miércoles, 23 de diciembre de 2009
La mujer elegante
Ya llega fin de año. Para variar, estoy cansada. Cuento los días que faltan para que empiecen mis anheladas vacaciones. No puedo más. Como seguramente les pasa a muchas de ustedes, el año nuevo me encuentra estresada.
Queda claro que las fuentes de estrés de nosotras las mujeres no se reducen al ámbito laboral.
Pensemos un minuto. No sólo no nos hemos librado de nuestros antiguos quehaceres, sino que se han sumado unos cuantos más a la lista.
Hoy trabajamos, también estudiamos para mantenernos actualizadas, nos ocupamos de asuntos domésticos, cuidamos de nuestras parejas y las más valientes hasta se animan a asumir la responsabilidad de tener hijos…
Ni hablar de los cuidados estéticos…depilación, gimnasio, dietas, planear el guardarropa (sujeto a presupuesto)…Parece una tarea inacabablemente cansadora.
Sin embargo, existe un tipo de mujeres que parecen tenerlo todo bajo control. Las que están siempre impecables, las que mantienen la casa divina, son trabajadoras, tienen muertos de amor a sus novios/maridos, en fin…las que yo llamo “mujeres elegantes”.
Entiéndase que utilizo la palabra “elegante” en un sentido más amplio del que comúnmente se le atribuye.
Elegante es la mujer que se siente bien dans sa peau. En francés quiere decir algo así como sentirse bien con una misma. Ser segura, pero no pedante. Valorarse una por lo que es. Aceptarse, potenciarse.
La mujer elegante conoce sus atractivos y sus defectos físicos. Sabe cómo vestirse. Qué puede ponerse y qué no.
La mujer elegante sabe qué espera de una profesión, cómo encararla, cómo optimizar sus talentos y cómo evitar frustraciones.
La mujer elegante es auténtica en sus relaciones afectivas y no traiciona. Se maneja con altura, con clase.
La mujer elegante no es aquella a la que todo le sale bien. Todos tenemos nuestras miserias. Se trata de trabajar con el material que tenemos. Hacer lo máximo de lo que somos. Con naturalidad y confianza en nosotras mismas.
Claro que todo esto no es más que una mera hipótesis personal. Todas las mujeres elegantes que conozco encuadran en mayor o menor medida en esta descripción. Son mujeres imperfectas, pero que desprenden una especie de magnetismo cuando entran a un lugar. Mujeres con luz propia, diría yo.
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