sábado, 21 de enero de 2012
Mujer, se vende
En estos días de vacaciones, me ha llamado poderosamente la atención, la cantidad de señoritas de veinte años que circulan de la mano con señores de cincuenta.
Con la mejor intención del mundo, una puede llegar a pensar que se trata de padres e hijas. Pero, acto seguido, escenas acarameladas desmienten mis ingenuas sospechas.
Efectivamente está lleno de chicas super jóvenes que salen con tipos muy entrados en años.
Ustedes me dirán que hay algunos hombres de cincuenta que son atractivos. Lo cierto es que, más allá de George Clooney y Brad Pitt, no conozco muchos.
Además, no sé porqué, pero generalmente cuando veo a estos señores acompañados de chicas jóvenes, se trata de tipos pelados o panzones o arrugados, o todo lo anterior junto. Nada atractivos.
Claro que suelen moverse en autos de lujo y en lugares paquetísimos. Les compran a sus mozuelas amantes regalos carísimos, como carteras de diseñador o joyas. También las llevan a restaurants lindos, y una tiene que soportar que te empernen a la tilinga en la mesa de al lado, contemplando el espectáculo decadente del viejo con la señorita.
Enfrentémoslo, los hombres cuando llegan a determinada edad, quieren sentirse jóvenes de nuevo. Entonces dejan a la mujer de toda la vida, la que estuvo durante años en las buenas y en las malas, y la cambian por una adolescente sin escrúpulos.
Abundan las mujeres dispuestas a venderse por conseguir ropa, joyas, autos o casas.
Yo me pregunto ¿cuál es la diferencia entre estas “acompañantes de lujo” y una prostituta? Dado que las dos venden su cuerpo por plata, yo diría que no hay diferencia.
Muchas veces catalogamos de “gato” a las mujeres que se visten provocativas. Yo creo que el verdadero “gato” es la mujer que “trepa” en la escala económica y social a través de los hombres.
Las trepadoras no suelen ser las que se ponen las botas de cuero hasta la rodilla, sino las que se la dan de “grandes señoras”, y cuyo único mérito es haber atrapado a un pobre viejo con hormonas alborotadas. Nada me parece más triste que una mujer que se vende por plata o status.
Hay una sola cosa que una vez que se vende no se recupera jamás, la dignidad.
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Son las famosas prostitutas VIP. Si el cincuentón no es vivo -y su calentura lo hace pasar por el registro civil- le puede llegar a salir bastante caro el servicio.
ResponderEliminarmuy bueno ceci este no lo habia visto. lamentablemente la plata mueve al mundo...
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