Antes que nada quisiera pedir disculpas por mi prolongada ausencia. Me encuentro en un lugar en el que la conexión a Internet es muy lenta. Tan lenta, que ha superado mi corta paciencia.
Quiero decirles que los he extrañado (no sé bien a quién le hablo, supongo que a la red en sí misma, porque no creo que tenga muchos lectores).
A lo largo de estos días, todos mis pensamientos han sido volcados en un cuaderno que conservo en la mesa de luz. En otras circunstancias, cuando quiero decir algo, voy directo al blog, sin escala de papel. En estas vacaciones me he amigado con la lapicera.
Uno no puede apartarse de aquello que lo apasiona. Por eso yo no he dejado de escribir, ni de leer, ni de cocinar. Aún de viaje.
Me preguntan por qué paso mi tiempo entre los libros y la cocina. Yo les digo que la vida es muy ácida y patente, como para profundizar lo cotidiano. El arte ayuda a sobrellevar lo difícil e intricado. En las letras me desplomo y en las recetas me relajo.