viernes, 24 de diciembre de 2010

La importancia de desenchufarse


Hace ya algunos años que trabajo en la empresa familiar. Esto tiene sus ventajas y sus desventajas.

Por un lado, manejo mis horarios. Tengo la libertad de trabajar cuando tengo pilas y sólo cuando es necesario. No hace falta que haga tiempo leyendo el diario por Internet para que mi jefe vea que paso muchas horas en la oficina.

Además, tengo incentivos fuertes porque trabajo por algo propio.

Ahora bien, esto de la empresa familiar tiene sus contras. El principal, consiste en la dificultad de trazar una línea entre los momentos de ocio y los momentos laborables.

Hoy, por ejemplo, siendo 24 de diciembre, mi madre vino a cuestionarme acerca de los próximos pasos a seguir en un tema que estoy llevando. Y eso que ayer le dije que me declaraba en vacaciones por unas semanas. Pero ella hizo oídos sordos y vino a preguntarme cosas de trabajo a horas de la Navidad. Cualquiera.

Hay que saber poner un límite. Las vacaciones, las fiestas, la noche, son momentos en los que no debería hablarse de nada que tenga que ver con nuestra vida laboral. En algún momento hay que desenchufarse.

El domingo me voy de viaje a un lugar en el que (Gracias a Dios) no funciona mi celular. Entonces la gente de la oficina me sugería que llame yo para allá desde algún teléfono fijo, a lo que yo respondí: ni loca, ¿Qué sentido tiene irse de vacaciones?

Nuestra cabeza tiene un límite, y a veces hay que parar. Incluso para ser más productivos cuando retomemos las actividades.

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