martes, 26 de enero de 2010
Una sociedad de plástico
¿Qué pasa cuando la plata y el poder se vuelven lo más importante en la vida? Yo creo que es ahí cuando las sociedades entran en decadencia.
El poder adquisitivo es muy importante, pero es un medio, no un fin en sí mismo. Sin embargo, en el lugar donde yo vivo, esta idea parece no estar muy clara.
Cada vez más mujeres se ponen como único objetivo en la vida casarse con un hombre de generosos bolsillos. Las denominadas “botineras” son uno de los ejemplos más burdos que conozco: chicas que se exhiben con poca (o nada) de ropa para ganar popularidad, para luego dedicarse a enganchar a un futbolista de algún club europeo con pocas luces y mucha plata.
Idolatramos a personajes como Ricardo Fort, cuyo único mérito es gritar a viva voz cuánto gasta en autos, relojes y propiedades.
Nuestros políticos olvidan completamente que son servidores públicos y se erigen en una suerte de monarcas absolutistas avocados plenamente a la búsqueda de la riqueza personal.
Hombres y mujeres vacíos que se creen superiores a los demás porque nacieron bien ubicados en el mapa social, o porque se juntaron con unos mangos a lo largo de la vida. Amistades por interés, envidias y competencia.
Claro que es imprescindible para la tranquilidad del espíritu tener cierta seguridad económica. Además te permite acceder a ciertos gustos. Yo misma me declaro una fashionista incurable y una amante del mundo gourmet. Ahora bien, cuando la plata se vuelve un ídolo, estás en el horno.
Despegarse un poco del tener y reconectarse con lo esencial hace bien al alma.
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