jueves, 20 de junio de 2013

Capacidad de asombro

Cuando somos niños, todo nos sorprende. Me encanta mirar las expresiones de los bebitos cuando analizan las cosas a su alrededor y tratan de absorber la mayor cantidad de información posible, tratan de comprender, de capturar el mundo.

A medida que nos vamos haciendo grandes, esta capacidad de asombro se va perdiendo.

Algunos pocos afortunados, logran conservar la capacidad de asombro, a pesar de las circunstancias y del paso de los años.

Hoy volvía en avión de un viaje de trabajo. Al lado mío había una pareja que nunca había viajado en avión. Hablaban entusiasmados entre ellos, sacaban fotos por la ventana y no podían ocultar sus expresiones de fascinación. Comentaban lo increíble que les parecía que un avión se mantenga en el aire.

Presenciando la felicidad que tenían mis compañeros de asiento, no pude evitar pensar que, tristemente, he perdido la capacidad de asombro.

Realmente es increíble que un avión vuele, así como también son increíbles tantas cosas maravillosas que nos rodean: la fuerza del mar, los vínculos entre la gente, el bienestar que transmiten los rayos del sol, no sé, puedo nombrar miles de cosas.

Haber perdido la capacidad de asombro no tiene que ver con las posibilidades económicas. Hay muchas personas que han visto de todo y aún siguen sorprendiéndose.

Asombrarse, sorprenderse es una actitud. Es estar abierto a lo que nos rodea.






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martes, 18 de junio de 2013

Cuando llega el invierno


Parece que se nos vino el frío. El invierno, en general,  es una estación menospreciada. A la mayoría nos gusta más el calorcito de la primavera y del verano.

Hoy a la mañana, cuando sonó el despertador, mi cuerpo se resistía como nunca a abandonar la cama. Todo da más fiaca cuando hace frío.

Pero no hay porqué tomarse el invierno como un castigo divino. Al contrario, hay que aprovechar las cosas lindas que trae y no dejarse amedrentar por las bajas temperaturas.

El invierno invita a ver películas en la cama, cocinar una tarta casera, acurrucarse junto a los seres queridos.

Las colecciones de invierno se asoman con todo su esplendor y podemos elegir qué vamos a incorporar a nuestro guardarropa.

Fiel a mi mentalidad de comprar poco, elegí sólo un tapado de paño negro con el cuello de cuero. Super suave, abrigado y moderno.

Las reuniones sociales se transforman de salidas afuera a conversaciones puertas adentro en torno a una chimenea.

El menú también cambia, dejando atrás los frutos perfumados del verano para recibir a las sopas, guisos y pasteles.

El vino blanco pierde terreno frente al vino tinto y las infusiones calientes como el cafecito y el té son protagonistas absolutas.

Todas las estaciones tienen su encanto. El invierno ha llegado para quedarse. Hay que recibirlo con los brazos abiertos.






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domingo, 16 de junio de 2013

El día para descansar

La verdad es que nunca me gustaron mucho los domingos. El hecho de ser el día anterior al lunes me generaba una especie de inquietud.

Los domingos, sobre todo a la tardecita, me parecían un bajón, aburridos y un poco lúgubres.

Pero con el correr de los años y a medida que las responsabilidades fueron aumentando, el domingo pasó de ser "el día depre" a ser "el día necesario para descansar".

Los domingos se puede desayunar en la cama. En realidad, desayuno todos los días en la cama, pero el domingo puedo remolonear o ver una película después. Los días de semana te obligan a salir de la cama a los pocos minutos.

Hoy pienso en el domingo y su tranquilidad característica no me inquieta como antes. Es el día de reunirse con la familia, un día de descanso y de contemplación.

Durante la semana no hay muchas oportunidades de sentarse en un sillón a leer, a escribir o simplemente, a pensar.

Los domingos aún tienen un poco de gusto a nostalgia, ya que la contemplación trae consigo recuerdos. Pero también tienen su costado lindo.

Veo la lluvia caer en mi ventana mientras espero que se enfríe un poco el té. El sol se está escapando apenas a las seis de la tarde. Hay un silencio lindísimo en mi casa. Es un domingo de paz y de descanso.






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jueves, 13 de junio de 2013

Charla de mujeres

Pocas cosas hay tan divertidas como una charla de mujeres.

Me encantan las reuniones de mujeres, ya sean de diez, de cinco o de dos personas, no importa. Cuando dos o más mujeres se juntan, se genera una magia difícil de explicar en la que las palabras fluyen sin parar.

A las mujeres nos gusta mucho charlar y especialmente con otras mujeres. Cuando una mujer dice que se lleva mejor con los hombres que con otras mujeres, yo desconfío.

No sólo me gustan las reuniones femeninas, sino que las necesito.

Cuando paso mucho tiempo sin ver a mis amigas tiendo a inquietarme. Empiezo a contarle a mi marido lo lindas que son unas chatitas que vi en la vidriera de un negocio y a preguntarle si le parece que me corte el pelo recto o rebajado. Él se limita a contestarme: "necesitás una amiga".

Me divierten tanto las charlas de mujeres que a veces me pongo a escuchar las conversaciones de algún grupo de amigas que está frente a mí en la fila del supermercado, comprando juntas en algún shopping o comiendo juntas en algún restaurant (si, lo sé, invasión total de la privacidad, pero no puedo evitarlo).

