domingo, 21 de marzo de 2010
La irresponsable
Tener un hijo es la decisión más importante que uno va a tomar en su vida. Permítanme fundamentar esta afirmación. Cuando elegimos qué carrera seguir, a dónde ir de vacaciones o con quién casarnos, generamos consecuencias principalmente para nosotros mismos. Seguramente afectaremos también la vida de otras personas, pero de modo indirecto. Y, en todo caso, se trata de personas conscientes.
Cuando se trae a una persona al mundo, ya no se trata sólo de uno, se trata de un tercero: el hijo o hija.
El progenitor es plenamente responsable por esa persona que engendra.
Para tener un bebé hacen falta muchas cosas. Primero, estabilidad emocional y madurez suficiente de los padres. Si uno no puede con sí mismo, menos aún podrá con un hijo. También se necesita cierta seguridad económica. No es justo que un niño deba padecer necesidades básicas.
Sin embargo, veo con tristeza como, en la práctica, estos factores no son tenidos en cuenta al momento de procrear.
Adolescentes ignorantes que no usan métodos anticonceptivos, gente sumida en la pobreza con siete hijos, solteros y solteras desesperadas alquilando vientres o pidiendo esperma prestado. Me parece muy deprimente.
Estoy cansada de escuchar a la gente decir que necesitan ser padres para realizarse como personas. A ver si lo entendemos, el acto dar vida es muy delicado, no es una solución para encontrarle sentido a la vida ni para hacer algo con nuestro tiempo de sobra. Si estás aburrida, comprate un perro.
Es muy común que los hijos cuiden a sus papás en la vejes, pero desterremos esta idea de que los hijos son propiedad de los padres. No los tenés para que después te cuiden. No tienen porqué pagar por nuestros errores y no tienen porqué hacer de sus vidas lo que a nosotros nos parece conveniente.
Dar vida puede ser un acto de generosidad o de egoísmo, según cómo se encare.
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