jueves, 8 de septiembre de 2011
El aniversario
Septiembre es un mes muy importante para mí. Mi historia de amor con quien es hoy mi marido, cumple siete años y un año de matrimonio.
Como a muchas mujeres, me gusta hacer algo especial para recordar la fecha.
Dado que estoy con bastantes complicaciones en el trabajo, me pareció adecuado hacer un viaje corto a algún lugar cerquita.
Así fue como el sábado 2 de septiembre partimos a Punta del Este.
La verdad es que la pasamos muy bien. Con la vista al mar, los mariscos y las horas ociosas para dedicar a la lectura, no podía ser de otra manera.
Ahora bien, no todo son rosas.
A partir de la experiencia de este fin de semana he llegado a la siguiente conclusión: el aniversario se festeja cuando a uno le viene bien ¿Por qué tendremos esa manía de querer hacer la celebración el día exacto?
Los pronósticos para el fin de semana anunciaban lluvia, pero yo quise ir de todas maneras.
La lluvia no me permitió hacer mis caminatas diarias por la punta, limitó bastante los paseos y casi me entierro en la arena cuando intentaba entrar a un restaurant que queda sobre la playa.
Hacía un frío terrible y se rompió el agua caliente. Encima a la calefacción de la casa, no acostumbrada a visitas fuera de temporada, le costó bastante arrancar.
Como si esto fuera poco, mi marido se perdió el cumpleaños de su mamá y de uno de sus mejores amigos en Buenos Aires.
La pasé bárbaro a pesar de todos los contratiempos, pero en definitiva, ¿no es mejor acaso hacer el viaje cuando más convenga, en lugar de atarse a una fecha determinada?
Si el objetivo del viaje es relajarse y festejar una relación de pareja, ¿no da lo mismo cualquier fin de semana?
Esto me enseñará la lección, espero.
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