
Hubo una época en la que estaba convencida de que las cosas malas sólo le ocurrían a las personas que no se comportaban bien. Como una especie de karma divino. Por eso, cuando me comenzaron a salir las cosas mal, interpreté las desgracias como un castigo por mis errores del pasado. Hoy pienso distinto.
Independientemente de que en algún momento Dios nos aplique la justicia eterna, no es lógico pensar que...