo de 2012

Derribar las paredes de la mente


La vida tiene una especie de inercia que en general nos juega en contra para explotar al máximo nuestro potencial.

El día a día nos va llevando. Nos levantamos, nos ocupamos de nuestras obligaciones, hacemos lo que tenemos que hacer y nos vamos a dormir. Y así transcurre gran parte de nuestra vida. Rara vez nos detenemos a pensar en si lo que estamos haciendo realmente nos llena.

El disfrute tiene un espacio muy limitado. En proporción a las horas que tiene nuestro día, son pocas las horas en las que hacemos lo que en verdad queremos. Y ese poco tiempo libre, generalmente lo dedicamos actividades triviales que juegan el simple rol de sustraernos por instantes de las preocupaciones de la vida cotidiana.

Los momentos de ocio son muy importantes para la reflexión. Sólo cuando tomamos distancia de los problemas y no nos ocupamos de nada podemos obtener la claridad mental que se necesita para tomar las grandes decisiones. Sólo entonces la mente se enfría y el ambiente es propicio para la reflexión, el autoconocimiento y, en el mejor de los casos, la creatividad.

En el libro comer, rezar, amar de Elizabeth Gilbert, la protagonista viaja a Italia, y un grupo de personas del lugar le enseña la importancia del dolce far niente. No hacer nada es fundamental para hacer algo.

Quizás parezca una contradicción, pero no lo es. Yo creo que la mente humana tiende a estar rodeada de altos muros, constituidos por nuestros prejuicios, nuestros miedos y nuestra inercia. Esos muros no nos permiten ver más allá de lo que vemos habitualmente y nos limitan en nuestra capacidad de encarar las dificultades.

La única forma de derribar esos muros, de ver más allá, es tomando distancia de nuestro día a día, es buscar momentos de no hacer nada para que ningún tema cotidiano nos distraiga y nos haga caer nuevamente en la inercia de la vida.

A las personas controladoras como yo, nos cuesta mucho tomar distancia de los problemas. Así es que he decidido tomar distancia literalmente: irme de viaje a la lejana Italia, para abrir un poco mi mente, para mirar detrás de los muros.

Y, quién sabe, quizás vuelva con muchas ideas frescas para derramar en este blog.

2 comentarios:

  1. Buena reflexion. Yo tengo ratos de no hacer nada y honestamente me aburren. No me llenan. Necesito hacer muxas cosas y algunas me llenan mas que otras xo quedarme en casa reposando me puede. No se disfrutarde la calma

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  2. Cada persona es distinta. Hay mucha gente super activa como vos que le cuesta disfrutar de los momentos de no hacer nada.

    Mientras que tus actividades te hagan sentir bien y no la uses como excusa para tapar otras cosas, me parece sumamente sano, así que adelante con las múltiples actividades!

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