lunes, 20 de junio de 2011
Mi amiga de Nueva York
Durante muchos años de mi vida miré por televisión una serie sobre cuatro amigas que viven en Nueva York.
Las historias de estos personajes comienzan desarrollando temas un tanto cliché y ligeramente burdos, pero con el correr de los capítulos y de las temporadas, los relatos se vuelven más profundos.
A la larga, terminé enamorándome de esas cuatro mujeres que luchaban por conservar su independencia, defender sus ideas y no conformarse en el amor.
Particularmente, Carrie Bradshaw me cautivó. Quizás por mis aspiraciones frustradas de ser escritora, o tal vez por mi incurable adicción a los zapatos.
Hace pocos días tuve la oportunidad de estar nuevamente en Nueva York.
Pisar los escalones de la casa de Carrie, sentarme a comer en la misma mesa del mismo restaurant en el que ella estuvo, visitar la misma zapatería en la que ella compra, realmente me erizaron la piel.
Al ojo crítico esto puede parecer superficial, pero cuando se crece mirando la vida de un personaje a través de la pantalla, ese personaje de ficción se vuelve parte de uno.
Cuando iba a la universidad vivía en un departamento a mil kilómetros de mi familia. Y lo cierto es que Carrie fue mi compañera muchas noches que pasé comiendo sola frente a la tele.
Estar en su ciudad y recorrer las locaciones de su vida fue como visitar la casa de una amiga que se conoce hace mucho tiempo.
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