Hoy tuve dos reuniones de trabajo en el centro de Buenos Aires (odio el centro) y entre reunión y reunión me sobraron unos 30 minutos que dediqué a tomarme un cafecito con una rebanada de budín. Al lado mío dos amigas planeaban frenéticamente un viaje juntas. No pude evitar escuchar la conversación y divertirme horrores con lo que se decían: "no hagas como siempre que te llevás dos toneladas de ropa y después no la usás", "zapatillas no llevemos porque son muy cómodas pero después parecemos unas desarregladas".

Después se peleaban para ver quién pagaba la cuenta. Típico momento de amigas al final de un café o de una comida. Todas las conversaciones entre mujeres tienen muchos puntos en común.

Zambullirse en una charla de mujeres es un placer accesible. Quita el mal humor, es divertido y te conecta con las demás.



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martes, 11 de junio de 2013

Amor para toda la vida

a love that never grows oldUna de las cosas que me han llamado la atención últimamente, es la cantidad de parejas que se están separando.

La nuestra es una generación muy cercana a los conceptos de separación y divorcio.

No quisiera tener que recurrir a estadísticas (las estadísticas me aburren mucho), pero seguramente todas nosotras conocemos a una o dos personas que se separaron o se están por separar.

También hay muchas parejas que, si bien no se separan, llevan una relación fría y distante que subsiste sólo en los papeles.

Yo llevo nueve años con quien es hoy mi marido y debo confesar que soy sumamente feliz a su lado.

Sin embargo, no puedo abstraerme de esta realidad que me rodea, en la que conservar una pareja feliz y estable parece toda una odisea.

Pienso que el costado más triste de la constante presencia de fracasos sentimentales, es que cada vez hay más mujeres que no creen en el amor para toda la vida.

En general, somos muy escépticas y necesitamos ver para creer.

Creo que más allá de lo que hayamos vivido en nuestra experiencia personal, independientemente de que el matrimonio de nuestros padres, de nuestras amigas o el propio haya sido un fiasco, debemos creer en el amor.

Puede pensarse que lo mío es una posición cómoda, que como tengo una buena experiencia de pareja, me resulta más fácil creer. Puede que en alguna medida sea cierto, pero también es cierto que se puede creer sin ver.

Por ejemplo, yo creo en Dios y nunca lo he visto. Es simplemente una cuestión de fe. Como decía Palito Ortega, yo creo en el amor, creo en el amor para toda la vida.

Creo que es posible amar a un hombre siempre, en las buenas y en las malas, con defectos y virtudes.

Creo en la idea de compartir los sueños y los fracasos. Creo en el respecto como base de una relación. Creo que se puede desnudar el alma y las miserias sin perder la admiración mutua.

Creo que la vida es más linda  con un compañero de vida, de toda la vida.

Creo en la salud y en la enfermedad, hasta en la peor de las enfermedades.

Creo en el amor incondicional. Creo en el amor hasta que la muerte los separe.

Las invito a creer, las invito a apostar a una relación y a amar para siempre.




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lunes, 10 de junio de 2013

Una copa de vino

Luego de un día lleno de contratiempos e incertidumbre, una copa de vino es un mimo al espíritu cansado.

No hace falta más compañía que la de una manta de lana y una buena película en el cable.

Pero una copa de vino también es la excusa perfecta para una charla de amigas. Acompaña la complicidad y la conversación, sostenida entre los dedos como un testigo discreto.

Una copa de vino es el sine qua non de todo plato de comida que se respete. Los sabores se exacerban y los sentidos agradecen.

Con una copa se alivia el cuerpo y se calma el alma. Hace muy bien, como todo lo que se toma en su justa medida.

En parte mis orígenes son mendocinos y por eso llevo en la piel ese amor por el vino y toda su generosidad.

En este día lunes, día aburrido y gris, elegí dedicar unas pocas palabras a la bebida de los dioses. Que nunca falte una copa de vino.






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viernes, 7 de junio de 2013

Los proyectos no cumplidos

Termina otra semana de viajes y mucho trabajo. Responsabilidades y poco tiempo para escribir el blog. Me invade una sensación ambivalente de gratificación y frustración.

Por un lado, muchos avances en el ámbito de las obligaciones laborales. Por el otro lado, cero tiempo para dedicar a los pequeños proyectos que me había propuesto para la semana.

No pude retomar mis tan queridas clases de francés. No pude ir a tomar el té a Villa Ocampo, lugar que añoro conocer hace años. Tampoco pude ir a la primera charla del taller de creatividad literaria que tanto quería hacer.

Además, mi nuevo libro "París era una fiesta" de Hemingway reclama olvidado sobre mi mesa de luz. Sólo pude leer un capítulo.

Conclusión, tiempo para dedicar a lo que me gusta: nulo.

Sospecho que a todas las mujeres nos sucede lo mismo. Nos la pasamos haciendo proyectos y planes para luego no cumplir ninguno.

Si yo que tengo ayuda en casa y aún no tengo hijos padezco de esta condición, no quiero imaginar lo que queda para el resto de las mujeres.

La que tenga tiempo para hacer todo lo que quiere que tire la primera piedra, y que por favor me pase la receta.










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